En su edición electrónica de ayer al mediodía el diario El Comercio informaba Bloquean pistas en protesta contra el TLC con EE.UU. Yo reproduje esa información para hacer notar que aún en la versión de ese diario, con el que normalmente discrepo, se podía comprobar que la protesta había sido extensa y de fuerte impacto. Pero hoy, la edición impresa redujo lo que era la nota principal a un pequeño recuadro, en el que se afirma El paro agrario contra el TLC fue parcial en el país.
En páginas interiores la noticia más importante sobre este punto se resume en el siguiente titular: Ministro Manrique sostuvo que fueron pocos los agricultores que acataron el paro. O sea, que mientras fluían las noticias, El Comercio, tenía una mirada de los hechos, pero cuando debió registrarlos en papel para sus lectores regulares, se cambió la perspectiva, con lo que ha terminado por ser más importante la versión oficial de los promotores del TLC, que la de los propios corresponsales del medio.
Según el tabloide La Primera, de Juan Carlos Tafur, lo que pasó el día de ayer fue Un nuevo fracaso de la izquierda, que en páginas interiores se convierte en la segunda derrota de los opositores al TLC. La mayor prueba de que el Paro Agrario se frustró, según este periódico, es que en la ciudad de Lima (¡!) marcharon no más de doscientas personas. O sea el paro del campo se mide en la capital. Lo demás, es un poco de desorden.
Para Expreso y Correo, el Paro Agrario no existe en primera página. Hay cosas mucho más importantes que hablar de la huelga de las llamas y las vicuñas, al decir de Flores Araoz. El diario azul incluye una nota perdida dentro de su sección política con el siguiente título: Menos de 500 protestaron contra el TLC en Lima; mientras que Aldo M., ni siquiera se dio cuenta que había algún tipo de paro o movilización.
Sólo Perú 21 tiene un titular diferente: El sur no quiere TLC; que es como una nota desafinada de un coro uniforme, o una insólita muestra de que todavía se puede informar lo que se está viendo y comprobando, con independencia de que los criterios particulares del director o los dueños del medio, sean profundamente diferentes a los de los protestantes. Pero Álvarez Rodrich se ha convertido en una excepción, casi insólita, como puede comprobarse fácilmente.
Por circunstancias estrictamente personales pude constatar con enorme ansiedad que los buses que salieron de Lima a las 10 de la noche del lunes recién llegaron a Ayacucho a las 5.45 a.m., del día miércoles, casi 24 horas después de la hora programada. Esto significa que en los 300 kilómetros de la vía de los Libertadores debe haber habido un formidable bloqueo, kilómetro por kilómetro, para frenar el tránsito un día entero. A nadie le gusta que sus familiares pasen por estos trances, y a mí tampoco. Pero no puedo dejar de preguntarme sobre lo que dirán los que vivieron esa experiencia, acerca de la información expresada en los diarios. ¿A quién sirve?, ¿a los políticos para tomar decisiones?, ¿al público que viaja y utiliza el transporte?, ¿a los exportadores e importadores del TLC que creen que son todo el país o por lo menos su parte moderna y miran a los demás como simples pobretones a los que pueden satisfacer con algunas compensaciones? ¿A los EE.UU., para su votación de TLC?
También me pregunto sobre la cantidad de personas que estuvieron movilizadas en todo ese largo, para que pudieran imponer un bloqueo de esa magnitud y mantenerlo durante todo el día. Los que se dedican a calcular el número de manifestantes por cada cuadra, deberían repetir el ejercicio para establecer cuántos campesinos estuvieron en los bloqueos de Ayacucho. Y sumarles los que interrumpieron las conexiones con Bolivia, en Puno, y el tránsito hacia el Cusco, al norte del altiplano. Los que cerraron la Panamericana en Cañete, Pisco, Camaná, Arequipa, Mollendo, al sur del país, y los que lo hicieron en Huarmey y Chimbote, sin contar los que se movilizaron en el norte y sur chico, en Huancayo, Huánuco, Cusco, Apurímac, Huancavelica y otras regiones. Finalmente los que participaron de la lucha en el sólido norte, anunciando su exigencia de que el nuevo presidente cumpla con sus promesas.
¿Tiene alguien alguna esperanza de que los medios limeños se esfuercen por recuperar algún grado de credibilidad y no pretendan seguir haciendo creer que su opinión es la de las mayorías nacionales? Yo no la tengo. Pero puedo vivir con eso. Creo que las provincias del Perú casi han superado esta tremenda rémora antidemocrática. Pero Lima todavía está aplastada por la desinformación y la manipulación. De que nos demos plenamente cuenta de ello depende lo que pasará en los siguientes años.
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Foto superior: Diario La República