Diario ABC Color. Asunción. Recibido de Guillermo Riguera, corresponsal de Prensa Indígena, 18 de Mayo.- El obispo responsable de la Pastoral Indígena del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Mons. Felipe Arizmendi, considera que no se debe imponer el evangelio de Jesucristo a los indígenas porque él no vino a destruir culturas, sino a darles plenitud.
El obispo mexicano de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, de la zona de Chiapas, se encuentra en nuestro país participando de un seminario sobre teología india del que intervienen obispos y secretarios ejecutivos que trabajan con los indígenas.
El prelado informó que el encuentro que se realiza en Tupãrenda, Ypacaraí, es el tercero en América Latina. El primero tuvo lugar en El Salvador, para México y Centroamérica; el segundo, en Cochabamba, Bolivia, para los países bolivarianos; y éste para los representantes de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.
El objetivo -según explicó- es descubrir el paso de Dios por estos pueblos y de qué forma este paso es una manifestación de la salvación para toda la humanidad. Se analiza igualmente cómo se debe presentar a Jesucristo dentro de las culturas indígenas, discerniendo todo aquello que da vida y todo aquello que no da vida. "Entonces, lo primero que debemos hacer es conocer y acercarnos a estos pueblos.
No imponerles el evangelio de Jesucristo porque él no vino a destruir nada de lo que Dios mismo sembró en estos pueblos, sino a darles plenitud y desarrollo a sus culturas", enfatizó. Aclaró que esto no significa que se omita lo malo. Por ejemplo, cuando hay excesos de alcoholismo, aunque sea con motivaciones religiosas, se debe advertir porque Jesucristo ha enseñado hasta dónde el vino es positivo y hasta dónde es negativo.
Apuntó que en muchas partes, en las culturas indígenas, aún existen discriminaciones contra las mujeres, sin embargo, Cristo vino a rescatar a la mujer porque es también fundamental en el plan de Dios. Las culturas indígenas dan mucho lugar a los ancianos y a la naturaleza, y, según el obispo, estos valores enseñan a respetar la creación.
Mons. Arizmendi recientemente recibió una prohibición del Vaticano de ordenar diáconos permanentes (casados). Según su explicación, la disposición surgió a raíz de que la diócesis que asumió hace seis años tenía más diáconos casados que sacerdotes. Además, el Vaticano recibió notas de las comunidades para que se autorice la ordenación sacerdotal de los diáconos casados, lo que llevó a la Santa Sede a recomendar la suspensión de la ordenación de diáconos permanentes.