Ahora que ya tenemos bosques certificados tanto en castañales como bosques con fines maderables es conveniente discutir sobre los alcances de la Certificación Forestal Voluntaria (CFV) que no se reduce al tema económico, que siendo legítimo, no explica todas las implicancias que se deriva del proceso de certificación.
Un primer aspecto que hay que señalar refiere al fortalecimiento progresivo de un estilo de vida signada por la calidad, calidad en el proceso, calidad en los productos, calidad en el trato, calidad en las relaciones internas y externas. La certificación de una operación forestal va imprimiendo valores de la gestión empresarial seria, responsable, eficaz y eficiente. Aún cuando esto no se gana de la noche a la mañana o al día siguiente de estar certificados los procedimientos conducentes a mantener la certificación invitan a trabajar planificadamente, con visión, con estrategias claras y con procedimientos normados. Esto repercute favorablemente en la identidad corporativa y su cultura organizacional.
Un segundo aspecto refiere a la consolidación del concepto de ciudadanía forestal donde los involucrados empiezan a trabajar en un marco de derechos humanos y de obligaciones. Claro que hay muchas leyes a favor del ambiente o de los propios trabajadores pero no siempre se logra que se incorporen como práctica rutinaria en una operación forestal. La CFV, otra vez, invita, algunos dirían obliga, a que se respeten los derechos de los trabajadores y de los pueblos indígenas. Hemos podido apreciar que en muchas operaciones forestales las condiciones laborales de los trabajadores son muy precarias en nombre de la rentabilidad de la empresa. Tan “normal” aparecen estas condiciones que ni los propios trabajadores tienen la predisposición de discutirlas porque prima la necesidad y la urgencia de contar con un trabajo que mirar las condiciones de dignidad y de autoestima de las personas. No podemos, en nombre de la flexibilidad laboral, aplastar la dignidad de los trabajadores forestales. También es sabido que muchas comunidades nativas cuentan con PGMF y con permisos forestales que han sido favorecidos por empresas forestales con el propósito de que éstas puedan contar con una nueva fuente de abastecimiento de materia prima de manera barata y expeditiva. Luego queda a la comunidad la responsabilidad de realizar el manejo forestal que no puede implementar por carencia de recursos materiales y soporte técnico. Todos estos temas toman nueva dimensión por la CFV que se preocupa por las condiciones de trabajo y de salud de los trabajadores forestales y promueve que se establezcan relaciones armoniosas de trabajo entre empresas y comunidades nativas.
Un tercer aspecto tiene que ver con el reconocimiento que la CFV es una iniciativa de sociedad civil que establece un acuerdo social entre los diferentes involucrados para autoimponerse unas normas (estándares) que se consideran caracteriza una operación forestal “sostenible”. Tal vez la palabra “sostenible” todavía sigue siendo muy grande pero representa una aspiración, una guía para caminar. Esto hay que valorarlo porque implica que la sociedad civil contribuye a la gobernanza del bosque facilitando mecanismos de control social para respetar las leyes forestales y relacionadas. La Ley Forestal peruana ha valorado este aspecto por lo que la CFV genera incentivos a los operadores forestales. Lo interesante del caso es que siendo iniciativa de la sociedad civil parte del respeto de la normatividad local, regional y nacional. Una situación de suma antes que de resta.
Un cuarto aspecto, no menos importante, refiere al hecho de la instalación y fortalecimiento de una cultura del registro como paso previo para ir cimentando una propuesta de sociedad forestal de aprendizaje. El hecho de contar con políticas, protocolos, procedimientos y formatos ayuda a un proceso permanente de investigación-acción que conlleva a que se vaya retroalimentando permanentemente el accionar de la operación forestal. Este aspecto es de fundamental importancia ahora que se empieza a valorar en su real dimensión lo que significa la gestión de talentos humanos y las comunidades de aprendizaje, como aspecto central para mantener la competitividad de una operación forestal.
Un quinto aspecto a resaltar es que la CFV invita a que la operación forestal pueda verse en su amplitud y considerando todas las interrelaciones necesarias. Esta es una fusión creativa entre especialización y holismo. De ahí la presencia permanente de equipos interdisciplinarios que entre todos van aportando sinergéticamente para la construcción de la “sostenibilidad” de la operación forestal.
Un sexto aspecto refiere a reconocer la CFV como una forma decidida de luchar contra la tala ilegal. Por su propia naturaleza toda operación forestal está reñida con la ilegalidad y a mayor cantidad de operaciones forestales certificadas los ilegales tienen menos maniobra para operar.
Finalmente, hay que señalar que todo el proceso es adaptativo por lo que es la propia experiencia de campo y la reflexión crítica permanente que permite ajustar los estándares a las condiciones reales de un espacio geográfico determinado sin llegar a sacrificar el espíritu básico de la herramienta que es favorecer la rentabilidad de las empresas forestales respetando consideraciones de orden ambiental y social.
Para cerrar esta nota quiero invitar a los involucrados a reflexionar sobre los alcances de la CFV y señalar que el concepto de Responsabilidad Social y Ambiental de las empresas forestales sí es posible y nos corresponde a todos y todas contribuir para el proceso pueda avanzar en forma constructiva, ponderada y participativa. Sobre todo, hay que hacer respetar su carácter voluntario, pues que mejor que actores realmente comprometidos dedican sus esfuerzos, sus recursos y sus talentos a respetar el gran acuerdo social por bosques manejados y conservados con respeto y oportunidades a la gente.
Pucallpa, marzo de 2006