Por Elizabeth Cavero, diario La República, 07 de Julio 2006.- Por segunda vez, una lideresa indígena ha llegado al Congreso. Se trata de Hilaria Supa Huamán, ex presidenta de la Federación de Mujeres Campesinas de Anta (Cusco), denunciante de las esterilizaciones masivas, ex candidata al Nóbel de la Paz. Una mujer quechua en la bancada de UPP.
Aún no juramenta, pero esta semana Hilaria Supa protestó contra el TLC en el hemiciclo del Congreso. Hilaria Supa Huamán habla suavemente. En parte, porque el castellano no es su idioma materno. En parte, por la dulzura característica de las mujeres andinas.
Pero, la noche del martes, el país vio a la Hilaria luchadora, dirigente campesina, gritando desde la galería del hemiciclo del Congreso su oposición al TLC con Estados Unidos. Son dos facetas de una mujer que se forjó entre el sufrimiento y el reclamo de sus derechos. Ella cuenta su historia.
–¿De dónde es usted?
Yo nací en la comunidad Wayllaqocha en 1957. Me criaron los padres de mi mamá, Helena Huamán. Mi abuelito y mi abuelita fueron como mis padres y cada vez que algo me va mal yo siempre les rezo a ellos para que me acompañen.
–¿Qué la llevó a ser dirigente?
El ejemplo de mi papá, Agustín Huamán (su abuelo paterno). En aquellos años existía la hacienda y el pueblo indígena era explotado por los hacendados.
–¿Usted recuerda el abuso?
Mi memoria es como un libro. Yo he visto cómo maltrataban a mi abuelito y él llorando me decía no te dejes. Era un luchador. En ese tiempo el hacendado, le quitaba sus mejores animales a los campesinos.
–¿Qué más recuerda?
Las violaciones de los hacendados a las mujeres. Ellos hacían trabajar a los hombres del pueblo y les pagaban con alcohol. Después los hacían emborrachar, traían a las mujeres y decían así se maltrata, así se le hace obedecer. Tal vez yo no entendía, pero hasta ahora lo veo como una película.
–¿Cree usted que la Reforma Agraria devolvió la dignidad a los campesinos?
¡Ah, claro! Luchamos para recuperar lo que siempre fue nuestro. Pero ahora la explotación es de otra forma. Ahora el campesinado vive independiente, pero no puede negociar sus productos a un precio justo. Su familia no tiene seguro social, sus hijos no pueden ir a un buen colegio y el gobierno no hace nada.
–¿A qué edad se independizó?
A mi abuelito lo mataron por 1965, justamente por defender nuestros derechos. Entonces me llevaron a Arequipa, pero tuve una vida muy triste. Lloraba mucho por mi mamá y mi papá y siempre decía quiero verlos, quiero verlos. A los 12 años regresé, pero encontré que mi abuelita también había muerto. Mis mejores recuerdos son hasta los siete años, cuando tenía la protección de ellos.
–Y entonces comenzó a trabajar
Comencé a trabajar en servicio doméstico en Cusco, en Arequipa, también me trajeron a Lima. En una casa en San Isidro fui empleada de un perrito que comía mejor que yo.
–¿Por qué regresó a Anta?
Porque mi pareja, el papá de mis hijos, se murió en un accidente. Tuve otra pareja y una hija más, pero yo ya no estaba bien. Regresé al Cusco con 22 años, pero la realidad no era la que yo esperaba. Había alcoholismo y maltrato a las mujeres. Eso me dio fuerza para organizarlas. Hacíamos charlas sobre violencia, sobre educación. En aquel tiempo, todavía no había una ley para que las mujeres entren al colegio.
–¿Cuántos hijos tuvo?
Dos mujeres y un varón que falleció también en un accidente. Era líder como su madre. Le gustaba armar equipos de fútbol. Un día les tocó ir a competir en otro pueblo. Contrataron un camión que se volteó a cuatro kilómetros del pueblo. No me gusta hablar de él, me duele, pero su espíritu es muy importante para mí. Él es un amor de Dios, un ángel que en todo me acompaña. Ahora está orgulloso de mí.
–La muerte la ha tocado mucho.
Pero el sufrimiento no me hace recaer.
Lesa humanidad
–En 1996 lideró a las mujeres que denunciaron las esterilizaciones de Fujimori. ¿Es la más importante de sus luchas?
Antes había hecho otras cosas. Por ejemplo, en la toma de tierras, yo era síndica. Cuando volví a mi tierra comencé a organizar el Comité Micaela Bastidas. Para los gobiernos y para la misma sociedad, la mujer campesina no es inteligente, pero allí fuimos autodidactas. Ahora yo sé leer y escribir.
–¿En quechua y en castellano?
En quechua también, si quieres. Luego, en 1991 formamos la Federación de Mujeres Campesinas de la Provincia de Anta.
–Usted llega al Congreso al mismo tiempo que Alejandro Aguinaga, ministro de Salud de Fujimori y defensor de las esterilizaciones. Es casi una broma cruel.
Él y los otros congresistas (fujimoristas) no saben nada sobre el dolor de las mujeres que pasaron por esto. Tal vez a ellos la justicia de los hombres no les va a llegar, pero hay una justicia suprema. Lo que han hecho lo tienen que reparar, porque a esas familias se les ha quitado su media vida, su media existencia.
–¿Tuvo miedo en esos años?
Nunca tuve miedo y una vez le dije al ministro si usted me manda a matar, mándeme a matar porque yo estoy hablando la verdad. Al final yo defendí lo que aprendí en Beijing (*) sobre los derechos.
–Pero, no todas las mujeres estaban contra el programa de esterilización
Las que en ese momento estaban de acuerdo ahora están arrepentidas. No recibieron ninguna atención, ninguna reparación y ahoritita están sufriendo. Inclusive hubo muchas que antes habían estado en contra de mí porque les habían dicho que yo me apropié de las indemnizaciones ¿Quién ha indemnizado?
–¿Por qué su libro se llama Los hilos de mi vida?
Ese libro lo escribió mi cuñada, ella me ha acompañado nueve años. Los hilos, porque las mujeres del Ande siempre hilamos y también vamos hilando nuestra vida. Cada día sigues hilando.
–¿Quién la postuló al premio Nóbel de la Paz en el 2004?
Las mujeres del Movimiento Amplio, la línea fundacional de Esther Mogollón.
–¿Por qué postuló al Congreso con UPP?
Porque realmente el plan nacional de nuestro líder me gustó. El pueblo quiere un cambio.
–Paulina Arpasi, representante aimara, se va muy decepcionada del Congreso. Siente que no la escucharon. ¿Teme que le ocurra lo mismo?
Sé muy bien que va a haber mucha discriminación. Ocurre cuando uno sale a la calle o va a un restaurante, la gente se burla. Pero eso no me amilana. Al menos diré lo que tengo que decir en mi idioma, gritaré en mi idioma el tema del respeto a las culturas indígenas.
–¿Va a venir siempre con esta ropa?
Esta es una ropa de gala, ropa ceremonial. La llicclla la llevo con orgullo porque ha sido la ropa de mi abuela y mi bisabuela, para que me dé el amor y la inteligencia de ellas. No la llevo así porque sí. Y si estoy declarando en este momento es porque ellas hablan a través de mí. Esta ropa no es para usar todos los días.
–Igual que Alejandro Toledo en el 2001, ¿haría un pago a los Apus?
Yo lo hago siempre. No lo haría sólo para sacarlo al aire. Eso es un ayni que le das a la Pachamama para agradecer por lo que te está dando. Es una ceremonia muy cerrada y muy profunda.
–Si el gobierno aprista se preocupa por los indígenas, ¿cuál debe ser su política?
Mira, el Apra dijo que no iba a firmar el TLC y sus congresistas están votando por el TLC.
–Se le vio muy molesta durante el debate. ¿Qué sintió cuando se votó el TLC en el Congreso?
Es una traición y me dolió mucho que algo tan importante para los campesinos se vote sin informarnos bien. Nosotros no decimos que no se firme, pero queríamos que se aclare si nos va a beneficiar.
–Quienes interrumpieron la sesión podrían serán denunciados.
Si tengo que ser denunciada por defender los derechos de nuestro Perú, seré denunciada. Nosotros hemos sido elegidos para defender los derechos del pueblo.
(*) IV Conferencia Mundial de Mujeres, Pekín 1995