Hace dos días difundimos la noticia sobre la creación de la Zona Reservada Sierra del Divisor. Hoy publicamos los comentarios y observaciones críticos que sobre dicha reserva formula la antropóloga Beatríz Huertas Castillo. Consideramos de sumo interés sus apreciaciones para evaluar la política general que sobre las zonas reservadas y áreas protegidas emprende el Estado peruano.
Indígenas Harakmbut. Foto: Alejandro Parellada
La Zona Reservada Sierra del Divisor recientemente creada se superpone al territorio habitado por pueblos indígenas en situación de aislamiento de habla Pano, los cuales rechazan el establecimiento de contactos sostenidos con agentes externos a sus medios y son altamente vulnerables a enfermedades externas, principalmente infecciosas.
En general, el hecho que los pueblos en aislamiento habiten bosques amazónicos caracterizados por su gran biodiversidad, no es una simple coincidencia sino que refleja la relación que han desarrollado y mantienen estos pueblos con su medio natural. No obstante, esta característica también ha conllevado a que el INRENA y ONG ambientalistas nacionales e internacionales hayan identificado estas mismas áreas como “Zonas prioritarias para conservación”, las cuales vienen convirtiendo en Parques Nacionales, principalmente.
El establecimiento de estos Parques se viene dando en medio de procesos que llaman la atención por su celeridad, recursos económicos disponibles, pero sobre todo, por el rechazo y descarte definitivo de las diversas solicitudes de establecimiento de Reservas Territoriales a favor de los pueblos indígenas en aislamiento que habitan estos territorios, las cuales vienen siendo planteadas por las organizaciones indígenas, amparadas en la legislación nacional e internacional.
La creación de Áreas Naturales Protegidas en estas zonas implica su categorización, zonificación, manejo y administración de acuerdo a criterios eminentemente ecológicos, científicos y turísticos, que, tal como se puede constatar en la realidad, vienen afectando el bienestar y los derechos fundamentales de sus habitantes.
Ciertamente, existen reportes y estudios minuciosos que relacionan la alta incidencia de epidemias que afectan a la población Matsiguenka en aislamiento y contacto inicial del Parque Nacional del Manu, con la presencia de científicos, turistas y aventureros que ingresan a esta conocida Área Natural Protegida, con autorización del INRENA. Al parecer, la frecuencia con la que se vienen produciendo estas epidemias, con el saldo de numerosas muertes entre los Matsiguenka, no ha sido suficiente razón para que el INRENA adopte medidas de protección de la población más importante con la cual este riquísimo bastión de la biodiversidad del país ha convivido durante siglos: la humana.
Otro caso altamente riesgoso para los pueblos en aislamiento es la categorización del Parque Nacional Alto Purús, también territorio de estos pueblos, creando zonas ecológicas que permiten la presencia foránea precisamente en los mismos lugares donde en los últimos años se vienen produciendo sangrientos enfrentamientos entre madereros ilegales invasores de estos bosques y los indígenas aislados que defienden sus vidas y sus espacios vitales. ¿Busca así el INRENA que los científicos pasen a ser ahora los protagonistas de estos enfrentamientos, al igual que los madereros?
Un poco más al norte, también en el Parque Nacional del Purús, funcionarios brasileños han denunciado la presencia de madereros ilegales, la inminencia de que se produzcan ataques de éstos contra los indígenas aislados de la zona y la posibilidad de que se generen dislocaciones o alteraciones territoriales que terminan afectando a un amplio número de poblaciones de la zona de frontera. Todo esto ocurre dentro de un Área Natural Protegida.
Es larga la lista de situaciones que demuestran el estado de vulnerabilidad en que se encuentran los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial cuyos territorios reciben el tratamiento de "Áreas Naturales Protegidas". Por el momento pasaré a plantear algunas preguntas:
- ¿Con qué objetivos y criterios se establecen (realmente) las Áreas Naturales Protegidas?
- ¿Se puede afirmar, tal como lo hacen funcionarios del INRENA y conservacionistas, que el establecimiento de Áreas Naturales Protegidas constituye la forma más apropiada para garantizar legal y efectivamente el territorio y el conjunto de derechos fundamentales de los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial que habitan estos mismos espacios?
- ¿Por qué se siguen produciendo, con tanta frecuencia, epidemias y consecuentemente numerosas muertes entre indígenas Matsiguenka en aislamiento y contacto inicial, en el Parque Nacional del Manu?
- ¿Por qué se siguen produciendo graves enfrentamientos y consecuentes muertes entre madereros e indígenas aislados en el Parque Nacional Alto Purús?
- ¿Por qué en el Plan Maestro del Parque Nacional del Purús se establecen áreas de libre acceso precisamente en zonas habitadas por pueblos en aislamiento y, por ende, donde existe alta probabilidad de enfrentamientos y contagio de epidemias?
- Si la legislación nacional contempla el establecimiento de "Reservas Territoriales" a favor de los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial, ¿Por qué entonces se crean ANP sobre estos territorios?
- ¿Por qué no se consolida legal y efectivamente la figura de "Reservas territoriales" y se adoptan mecanismos eficientes de vigilancia, control y protección de estas áreas y, consecuentemente, de su población?
- Durante el proceso de establecimiento de la Zona Reservada Sierra del Divisor ¿se ha respetado el derecho de las organizaciones indígenas que representan a los pueblos afectados, a la consulta previa, de manera informada, oportuna y transparente, tal como lo señala el Convenio 169?
Es innegable la necesidad de practicar y promover un cuidado y manejo responsable de los ecosistemas y de la biodiversidad; no creo que haya alguien que rechace este principio. Sin embargo, la anteposición de intereses conservacionistas a derechos tan esenciales como la vida y el territorio de los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial afectados por el establecimiento de Áreas Naturales Protegidas; la falta de entendimiento del sector conservacionista sobre la importancia y la relación de interdependencia entre el indígena y su medio natural; el contrastante abierto respaldo del Estado al sector conservacionista frente a la desatención y arbitrariedades que son cometidas por éste en contra de los derechos y el bienestar de los pueblos indígenas afectados, no hacen más que reflejar graves problemas de fondo en el tratamiento de esta temática.
En términos generales, la situación de los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial, con relación a las políticas conservacionistas, se extiende al sector mayoritario de los pueblos indígenas organizados en comunidades nativas. Las diferencias recaen en que mientras que los primeros son afectados principalmente en términos de vulneración de sus derechos a la vida, la salud y el territorio; el segundo grupo reivindica mayormente el reconocimiento de su rol protagónico en la gestión de las ANP.