El viernes 08 de febrero el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó en el Perú el Informe sobre Desarrollo Humano 2007/2008: La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido, el cual ofrece un panorama descarnado de las amenazas que implica el calentamiento global.
Según el informe, el mundo avanza hacia un punto de inflexión que podría atrapar a los países más pobres y a sus ciudadanos más vulnerables en condiciones de desventaja cada vez peores y dejar a millones de personas enfrentadas a la malnutrición, a la escasez de agua, a amenazas ecológicas y a pérdidas en sus medios de sustento.
En última instancia, el cambio climático representa una amenaza para toda la humanidad. Pero son los pobres, que no tienen responsabilidad alguna por la deuda ecológica que estamos acumulando, quienes enfrentan los costos humanos más graves e inmediatos, señaló Kemal DerviÅŸ, Administrador del PNUD.
En el ámbito de la mitigación, los autores instan a los países desarrollados a demostrar liderazgo y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos el 80 por ciento hasta el año 2050 respecto de los niveles de 1990. Además, el informe aboga por una combinación de impuestos a las emisiones de carbono, programas estrictos de emisiones negociables con fijación de límites máximos, la reglamentación del uso de la energía y la cooperación internacional para financiar la transferencia de tecnologías con bajas emisiones de carbono.
Respecto de la adaptación, el informe advierte que las desigualdades en la capacidad para hacer frente al cambio climático se vislumbran como una fuerza cada vez más poderosa que sigue profundizando las inequidades entre los países y al interior de ellos. En este sentido, llama a los países desarrollados a concentrar el accionar de las alianzas internacionales en la adaptación al cambio climático para reducir la pobreza.
Más que un llamamiento a la desesperación, hacemos un llamamiento a la acción, comentó el principal autor del informe y director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano, Kevin Watkins, al tiempo que agregó: Si trabajamos unidos y con decisión, podemos ganar la batalla contra el cambio climático. No aprovechar esta oportunidad constituiría un fracaso moral y político nunca antes visto en la historia de la humanidad.
El informe entrega pruebas concretas de los mecanismos a través de los cuales los efectos ecológicos del cambio climático se transmitirán a los pobres. Centrándose en los 2.600 millones de personas que viven con menos de US$2 al día, los autores advierten que las fuerzas que se desencadenen como resultado del calentamiento global podrían paralizar y luego revertir los avances conseguidos durante generaciones. Algunas de las amenazas al desarrollo humano identificadas por el informe son las siguientes:
El desplome de los sistemas agrícolas como resultado de la creciente exposición a sequías, altas temperaturas y patrones irregulares de precipitaciones, situación que dejará a otros 600 millones de personas en riesgo de desnutrición. Las zonas semiáridas de África subsahariana, región que tiene la mayor concentración pobreza del mundo, enfrentan posibles pérdidas de productividad de 26 por ciento de aquí al año 2060.
De aquí a 2080, a unos 1.800 millones de personas más les faltará agua y grandes zonas de Asia meridional y el norte de China enfrentarán una grave crisis ecológica como resultado del repliegue de los glaciares y los cambios en los patrones de precipitaciones.
El desplazamiento de alrededor de 332 millones de personas desde zonas costeras y bajas producto de las inundaciones y las tormentas tropicales. Más de 70 millones de bangladesí, 22 millones de vietnamitas y seis millones de egipcios podrían verse afectados por inundaciones relacionadas con el calentamiento global.
Riesgos emergentes para la salud, con otros 400 millones de personas en riesgo de contraer paludismo.
Con las pruebas de unos nuevos trabajos de investigación a la vista, los autores del Informe sobre Desarrollo Humano argumentan que se están subestimando los posibles costos humanos del cambio climático. Sostienen que las crisis climáticas, como las sequías, las inundaciones y las tormentas, se volverán cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático, ya se cuentan entre los catalizadores más poderosas de la pobreza y la desigualdad y que el
calentamiento global no hará más que exacerbar los impactos.
Para millones de personas, se trata de sucesos que constituyen un pasaje sólo de ida hacia la pobreza y prolongados ciclos de desventaja, indica el informe. Aparte de poner en riesgo la vida y causar sufrimiento, generan otros problemas como la malnutrición y el retiro de los niños de la escuela. Según el informe, los niños de Etiopía expuestos a sequías en su primera infancia tienen 36 por ciento más de probabilidades de estar malnutridos, cifra que se traduce en 2 millones de casos adicionales de malnutrición infantil.
Si bien el informe se centra en las amenazas inmediatas que enfrentan los pobres del mundo, advierte al mismo tiempo que la falta acción para abordar el problema del cambio climático podría poner a las futuras generaciones en riesgo de sufrir una catástrofe ecológica. Entre las amenazas sistémicas a la humanidad, el informe destaca el posible colapso de la capa de hielo de la Antártida occidental, el repliegue de los glaciares y la presión sobre los ecosistemas marinos.
Efectivamente hay incertidumbres, pero cuando enfrentamos riesgos de esta magnitud la falta de certeza no justifica la inacción. Apuntar a metas de mitigación ambiciosas es de hecho el seguro que debemos tomar contra los posibles riesgos de gran envergadura. El informe de este año aborda nuestro compromiso con el desarrollo humano hoy y trata además sobre cómo crear un mundo capaz de ofrecer seguridad ecológica a nuestros hijos y a sus nietos, agregó el Sr. DerviÅŸ.
Evitar el cambio climático peligroso
Los autores del Informe sobre Desarrollo Humano convocan a los gobiernos a establecer objetivos comunes para evitar el cambio climático peligroso. Entre otras cosas, promueven la fijación de un umbral de 2ºC por encima de los niveles preindustriales (el nivel actual es de 0,7ºC).
Sobre la base de un nuevo modelo climático, el informe propone un presupuesto de carbono del siglo XXI para mantenerse dentro del umbral. Este presupuesto cuantifica el nivel total de emisiones de gases de efecto invernadero que es coherente con esta meta. Con un ejercicio que capta la envergadura del desafío que tenemos por delante, el informe estima que seguir haciendo lo mismo de siempre podría redundar en el agotamiento del presupuesto total de carbono para el siglo XXI en 2032. En efecto, los autores advierten que, de seguir las tendencias actuales, es más probable que el mundo supere los 4ºC en lugar de mantenerse dentro de los 2ºC.
Si bien los autores reconocen la amenaza que plantea el aumento de las emisiones de los países en desarrollo más grandes, sostienen que son los gobiernos del Norte quienes deben iniciar las reducciones más profundas y tempranas y destacan que los países ricos son quienes tienen la principal responsabilidad histórica por este problema, dejan huellas ecológicas más profundas y tienen la capacidad financiera y tecnológica para actuar.
Si los habitantes del mundo en desarrollo hubieran generado emisiones de CO2 per cápita al mismo ritmo que los habitantes de América del Norte, necesitaríamos la atmósfera de nueve planetas para enfrentar las consecuencias, comentó el Sr. Watkins. Recurriendo a un marco ilustrativo para trazar un rumbo de emisiones coherente con la meta de
evitar el cambio climático peligroso, el Informe sobre Desarrollo Humano sugiere lo siguiente:
Los países desarrollados deberían reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en por lo menos 80 por ciento de aquí a 2050 y en 30 por ciento antes de 2020, ambos respecto de los niveles de 1990.
Los países en desarrollo deberían reducir sus emisiones en 20 por ciento de aquí a 2050 respecto de los niveles de 1990. Sin embargo, estas reducciones se darían a partir de 2020 y contarían con el respaldo de la cooperación internacional en materia de financiación y transferencia de tecnologías con bajas emisiones de carbono.
Al medir los objetivos fijados por los gobiernos de los países desarrollados según este punto de referencia, los autores constataron que muchos de ellos no están a la altura de lo necesario y destacan además que la mayoría de estos países no ha sido capaz de lograr ni siquiera los recortes más modestos un promedio de alrededor de 5 por ciento respecto de los niveles de 1990 acordados en el marco del Protocolo de Kyoto. Según el informe, incluso donde se fijaron objetivos ambiciosos, muy pocos países desarrollados han logrado armonizar los objetivos declarados en materia de seguridad climática con sus políticas energéticas concretas.
Los escenarios de las emisiones en el futuro refuerzan la escala del desafío al que nos enfrentamos. Según las actuales tendencias, se proyectan aumentos de un 50 por ciento en las emisiones de CO2 de aquí al año 2030, un resultado que haría inevitable el cambio climático peligroso. El punto fundamental es que el sistema mundial de energía no es compatible con los sistemas ecológicos que sostienen nuestro planeta, comentó el Sr. Watkins, y agregó: Para realinearlos será necesario un cambio radical en materia de reglamentos, incentivos de mercado y cooperación internacional.
En La lucha contra el cambio climático se identifica una serie de políticas públicas necesarias para estrechar la brecha entre las declaraciones sobre seguridad climática y las políticas energéticas que permitirían evitar el cambio climático peligroso. Entre las más importantes están las siguientes:
Fijar precios a las emisiones de carbono. El informe sostiene que tanto los impuestos a las emisiones de carbono como los esquemas de emisiones negociables con fijación de límites máximos pueden cumplir una función importante. Aumentar gradualmente los impuestos a las emisiones de carbono podría ser una herramienta poderosa para cambiar la estructura de incentivos que enfrentan los inversionistas. El informe también subraya que los impuestos a las emisiones de carbono no implicarían por fuerza una mayor carga impositiva general, porque podrían compensarse con reducciones en la carga tributaria que grava el empleo.
Normas reglamentarias más exigentes. El informe convoca a los gobiernos a aplicar y exigir normas más estrictas en materia de emisiones de vehículos, construcciones y electrodomésticos.
Apoyar el desarrollo de suministro de energía con bajos niveles de emisiones de carbono. El informe destaca el potencial sin explotar que implica aumentar la proporción de las energías renovables que se utilizan hoy y de aplicar tecnologías avanzadas como la captación y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés).
Cooperación internacional en transferencias financieras y tecnológicas. Los autores comentan que los países en desarrollo no participarán en un acuerdo que no ofrezca incentivos para incorporarse a él y que amenace con aumentar los costos de la energía. En este marco, el informe propone la creación de un fondo integrado de mitigación del cambio climático (FMCC). Este fondo movilizaría entre US$25.000 millones y US$50.000 millones al año para cubrir los costos incrementales de las inversiones en energía con bajas emisiones de carbono en los países en desarrollo en consonancia con la consecución de objetivos comunes en materia de cambio climático.
Sustentado en análisis con modelos económicos, el Informe sobre Desarrollo Humano sostiene que el costo de estabilizar los gases de efecto invernadero en 450 partes por millón (ppm) podría limitarse a un promedio de 1,6 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial hacia el año 2030. Si bien no se trata de costos insignificantes, los costos de no actuar serían muchísimo mayores, ya sea que se midan en términos económicos, sociales o humanos, advirtió el Sr. DerviÅŸ. Además, el informe añade que el costo de evitar el cambio climático peligroso representa menos de dos terceras partes del gasto militar mundial actual.
Esfuerzos de adaptación desatendidos
Al tiempo que hace hincapié en la función crucial que deberá cumplir la mitigación en el mediano plazo, el informe advierte contra la tendencia de pasar por alto el desafío que implica la adaptación. Entre otras cosas, señala que incluso con medidas rigurosas de mitigación, el mundo ya está embarcado en un sostenido calentamiento durante el transcurso de la primera mitad del siglo XXI. El informe alerta de que la adaptación es necesaria para impedir un cambio climático que genere mayores retrocesos en el desarrollo humano y para protegerse contra el peligro muy real de una mitigación insuficiente.
El informe advierte sobre las extremas desigualdades en cuanto a las capacidades de adaptación.
Mientras los países ricos invierten grandes sumas en sistemas de protección contra el cambio climático y sus gobiernos desempeñan un rol fundamental en estas actividades, en los países en vías de desarrollo los pobres del mundo, con sus escasos recursos, tienen como única alternativa nadar o hundirse, sostiene en el informe Desmond Tutu, Arzobispo Emérito de Ciudad del Cabo.
Esta situación crea un mundo de apartheid en materia de adaptación. Nadie pretende subestimar los verdaderos desafíos ecológicos a largo plazo que traerá el cambio climático a los países ricos, comentó el Sr. Watkins, pero las vulnerabilidades más inmediatas no están en el bajo Manhattan ni en Londres, sino en las zonas propensas a inundaciones de Bangladesh y en las regiones proclives a sequías de África subsahariana.
El Informe sobre Desarrollo Humano muestra que la cooperación internacional para fines de adaptación ha tardado en materializarse. Según el informe, el gasto corriente total a través de mecanismos multilaterales para adaptación asciende a la fecha a US$26 millones. Esta cifra equivale aproximadamente a lo que el Reino Unido gasta en una semana en defensas contra inundaciones. Los autores agregan que los mecanismos actuales entregan montos exiguos al tiempo que tienen costos de transacción altos.
El informe propugna en particular las siguientes reformas:
Financiación adicional para fines de infraestructura de protección contra el clima y la formación de resiliencia, conforme al cual los gobiernos del Norte asignen por lo menos US$86.000 millones al año de aquí a 2015 (alrededor de 0,2 por ciento de sus proyecciones del PIB).
Mayor apoyo internacional para la formación de capacidades en África subsahariana en la vigilancia del clima y mejor acceso público a información meteorológica.
Integración de la planificación de la adaptación a estrategias más amplias destinadas a reducir la pobreza y la desigualdad extrema, entre ellas los documentos de estrategia de reducción de la pobreza.
El informe concluye que una de las lecciones más duras que nos enseña el cambio climático es la insostenibilidad ecológica del patrón histórico de crecimiento con altas emisiones de carbono y el despilfarro en el consumo de las naciones ricas que viene con él. No obstante, los autores argumentan, si adoptamos las reformas adecuadas, no es demasiado tarde para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles sostenibles sin poner en riesgo el crecimiento económico: más prosperidad y seguridad climática no son objetivos contradictorios.
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