Por Luisa Corradini, para La Nación.- Unos 500 de los científicos más prestigiosos del mundo se reúnen a partir de hoy en París para dar a conocer su diagnóstico sobre la llamada "bomba climática": el calentamiento planetario, su evolución y sus posibles consecuencias.
Después de cuatro días de deliberaciones en la Unesco, la Comisión Internacional para el Cambio Climático (CICC) publicará el 2 de febrero el capítulo científico de su cuarto informe, una suerte de vademécum de los conocimientos climáticos que gobiernos, industrias y organizaciones internacionales utilizarán hasta 2012.
Elaborado durante dos años, el nuevo diagnóstico del planeta no aporta buenas noticias. Por el contrario, el resumen que será presentado el próximo viernes repetirá lo que se dice desde hace años, pero esta vez incluirá una serie de riesgos suplementarios.
El deshielo de mares y suelos siempre helados, la disminución de nieves eternas, el retroceso de glaciares y océanos son algunas de las consecuencias del calentamiento. Pero estos efectos también podrían, por "retroacción", actuar como aceleradores del proceso.
"Lo que tememos es que, más allá de un cierto límite, estos fenómenos puedan amplificar el calentamiento. Pero por el momento somos incapaces de determinar cuáles son esos límites", reconoce Edouard Bard, profesor en el Collège de CFrance.
La CICC ya ha publicado tres informes: en 1990, 1995 y 2001. Todos confirmaron el papel del hombre en el recalentamiento del planeta, constatado durante el siglo XX. El último de esos documentos preveía un aumento de temperatura de entre 1,4 y 5,8º C antes de 2100. Esa gran amplitud en las previsiones muestra las incertidumbres de la ciencia frente a las posibles evoluciones de nuestras sociedades y de sus economías, más o menos "energívoras".
En un siglo, el termómetro planetario ha ganado 0,8º C; la mitad de esa cifra en el curso de los últimos 30 años. "Todos los años desde 1995, con la única excepción de 1996, han sido más calurosos que cualquiera de los 140 años precedentes", confirma el geoquímico francés Jean Jouzel, miembro de la CICC.
Para la comunidad científica, esa aceleración del calentamiento no puede explicarse únicamente por un ciclo de variación climática natural. La mayoría de los gases de efecto de invernadero lanzados a la atmósfera son producto de las actividades humanas. Esa constatación impone una reacción por parte de los líderes mundiales.
Es justamente a ellos a quienes estará dirigido el documento final preparado por los expertos en París. El resumen servirá de base a la acción internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, cuyas reglas fueron fijadas por el Protocolo de Kyoto en 2001.
El momento es propicio. Los dirigentes de países desarrollados están sometidos a la presión de la opinión pública, cada vez más informada y alarmada por los cambios climáticos.
A pesar de la negativa del presidente George W. Bush de ratificar el Protocolo de Kyoto, los estadounidenses comienzan a considerar el calentamiento planetario un riesgo mayor: el 74% está más convencido hoy que hace dos años, según una encuesta realizada en agosto de 2006 por Zogby International.
El gran desafío
Australia y Estados Unidos (primer contaminador mundial, con un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero) son los únicos países desarrollados que se negaron a ratificar el Protocolo de Kyoto. Casi la mitad de los franceses (49%) juzga que el calentamiento climático es "el gran desafío del siglo para la humanidad", según una reciente encuesta del instituto CSA.
Pasar de la teoría a la realidad es precisamente la tarea de la CICC, creada en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas a pedido del G7, el grupo de países más industrializados del planeta.
El papel de esta comisión consiste en verificar y sintetizar las investigaciones sobre el clima efectuadas en los laboratorios de todo el mundo y actuar como una correa de transmisión entre científicos y líderes políticos.
La CICC está organizada en tres grupos de trabajo: el primero debe evaluar los aspectos científicos del fenómeno; el segundo, las consecuencias del cambio climático y las posibilidades de adaptación; el tercero, las soluciones para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.
La reunión de esta semana en París atañe sólo al primer grupo, en el que participan científicos de todo el mundo, para aprobar lo que se conoce como un "resumen para los líderes políticos".
Los otros dos grupos se reunirán en Bruselas, en abril, y en Bangkok, en mayo. Sobre la base de esos tres cónclaves, el cuarto informe de evaluación del CICC debe ser aprobado en noviembre en Valencia (España).
Cada grupo produce un informe de unas 1000 páginas, una síntesis científica de 50 páginas y un "resumen para los gobernantes" de unas 10 páginas.
Ese último documento, que debe ser aprobado línea por línea por los delegados de cada gobierno ante la CICC, es el que será presentado el viernes próximo en París. Llegar a un acuerdo en esas condiciones no suele ser fácil.
Como la regla es el consenso y el objetivo es "decir todo y lo más claramente posible -reconoce Jean Jouzel-, es previsible que las negociaciones sean arduas y cada palabra provoque una batalla diplomática".
Fuente: La Nación