Por Nila Vigil
He vuelto a Lima y tengo tanto trabajo acumulado que empiezo a desesperarme: transcribir cassetes, revisar documentos, escribir informes, etc. Lo peor es que en este estado no me organizo bien y casi, casi me dan ganas de llorar. He decidido hacer un alto en el trabajo y compartir con ustedes algo de lo vivido en mi viaje.
Como conté en el post anterior, para ir al territorio shawi se debe partir de Yurimaguas. Para quienes no lo sepan, esta es una ciudad de selva baja, capital del distrito de Alto Amazonas que, como todas las ciudades de la Amazonía Peruana, tiene un problema de contaminación de ruido por los terribles mototaxis.
Yo no iba a Yurimaguas desde hace 20 años más o menos y me ha dado mucha pena ver como el progreso le ha hecho perder ese encanto de ciudad de selva que tenía cuando yo era joven. Me comentaron, incluso, que en las fiestas del pueblo (que son en agosto) ya no se adornan las calles con cadenetas, ni la gente baila en ellas.
Mientras caminaba por la ciudad, vi la calle Julio C. Arana. Sí, el cauchero responsable de los crímenes del Putumayo da nombre a una de las calles centrales de Yurimaguas:
Calle Julio C. Arana en Yurimaguas. Foto: Nila Vigil
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Julio César Arana, para quienes no lo sepan, fue un riojano, cauchero, genocida responsable de los asesinatos a indígenas del Putumayo, donde eran esclavos de la Casa Arana y se les sometía a torturas, flagelaciones y castigos que incluían la muerte:
Por medio de las correrías eran enganchados por la fuerza y la huída era penalizada con la muerte. No se les permitía sembrar sus cultivos tradicionales, sus armas habían sido confiscadas; debían hacer penosas travesías llevando grandes y excesivos cargamentos de caucho hacia los centros de acopio. A cambio se les entregaban ciertas mercancías a precios exorbitantes, e incluso recibían una lata de carne por todo el trabajo de un fábrico (temporada de trabajo del caucho). Los capataces contaban con un grupo de jóvenes indígenas a su servicio, quienes coadyudaban a la supervisión del trabajo y participaban de forma activa en la captura de los fugitivos. El régimen de trabajo insistía Casement era un verdadero sistema social fundado en el terror, y provocaría el genocidio total de los indios, si no se tomaban las medidas correctivas adecuadas lo antes posible (Roberto Pineda Camacho: La casa Arana en el Putumayo. Revista credencial Historia. Bogotá - Colombia. Edición 160 Abril de 2003)
¿Cómo es que una calle lleva el nombre de un criminal? se preguntarán ustedes y debo decirles que también en Iquitos hay una calle con el nombre y apellido de este sujeto. Lo que ocurre es que no todos consideran a Arana un genocida y hay quienes creen que el cauchero es un patriota. Sí, Porras Barrenechea, por ejemplo, ve en Arana un pionero de la Amazonía: el cauchero del norte colonizador del Putumayo y del Caquetá y defensor infatigable en su condición de Senador por Loreto, de la integridad territorial del antiguo Maynas.
Hace unos meses, un viejo líder aprista, Moisés Panduro, publicó en un diario de Iquitos un artículo titulado Arana, el patriota donde afirmaba que no se le ha comprobado a Arana responsabilidad en los crímenes (el mismo argumento de quienes defienden a Fujimori). Panduro cierra ese artículo con estos elogios:
Le debemos a Julio César Arana, -pese a tanto gobierno entreguista que hemos tenido-, que el Perú tenga hoy esa extensión territorial al norte de su mapa y que sea El Estrecho y no Iquitos una ciudad fronteriza con Colombia. Arana pues, es un patriota y no un genocida.
Alberto Chirif señala que la tesis del patriotismo de Arana es falsa:
La razón detrás de la conversión de la firma nacional Arana Hermanos en la empresa inglesa Peruvian Amazon, da cuenta de la falsedad del argumento del patriotismo de Arana manejado por los caucheros y sus defensores. El juez Valcárcel, encargado del proceso contra Arana y empleados de su empresa, lo explica con mucha claridad. Colombia alegaba derechos sobre la región comprendida entre el Putumayo y el Caquetá, donde operaba la empresa. En caso de que un fallo arbitral favoreciese los intereses de ese país, Arana perdería su derecho de explotar gomas en esa zona. La conversión de su empresa en británica obedecía a la lógica de contar con apoyo del Gobierno Inglés ante cualquier reclamo contra Colombia y de dejar a salvo sus intereses, independientemente de la decisión arbitral sobre el territorio en disputa. (Julio César Arana Cauchero del Putumayo)
Me animé a preguntar sobre el nombre de la calle y tuve la grata noticia de que los vecinos de Yurimaguas no están de acuerdo con ese nombre, pues se han enterado de que Arana era un hombre bastante malo. Me contaron que hay el proyecto de ponerle a la calle Manuel Irizar y que incluso se ha hablado de ello en el programa local de televisión. Esa es una buena noticia.
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Fuente: Sitio web: Instituto Lingüístico de Invierno