Con la nueva respuesta del Instituto del Bien Común (IBC) a la posición sostenida por el Carlos Mora prosigue la polémica sobre el pueblo Cacataibo en aislamiento, un tema que rebasa el campo estrictamente académico debido a que con el inicio de las exploraciones sísmicas en el lote 107 se pone en serio peligro la existencia de este pueblo indígena.
Estimados colegas,
En abril de 2005 la Federación de Comunidades Nativas Cacataibos (FENACOCA) y el IBC presentaron una propuesta para la creación de reservas territoriales para proteger a los Cacataibo en aislamiento. Un año más tarde, a fines de abril de 2006, un amigo me mandó por correo electrónico un documento escrito por Carlos Mora Bernasconi y Luís Alberto López Espinoza titulado simplemente Resumen Ejecutivo, que los autores habían circulado entre algunas instituciones de conservación y/o con trabajo en torno al tema indígena. Era un resumen de un documento mayor de 64 páginas titulado: "Una revisión de las propuestas de AIDESEP y del Instituto del Bien Común (IBC) para la creación de las reservas territoriales a favor de los Cacataibos en aislamiento", que fue hecho público en mayo de 2006.
Según lo que Mora luego nos informó, él había empezado a trabajar el documento en noviembre de 2005. Ni yo ni ninguna otra persona del IBC tuvimos conocimiento de este trabajo, y menos aun fuimos consultado por Mora o López. Alarmado por el tono y las conclusiones del documento, llamé a Mora para indagar de qué se trataba y luego para invitarlo al IBC para conversar sobre el tema. Mora sólo aceptó la invitación después de acceder nosotros a la presencia de un árbitro durante la conversación. Un par de semanas después, Mora nos envió el documento completo.
Tuvimos la intención de contestar las críticas y acusaciones de manipulación de los datos lo más pronto posible, pero la urgencia de la situación de los Cacataibo, tanto los asentados en comunidades como los aislados, frente al Proyecto de Prospección Sísmica y al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de la empres a canadiense Petrolífera Petroleum del Perú S.A.C., requirió toda nuestra atención. Es recién ahora, frente a los comentarios públicos de Mora en el sentido de que la falta de respuesta nuestra prueba sus conclusiones, que decidimos invertir el tiempo en responder.
Lamentablemente, esto no es un debate académico, como Mora y López quisieran que todos creyéramos, sino es parte de una batalla mucho más grande y desigual entre el interés de extraer el máximo de petróleo mientras los precios estén altos y el interés de proteger la supervivencia y derechos de poblaciones indígenas, la biodiversidad y ecosistemas saludables. Para una mejor comprensión de este hecho, me parece muy importante contextualizar la propuesta de reservas territoriales a favor de los Cacataibo en aislamiento y la confección de la critica de Mora y López.
- En 1999 AIDESEP y FENACOCA presentaron a la Dirección Regional Agraria de Ucayali la solicitud de creación de una Reserva Territorial Cacataibo en la zona sur del hoy Parque Nacional Cordillera Azul.
- En 2001, FENACOCA solicitó el apoyo técnico del IBC. En abril de 2005, la FENACOCA, con el apoyo técnico del IBC, presentó un expediente técnico para la creación de 2 reservas territoriales en defensa a los derechos de los Cacataibo en aislamiento voluntario.
- En septiembre de 2005, el Estado suscribió un contrato de licencia para la exploración y explotación de hidrocarburos en el Lote 107 con la empresa PETROLÃFERA PETROLEUM DEL PERU S.A.C; dicho lote se superpone en un 50% al área de las reservas propuestas.
- En noviembre del 2005, se aprobó el informe Defensorial N° 101 "Pueblos Indígenas en situación de aislamiento voluntario y contacto inicial" que, entre otras recomendaciones, dice \"resolver el proceso pendiente a favor de la oficialización del territorio del pueblo indígena en aislamiento voluntario Cashibo-Cacataibo.\" En este mismo mes, Mora empezó a desarrollar su critica de la propuesta a favor de los Cacataibo en aislamiento.
- En febrero de 2006, la FENACOCA solicitó al MEM modificar los límites del lote 107 con la finalidad de excluir los territorios comunales en proceso de titulación y ampliación y el área propuesta para las reservas territoriales Cacataibo.
- En marzo de 2006, Petrolífera realizó la primera ronda de cinco Talleres Informativos para la población local como primer paso en la elaboración del Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto de Prospección Sísmica.
- En mayo de 2006, se aprobó la Ley para la Protección de los Pueblos Indígenas y Originarios. En este mismo mes, Mora y López hacen público su documento.
- En junio de 2006, la FENACOCA presentó al INDEPA el Expediente Técnico con la propuesta de reserva territorial Cacataibo de acuerdo a la nueva ley.
- En julio de 2006, la FENACOCA con el IBC enviaron cartas al MEM y a la empresa PETROLÃFERA solicitando que en el Estudio de Impacto Ambiental se tome en cuenta las áreas ocupadas por los indígenas en aislamiento Cacataibo y no se superponga líneas sísmicas sobre estas áreas.
Esta lista de acontecimientos continua hasta hoy día sin ninguna resolución de parte del Estado para la protección de los Cacataibo en aislamiento. La exploración sísmica está por empezar, incluyendo dentro del área norte solicitado para la protección de los Cacataibo en aislamiento. Desgraciadamente parecería que el documento de Mora y López ha tenido
influencia sobre las autoridades y funcionarios del Estado.
Aquí les envío la respuesta del IBC al documento de Mora y López.
Van mis saludos,
Dr. Richard Chase Smith
Director Ejecutivo del Instituto del Bien Común
Avda. Petit Thouars 4377
Miraflores, Lima18, Perú
tel (511) 440-0006, 421-7579
fax (511) 440-6688
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Observaciones del Instituto del Bien Común al documento ¨Una Revisión de las Propuestas de AIDESEP y del Instituto del Bien Común (IBC) para la creación de las Reservas Territoriales a favor de los Cacataibo en Aislamiento¨ escrito por Carlos Mora y Luis López (15/05/06)
- Dr. Richard Chase Smith, AntropólogoPhD Cornell University; Post-Doctorado Harvard University
- Margarita Benavides, AntropólogaBachiller PUCP
- Dr. Carlos Soria DallOrso, AbogadoPhD The Flinders University of South Australia
MS. FLACSO-Ecuador
- Lic. Margarita Vara, AntropólogaLicenciatura, UNMSM
Respaldado por más de un centenar de testimonios que dan cuenta de sus desplazamientos por la selva, el Instituto del Bien Común (IBC) afirma una vez más la existencia de indígenas Cacataibo en aislamiento en las cabeceras de los ríos Pisqui, Aguaytía, San Alejandro y Zungaruyacu (Loreto, Ucayali y Huánuco) y su compromiso de buscar medidas que protejan y aseguren su supervivencia. Nuestro interés en la defensa de los indígenas en aislamiento es el respeto a los derechos de ciudadanos peruanos, en este caso los más excluidos de los excluidos, y si el Estado no lo hace por cuenta propia, nosotros como parte de la sociedad civil debemos promover estrategias para hacerlo hasta que el Estado asuma la responsabilidad que le corresponde.
El IBC confiere gran importancia al debate y a la crítica, razón por la cual hace públicos sus productos, así como la metodología seguida para lograrlos. En el presente documento, el IBC reafirma su posición de crear dos reservas territoriales a favor de los Cacataibo en Aislamiento. Asimismo, espera contribuir a la reflexión teórica y metodológica sobre las evidencias de la existencia de este grupo, en especial, retomando las críticas del texto de los antropólogos Carlos Mora y Luis López Una Revisión de las Propuestas de AIDESEP y del Instituto del Bien Común (IBC) para la creación de las Reservas Territoriales a favor de los Cacataibo en Aislamiento, circulado en mayo del 2006, a través de correos electrónicos en diversos grupos de interés.
Si la respuesta del Instituto del Bien Común al informe de Mora y López ha tomado su tiempo en llegar es porque en nuestra opinión, antes que dedicarnos a responder a un informe tan enrevesado y mal intencionado era prioritario avanzar en el logro de medidas de protección para los indígenas Cacataibo en aislamiento, particularmente en un momento tan crítico como el actual. En efecto, penden sobre ellos amenazas que comprometen su futuro, como la intención de la compañía petrolera de origen canadiense Petrolífera Petroleum del Perú de realizar exploración sísmica en una de las dos zonas para las cuales se ha solicitado protección, el ingreso de madereros ilegales en ambas zonas, y la agresiva expansión de colonos invasores sobre el área sur. Sin embargo, en vista de que últimamente Carlos Mora, por encargo de PeruPetro, ha buscado deslegitimar otra propuesta de protección a indígenas en aislamiento, entre los ríos Napo y Tigre, y que además mencionó en varias oportunidades la falta de respuesta del IBC a su informe sobre los Cacataibo, nos hemos dado el tiempo para rebatir sus argumentos.
Según las declaraciones literales del presidente de PeruPetro, Sr. Daniel Saba, Mora es el antropólogo más cotizado del país (Diario Expreso, lunes 15 de octubre de 2007). Ello probablemente se debe a los valiosos servicios que presta a su clientela de la industria del petróleo. La afirmación de Saba refuta la autodeclaración de Mora como antropólogo científicamente riguroso y más bien hace ver que sus servicios a favor de una industria extractiva en expansión, que tiene gran interés en negar la existencia de indígenas en aislamiento para así facilitar el avance de la explotación de hidrocarburos en la amazonía peruana, son bien pagados o por lo menos bastante costosos, según lo indica Saba. Con esta consigna en mente, Mora y PeruPetro se han dedicado a esparcir la noción de que los indígenas en aislamiento voluntario no son más que un invento de antropólogos y organizaciones indígenas, noción que comparte también el Presidente de la República Alan García, según lo expresa en su artículo El Perro del Hortelano (Diario El Comercio, domingo 28 de octubre de 2007). Sin embargo, ni Mora, ni Saba, ni García han querido prestar atención a los pronunciamientos de las instituciones peruanas que trabajan con pueblos indígenas en aislamiento; tal es el caso del INRENA, que en 2001 otorgó categoría de protección estricta a una parte del Parque Nacional Cordillera Azul precisamente debido a la presencia de Cacataibos aislados en la zona, o de la Dirección General de Pueblos Originarios y Afroperuanos, que dirigió un oficio al Ministerio de Energía y Minas indicando la existencia de los Cacataibos aislados, de acuerdo a los testimonios que han recibido en sus averiguaciones.
Antes de ocuparnos de los argumentos de Mora, vale la pena, para beneficio de los lectores, situar brevemente el contexto en que AIDESEP, FENACOCA y el Instituto del Bien Común elaboraron y presentaron propuestas para la creación de Reservas Territoriales a favor de los Cacataibo en Aislamiento:
- En 1999, AIDESEP y FENACOCA solicitaron a la Dirección Regional Agraria de Ucayali la creación de la Reserva Territorial Cacataibo. Al no percibir progresos al respecto y ante la declaración, el año 2001, del Parque Nacional Cordillera Azul sobreponiéndose parcialmente a la zona propuesta para reserva territorial, la FENACOCA pidió el apoyo técnico del Instituto del Bien Común, para actualizar el expediente técnico de la solicitud de la reserva territorial.
- Fue entonces que se recolectaron datos sobre los Cacataibo en aislamiento, a partir de testimonios de población local asentada en áreas aledañas a las zonas por donde ellos transitan y se hizo un mapeo ubicando los lugares de avistamiento de los informantes en la carta nacional, informacion que fue procesada usando el SIG e imágenes de satélite.
- El estudio de campo fue realizado entre los años 2002 y 2004, dentro y alrededor de comunidades nativas de los pueblos Cacataibo, Shipibo y Yanesha, en las cuencas de los ríos San Alejandro, Zungaruyacu, Aguaytía y Pisqui. Se realizaron más de un centenar de entrevistas a comuneros, colonos, extractores de madera y autoridades de centros poblados, quienes ofrecieron testimonios sobre la presencia de indígenas en aislamiento.
- En 2003, en una reunión en la comunidad de Mariscal Cáceres, que contó con la presencia de autoridades de la FENACOCA, el IBC y dirigentes y pobladores de las comunidades cacataibos, se definió la siguiente triple estrategia con el fin de proteger a los indígenas en aislamiento: 1. Creación de dos reservas territoriales (Zona Norte, de 81,866.38 ha. y Zona Sur, de 62,919 ha.) 2. Titulación de la comunidad de Unipacuyacu y ampliación de los territorios de Puerto Azul y Santa Martha, solicitados en 1992, 1991 y 1992, respectivamente. 3. Establecimiento de una zona de protección estricta a favor de los aislados, en la parte suroeste del Parque Nacional Cordillera Azul. Estas tres acciones se complementarían para establecer dos mosaicos de áreas contiguas para la protección de los Cacataibo en aislamiento.
No es éste el lugar apropiado para una exposición aclaratoria del conjunto de la propuesta de reserva territorial presentada al Estado peruano, pero valga la oportunidad para hacer una invitación a las personas que deseen obtener información adicional sobre el tema, a acercarse a nuestras oficinas, que permanecen abiertas al público, para todo tipo de consultas.
El punto más engañoso del estudio de Mora y López es su motivación, a la cual aluden los autores en la introducción del documento, declarando que su interés esencial es aportar, de manera directa, al reconocimiento y fortalecimiento de lo indígena, considerándolo no solo como un deber profesional sino también ético (p4). Sin embargo, a lo largo de su escrito no se puede hallar indicios de aportes ni tampoco del declarado ánimo constructivo. Por el contrario, lo que salta a la vista es su voluntad de tergiversar los planteamientos contenidos en el expediente para la protección de los indígenas Cacataibo en aislamiento y las entrevistas que se presentan adjuntas a éste. Asimismo, ellos realizan confusos ejercicios intelectuales antropológicos, sin ningún sustento en trabajo de campo, y buscan sembrar dudas sobre la veracidad de las declaraciones de las más de cien personas entrevistadas que dan testimonios sobre la existencia de Cacataibos en aislamiento. Con ello, su intención no puede ser otra que la de desprestigiar a los autores del expediente y engañar al lector con el fin de restar validez a las evidencias fehacientes presentadas sobre la existencia de los indígenas en aislamiento. Por esta razón, ponemos en duda el interés que Mora y López declaran en su introducción.
Por otro lado, si bien Mora y López declaran su deseo de aportar bases conceptuales y antropológicas para la formulación de propuestas territoriales específicas para indígenas en aislamiento dentro de escenarios y coyunturas mayores, este interés no resulta visible en su documento. En él no encontramos aportes metodológicos para el análisis de la existencia de pueblos indígenas en aislamiento, en la medida que ni siquiera realizaron trabajo de campo vinculado a este tema. ¿O es que, una vez más, la experiencia laboral del pasado exime a Mora de hacer trabajo de campo?
Mencionamos sólo uno de los rebuscados esfuerzos que ellos hacen para negar la existencia de Cacataibos en aislamiento. A partir de una exposición un tanto confusa sobre el fracaso del ILV en contactar a los Cacataibo en aislamiento y su éxito en lograrlo con otros grupos étnicos en zonas remotas de la Amazonía peruana, los autores inducen subrepticiamente al lector a pensar que los Cacataibo en aislamiento no existen. Llegan al extremo de invalidar de esta manera una cita del artículo Los Uni, de Erwin Frank, especialista en el pueblo Cacataibo, donde este autor dice: Los misioneros del ILV suelen aceptar noticias sobre los camano como evidencia que todavía existen uni [cacataibo] no contactados (Frank 1994: 227) (1). El hecho de que los miembros del ILV no hayan conseguido hacer más contactos con Cacataibos aislados que los que hicieron con Copaii y su grupo en 1964 -y que Mora y López reconocen (p24)-, no significa que los Cacataibo en aislamiento no existan. La propia categoría de no contactado o aislado que se le asigna a este grupo denota que se desplaza continuamente, huyendo, y que por lo tanto su visibilidad es mínima.
Durante su trabajo de campo, el Instituto del Bien Común recogió 109 testimonios sobre avistamientos de indígenas en aislamiento o sobre evidencias de su existencia, a través de entrevistas a informantes clave entre la población local. De los 109 avistamientos registrados, 70 son directos (presenciados por el informante) y 39 indirectos (recogidos de relatos de terceros). De los 70 avistamientos directos, 37 se refieren a personas, ya sea de grupos (28 casos) o de individuos (9 casos). De estos 37 avistamientos, cinco han sucedido en la década de 1990 y 13 entre el 2000 y el 2004, tanto al sur como al norte de la carretera Federico Basadre, en las áreas que denominamos zona sur y zona norte (2). Los otros 33 avistamientos directos, que no describen personas, dan evidencias de haber visto casas, instrumentos y huellas, o de haber escuchado voces. La mayor parte de los avistamientos se han dado en circunstancias en que los informantes realizaban expediciones de caza, pesca, recolección o extracción de recursos en las cabeceras de los ríos y /o en las áreas de bosque menos intervenidas (3).
En su relación de avistamientos, los entrevistados Cacataibo, Shipibo, Yanesha y otros pobladores locales han hecho descripciones realistas y detalladas de evidencias de la existencia de indígenas en aislamiento, ya sea que se trate de personas, casas, instrumentos o de las circunstancias en que se dieron dichos avistamientos, coincidiendo descripciones de personas de diferentes etnias y de lugares tan distantes como el río San Alejandro y el Pisqui. De acuerdo a los testimonios recogidos, podemos afirmar que los Cacataibo en aislamiento:
- hablan una lengua similar a la de los Cacataibo asentados en comunidades nativas,
- se movilizan en grupos, parejas o individualmente en busca de recursos para su subsistencia.
- los hombres usan una especie de taparrabos confeccionados de hoja de palma tejida, y las mujeres una falda de algodón atada alrededor de la cintura; ambos llevan pelo largo.
- Usan flechas para cazar y defenderse, arpones para pescar y canastas tejidas para carga.
Los productos que se describen en los testimonios como parte de su alimentación son: frutos silvestres, carne de animales de monte, huevos de taricaya, peces, cangrejos y otros productos que serían cultivados, como camote, plátano, yuca, papaya, maíz, pero que también toman alimentos de las chacras de comunidades aledañas a sus zonas de desplazamiento. Parte de su dieta incluye alimentos cocidos, como carne de monte ahumada, ya que algunos de los testimonios registrados presentan huellas de fogatas. Según uno de los informantes (4) los Cacataibo en aislamiento prenden fuego con el rabito del zapallo seco y con pluma de aves frotándolas hasta que se enciendan, habiéndose encontrado restos de estos implementos.Para hallar asidero a sus objeciones, Mora y López buscan y rebuscan con lupa en el procedimiento metodológico que condujo al levantamiento de este cuerpo de evidencias. El resultado es una larga lista de críticas. Aceptamos algunas de ellas de buen grado, como el no haber explorado más profundamente la bibliografía, o la necesidad de hacer un mayor análisis de los testimonios y de realizar entrevistas complementarias a otros actores como el Instituto Lingüístico de Verano, actores que, dicho sea de paso, tampoco Mora y López entrevistaron para elaborar su informe. Sin embargo, la gran mayoría de los argumentos son forzados, rebuscados y especulativos, y en ningún caso comprometen la validez del estudio ni desacreditan las evidencias ya mencionadas sobre la existencia de los Cacataibo en aislamiento.
A modo de ilustración, mencionamos algunos de estos argumentos. Uno de ellos es que no se incorporó como informantes a un mayor número de personas no indígenas inmersas dentro del territorio de tránsito de los Cacataibo. Ésta no es la primera vez que Mora demuestra desconocimiento sobre la metodología de investigación antropológica que consiste en entrevistar a informantes claves, en este caso, a personas que puedan reportar algún tipo de avistamiento, trátese de indígenas o no indígenas. También critica que no se detallen los criterios para elegir a los informantes, ni la cantidad de ellos, la pertinencia de la aplicación de las técnicas empleadas y el número de éstas; y afirma que se incurre en un sesgo de género, con sólo ocho mujeres entrevistadas. Resulta obvio para los entendidos en estos temas que son los varones los más susceptibles a experimentar avistamientos, por la simple razón de que con mayor frecuencia que las mujeres se internan en el monte para cazar, pescar o extraer recursos.
Una nota constante en las criticas de Mora y López son las verdaderas proezas gimnásticas intelectuales (antropológicas, según sus autores) con que pretenden sustentar sus argumentos repletos de citas sesudas y referencias bibliográficas, que si bien no logran disimular el claro sesgo negativo que desean imprimirle a su informe, lamentablemente cumplen con su cometido de confundir al lector, lo cual es parte de su estrategia. Así, en el capítulo Escenarios y Actividades Económicas en Áreas de Cacataibos en Aislamiento citan frases de los expedientes de AIDESEP (1999) y de FENACOCA e IBC (2005), las sacan de contexto y, sin hacer más indagaciones ni reparar en el mapa satélite que se adjunta al expediente, el cual no deja lugar a dudas sobre el emplazamiento y los límites de las reservas territoriales propuestas, se embarcan en una serie de especulaciones que consiguen crear una gran confusión sobre nuestros planteamientos para la reserva territorial propuesta para la zona sur. En efecto, ellos llegan a atribuirnos la ridícula intención de trasladar físicamente a los Cacataibo en aislamiento de las áreas cercanas a las comunidades hasta la zona propuesta como Reserva Territorial Sur (p35). No puede caber duda alguna sobre el cuidado que se ha tenido a lo largo de todo el proceso de investigación, desde la selección de la metodología hasta su aplicación, para evitar tomar contacto con los indígenas en aislamiento, no sólo por respeto a su voluntad de evitar todo contacto, sino también a causa de los graves riesgos que esto conllevaría para su salud.
Con una insistencia que no puede responder a otra cosa que a la intención de desprestigiar a los autores de la propuesta de la creación de las Reservas Territoriales Cacataibo, y de paso la validez de la propuesta en sí, Mora y López recurren a insinuaciones, más o menos veladas, sobre las supuestas intenciones manipulatorias del Instituto del Bien Común durante el proceso de la investigación y en la elaboración del expediente técnico. Así, cuestionan el uso del término camano que se usó en las entrevistas para referirse a los indígenas aislados, y llegan a sugerir que los informantes podrían haberse referido a otros sujetos, que no necesariamente serían indígenas aislados. Frente a esto respondemos que los informantes sabían exactamente lo que decían, pues camano es el término que utilizan comúnmente para referirse a los indígenas en aislamiento. Ésta es la razón por la que en las entrevistas se empleó dicho término y no la expresión cacataibos en aislamiento, con la cual la gente no está familiarizada.
En las páginas 44 y 45 introducen, con su usual suspicacia, dudas sobre los acuerdos tomados en el taller de las comunidades Cacataibo, realizado en Mariscal Cáceres los días 6 y 7 de junio de 2003, que se realizó con el fin de analizar la información recogida y plantear una propuesta conjunta para la protección de los Cacataibo en aislamiento. Dicen así: llama la atención el hecho de que se haya producido masivamente una suerte de toma de conciencia y solidaridad para la protección de los nativos aislados, afirmándose la voluntad de un trabajo conjunto para protegerlos, reconociendo además su alta vulnerabilidad, situación que dista mucho del imaginario cacataibo de civilizar a estos indígenas aislados. Se torna necesario ahondar sobre dicho cambio de percepción, ¿cuándo se transformó esa visión civilizadora de los cacataibos frente a los aislados? y ¿producto de qué factores o circunstancias es que dicha modificación tuvo lugar? (Mora y López 2006: 44). Más adelante se preguntan Cómo fue posible que en un período tan corto de tiempo, desde noviembre del 2002, fecha de la firma del acuerdo entre el IBC y la FENACOCA y junio del 2003, fecha de la asamblea general de la mencionada organización, se haya podido llegar a un consenso sobre la necesidad de proteger a los salvajes cacataibo en aislamiento, definir las áreas territoriales que deberían reservarse para tal fin y lograr incluso un acuerdo de 120 delegados de nueve comunidades diferentes.
¿Acaso Mora ignora que los tiempos cambian y que, consecuentemente, el contexto en que viven las comunidades también cambia? ¿Acaso desconoce también que las comunidades Cacataibo están organizadas en la FENACOCA, la cual sostiene reuniones periódicas para establecer estrategias en defensa de sus derechos como pueblo, y que el tema de los Cacataibo en aislamiento lo vienen trabajando las comunidades Cacataibo con AIDESEP desde fines de los años 90? Por si a los autores aún les cabe alguna duda, fue en este contexto que se dio la coordinación entre la Federación y el IBC respecto a las estrategias a seguir para la protección de los Cacataibo en aislamiento, sin que medie manipulación o presión alguna.
Por todo lo anotado anteriormente, a estas alturas no resulta sorprendente advertir cómo el pensamiento manipulador de Mora y López los induce a ver en otros la misma forma de actuar que la suya. Así, señalan intenciones de manipulación en la inclusión en el Expediente Técnico de fotos de archivo de indígenas Cacataibo, tomadas por el expedicionario alemán Charles Kroehle a fines del siglo XIX (5) . Si bien se ven obligados a reconocer que al pie de cada una de las fotos figura claramente una referencia a la fuente y la fecha de su publicación (1909), recurren a un nuevo ejercicio intelectual, que esta vez saca a relucir fundamentos primarios de semiótica, para cuestionar la pertinencia de la exhibición de las fotos, cosa que evidentemente podría ser sujeto de discusión; pero lo interesante es advertir que su objeción principal radica en que la imagen presentada transmite una sensación de desprotección por parte de esos indígenas, interpelando al lector para que se identifique con la creación de la propuesta. La pregunta obvia es ¿por qué les preocupa tanto a Mora y López que el lector del Expediente Técnico sienta que los indígenas en aislamiento están desprotegidos y se identifique con la propuesta de protegerlos? ¿Es que acaso no es la obligación del Estado y de toda la sociedad preocuparse por ellos? ¿Será que el mensaje implícito de Mora y López es que no se debe tomar medidas para protegerlos? ¿Será que les preocupa que las mentadas fotos vengan a complicarles la vida, haciéndoles más difícil servir los intereses de quienes se oponen a la protección de los indígenas en aislamiento y a la creación de las reservas territoriales?
Al concluir, Mora y López intentan sembrar sospechas sobre las intenciones de las comunidades Cacataibo asentadas, manifestando su preocupación ante la posibilidad de que diversos grupos humanos quieran obtener, siguiendo determinados beneficios, la denominación de aislados sin serlo (p27). Para ese fin, dejan entender que la existencia de los Cacataibo en aislamiento es una invención con el objeto de recibir beneficios. ¿Qué beneficios?, nos preguntamos. Y ¿de parte de quién?
A estas alturas resulta demasiado evidente que Mora y López no hacen una revisión de la propuesta, como quiere indicar la pretendida neutralidad del título de su escrito, y ni siquiera una revisión crítica, práctica aceptada y bastante común en las ciencias sociales, sino una revisión sesgada, interesada y malintencionada. El propio Carlos Mora reconoció que su informe es sesgado en una reunión sostenida en las oficinas del Instituto del Bien Común a invitación nuestra. En esa ocasión ofreció corregir esta deficiencia en su versión final, cosa que no hizo y que creemos no hará nunca, pues una verdadera revisión objetiva y desinteresada de la propuesta para la constitución de las Reservas Territoriales Cacataibo no resulta compatible ni sirve a los intereses de la clientela del antropólogo Mora, ni a los de la compañía Petrolífera que pretende tender 390 kilómetros de líneas sísmicas en zonas de avistamiento de los aislados.
Entretanto, la demora y la inacción del Estado están conduciendo, lamentablemente, a que las únicas áreas que quedan para la protección de estas poblaciones aisladas sean invadidas en forma acelerada por colonos y madereros. Y en el área sur se va perdiendo toda posibilidad de preservar el hábitat del área propuesta, puesto que el sector occidental de ésta ya está bastante intervenido, en tanto que la parte oriental ha sufrido en el último año una deforestación agresiva debida a la tala del monte para establecer chacras, lo cual está comprometiendo el área propuesta como reserva. Hemos podido comprobar esta situación en un sobrevuelo realizado en octubre del 2007 con fines de complementar nuestros estudios.
Por las razones anotadas, urgimos a que se tomen medidas precautorias inmediatas para evitar el cercamiento y desaparición de los Cacataibo en aislamiento, según lo establece el reglamento de la Ley para la Protección de Pueblos Indígenas en Aislamiento en su primera disposición complementaria, mientras se siguen los procedimientos establecidos por ley para la creacion de las Reservas Territoriales.
Así también, instamos a las autoridades a proceder inmediatamente a otorgar los títulos a las zonas demarcadas en 2005 y 2006 a favor de las comunidades nativas Unipacuyacu y Puerto Azul, en tanto estas comunidades se han constituido en una de las zonas de refugio de los Cacataibo en aislamiento. Actualmente los Cacataibo en aislamiento de esta zona están acorralados y confinados a las áreas más remotas de las tierras comunales Cacataibo, algunas de las cuales aun hoy, luego de 15 años de iniciadas las gestiones, no han sido tituladas. Complementariamente, como dice el reglamento de la Ley para la Protección de Pueblos Indígenas en Aislamiento, se deberán tomar medidas, junto con las comunidades, para crear las mejores condiciones posibles para los Cacataibo en aislamiento que habitan en las zonas menos intervenidas de los territorios comunales.
Perú, 14 de diciembre de 2007
Notas:
(1) Frank, E. 1994. Los Uni. En: Fernando Santos y Frederica Barclay Ed; Guía Etnográfica de la Alta Amazonía. Vol. II. Ed. FLACSO - IFEA. Quito.
(2) La zona norte está ubicada al norte de la ciudad de Aguaytía, y comprende las cabeceras de los ríos Pisqui (afluente del Ucayali), Santa Ana, Pindayo y Río Blanco (afluentes del Aguaytía). La zona sur corresponde al área constituida por las cuencas de los ríos Zungaruyacu y San Alejandro (afluentes de Pachitea) y las cabeceras del río Aguaytía.
(3) A esto debemos agregar que después del 2004 hemos seguido recibiendo testimonios de avistamiento de indígenas en aislamiento incluyendo el de un ex funcionario del CORAH, cuya declaración tenemos filmada, que atestigua haber visto, junto con un grupo de alrededor de 40 personas, evidencias de la existencia de indígenas en aislamiento, en 2005 y de nuevo en 2006, en las inmediaciones del límite entre la comunidad de Puerto Nuevo y la ampliación de la de Puerto Azul.
(4) Poblador de la Comunidad Nativa Mariscal Cáceres, en el distrito de Padre Abad, provincia de Padre Abad, región Loreto.
(5) Foto publicada en el libro de Miles Moss A trip into the interior of Peru. Lima 1909
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Vea el mapa de ubicación de los cacataibo en aislamiento en relación al lote 107 en el siguiente enlace: