Por Juhie Bhatia
18 de febrero, 2010.- El próximo mes, cuando se inicien las Olimpiadas de Invierno de Vancouver 2010, un símbolo aborígen representará a los juegos. El logo de los juegos es un inukshuk contemporáneo, una escultura en piedra usada por el pueblo inuit de Canadá como monumentos direccionales, que los organizadores dicen que simboliza la amistad y la esperanza. Pero esperanza es algo que parece que les falta a muchos jóvenes aborígenes
en Canadá, pues el suicidio sigue ocurriendo en índices alarmantes, lo que está llevando a situaciones críticas en algunas comunidades.
Los índices de suicidios han disminuido en Canadá con el paso de los años, pero no en las comunidades aborígenes, aunque hay una gran variación entre comunidades. Los índices de suicidios son de cinco a siete veces mayores para los jóvenes de las Naciones Originarias que para los jóvenes no aborígenes, y los índices entre los jóvenes inuit (esquimales) están entre los más altos del mundo, 11 veces el promedio nacional. Algunos especulan que realmente el problema es peor, pues las estadísiticas no suelen incluir a todos los grupos aborígenes.
Muchos son los factores que pueden estar contribuyendo con estos altos índices, incluidos aislamiento, pobreza y falta de viviendas adecuadas, servicios de salud, servicios sociales y otros servicios básicos. El blog Sweetgrass Coaching, escrito por Richard Bull, también culpa al dolor y la impotencia resultantes de la colonización:
“No se puede entender el suicidio aborigen sin mirar a la colonización. Nosotros, como pueblo indígena, debemos darnos cuenta de que no teníamos índices altos de suicidios antes de la invasión europea (contacto es una palabra demasiado limpia para lo que pasó en realidad).
Cuando la sociedad canadiense dice que estamos enfermos, es como un asesino sicópata quejándose con alguien que ha tratado de estrangularlo repetidamente de que debería hacer algo respecto de las marcas en el cuello y ver a un psiquiatra acerca de sus pesadillas recurrentes y baja autoestima”.
Específicamente, algunos bloggers señalan a los colegios residentes de Canadá, un sistema de financiación federal administrado por las iglesias que separaron a los niños aborígenes de sus familias y comunidades para ayudarlos a adaptarse a las culturas euro-canadienses. Desde el siglo XIX hasta los años setenta, se exigió a más de 150,000 niños aborígenes a que asistieran a esos colegios cristianos. Después se reveló que muchos de esos niños soportaron maltrato físico, emocional y sexual. En junio de 2008, el Primer Ministro Stephen Harper pidió disculpas en nombre del gobierno canadiense y sus ciudadanos por el sistema de colegios residentes.
El blog Anishinawbe de Bob Goulais dice que no se debe subestimar los efectos multigeneracionales de los colegios residentes.
“Muchos sobrevivientes de los colegios residentes y sus familias no tiene identidad más allá de su iglesia y lo que aprendieron en el colegio. Sin identidad y sin aceptación, están confinados a los márgenes de la sociedad. Aunque esta generación podría tener más aceptación –con acceso a más programas sociales y numerosas victorias políticas, legales y de derechos– el daño de las generaciones pasadas ya está hecho. Los padres no seben cómo ser padres. Las familias no saben cómo Amar…
… Para demasiados jóvenes, el suicidio es la salida suprema. Eso lo vemos más en las remotas comunidades del norte. Verdaderamente, este es el comentario más triste. No puedo imaginar lo mala que debe haber sido la vida para un chico de 12 años como para que se ahorque en el columpio del centro de recreación. No tener el Amor que necesita… no tener esperanzas. Saber que no ha sido el primero y que no será el último”.
Para ayudar a combatir el suicidio entre los jóvenes aborígenes, en abril de 2008 se lanzó el sitio web Honouring Life Network (Red de homenaje a la vida), financiado por Health Canada. Contiene recursos para los jóvenes y los jóvenes trabajadores, un blog e historias personales de los jóvenes aborígenes, entre otras cosas. En esta historia personal un joven habla de cómo la muerte de su hermano mayor lo llevó a considerar acabar con su vida.
“En el segundo aniversario de su muerte, ya no sentía que lo extrañara. Me levanté temprano en la mañana y caminaba al refugio de picnic cerca del lago. Este otro tipo se había ahorcado ahí hace no mucho. Sentía como si quería que el lago fuera lo último que viera.
Pero mi vecino estaba afuera y comenzó a hablarme y creo que se dio cuenta de que algo andaba mal. Me siguió hablando y después despertó a mis padres. En realidad nunca les he dicho lo que iba a hacer pero creo que lo sabían de alguna manera. Fue un gran choque para todos nosotros y nos despertó.
Empezamos a pasar por una curación tradicional; como que mi padre y yo haríamos un sauna con los otros hombres. No voy a hablar acerca de esto porque es privado. Y mi mamá lo hace todo quemando salvia y hierbas, como que hace que la casa apeste pero creo que está bien porque es más como mi mamá de nuevo”.
El pasado otoño, Honouring Life Network anunció un concurso de video, donde a los jóvenes aborígenes se les animó a enviar un video breve relacionado con la prevención del suicidio y la toma de conciencia. Se puede ver a los participantes en su canal de YouTube; el ganador se titula “Choose life” (Elige la vida):
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Fuente: Global Voices. Traducido por Gabriela Garcia Calderon Orbe. Ver post original