Lawrence Kurlander, el ex número tres de la poderosa compañía minera norteamericana, confesó al periódico The New York Times y al programa "Frontline" que en 2001 advirtió a los directivos que irían a la cárcel porque se habían vulnerado los estándares de protección del medio ambiente. Sus reporteros fueron encajonados
Especial del diario La República, por Ángel Páez, 27 octubre de 2005.- Newmont Mining contrató en 1994 a Lawrence Kurlander, a pesar de su inexperiencia en el negocio minero, debido a su peculiar habilidad para desplazarse tranquilamente tanto por los corredores del poder en Washington como por los vericuetos de las grandes corporaciones. Larry era lo que se llama un tigre.
De política, leyes y juegos entre bambalinas, aprendió mucho cuando trabajó como procurador y asesor de justicia criminal del gobernador de Nueva York, Mario Cuomo. Por sus cualidades saltó rápidamente al puesto número tres de la empresa aurífera más importante del planeta. Allí también aprendió bastante.
Larry Kurlander les contó a los periodistas Lowell Bergman y Jane Perlez, del periódico The New York Times, que las cabezas de Newmont y sus socios peruanos de Buenaventura le encargaron resolver el problema que tenían con los franceses de la empresa BRGM, que pretendía vender sus acciones de Yanacocha a la corporación australiana Normandy, principal competidor de Newmont. El caso llegó a la Corte Suprema. Le dijeron que hablara con Vladimiro Montesinos Torres.
"Él era el único que podía detener a los franceses", dijo Kurlander a los reporteros. Luego de reunirse con Montesinos, a quien le prometió de todo si intervenía a favor de la minera estadounidense -y el asesor presidencial le respondió que "amor con amor se paga"-, la Corte Suprema resolvió a favor de Newmont. Ese, sin embargo, no fue el único trabajito de Larry en Perú.
Uña negra, diente de oro
Los dueños de Newmont y Buenaventura negaron que enviaron a Larry a que hablara con Montesinos. Larry se molestó y dijo que no era verdad: "Fui forzado a negociar con un tipo como ése, se trató de un asunto terrible". Para demostrar que solo cumplía con tareas de alto nivel de la corporación, Kurlander reveló a The New York Times la nueva misión que le encomendaron.
Cuando el dos de junio de 2000 un camión de un contratista de Yanacocha accidentalmente derramó 151 kilogramos de mercurio a lo largo de 41 kilómetros, afectando la localidad de Choropampa, la población protestó contra la minera porque consideraba que no hacía esfuerzos por reconocer y reparar los daños. Para resolver la tensa situación, Newmont convocó a Kurlander.
El famoso programa "Frontline" de la cadena norteamericana PBS, que investigó el caso de Yanacocha junto con The New York Times, divulgó la entrevista que le hizo Lowell Bergman a Larry Kurlander. En el diálogo, el ex número tres de Newmont afirma que practicó una auditoría ambiental y halló "veinte problemas de alta prioridad" originados por la explotación minera.
La situación era tan preocupante que Larry informó por escrito al más alto ejecutivo de Newmont, Wayne Murdy, de que los responsables de la minera "podrían ir a parar a la cárcel como resultado de las denuncias criminales", dijo Kurlander.
La auditoría de Larry no gustó mucho que digamos a los mandamases de la más importante compañía aurífera del mundo. Larry cayó en desgracia y no tuvo más remedio que pasar al retiro, seis meses después de sus informes.
Para Kurlander, sus reportes fueron entregados en un momento crucial para la corporación: "Mientras pregonábamos a los cuatro vientos que éramos los guardianes de la conservación ambiental, de pronto descubrimos que no era así. Eso fue como un puñetazo en la boca del estómago", expresó el ex ejecutivo de Newmont a "Frontline".
Maldito metal
"Nadie se ha muerto", fue la respuesta del socio de Newmont, Roque Benavides, cuando Lowell Bergman le preguntó por la tragedia de Choropampa: "No todo ha sido tan malo".
Para la compañía es cuestión de números.
Newmont afirma que ha gastado más de US$ 100 millones en medidas de protección del medio ambiente, que les da empleo a dos mil peruanos y que pagan millones de dólares en impuestos al fisco.
Pero Lawrence Kurlander les dijo a The New York Times y a "Frontline" que no todo era cuestión de dinero.
"Newmont no ha conseguido recuperar la confianza de la gente en Perú, tiene que buscar algo más que la autorización del gobierno para operar en Yanacocha", explicó el ex número tres de Yanacocha: "Lo que necesita es la autorización de las comunidades". Y eso fue lo que recomendó a sus superiores. Pero no le hicieron caso. El tiempo le dio la razón a Larry.
Cuando Newmont pretendió la explotación del cerro Quilish, la población estalló. Newmont, en lugar de entender el problema, denunció una presunta infiltración extremista. Y el padre Marco Arana, que respaldaba a la población, fue acusado de "cura rojo". Fue un terrible error.
A diferencia de Roque Benavides, el gerente de la mina, Brant Hinze, admitió que Newmont "necesita trabajar con los campesinos en esta región empobrecida, porque ellos van a ser nuestros vecinos por mucho tiempo".
El padre Arana, quien en la historia de The New York Times y "Frontline" cumple un papel relevante, le dijo a Lowell, quien viajó hasta la zona, que "Quilish es para Yanacocha una montaña de oro, pero para la gente es una fuente de agua. Yanacocha no escucha al pueblo".
No se trata solo de la opinión de un sacerdote.
Agua quemada
"Cada vez más las comunidades se involucran en el curso de sus destinos. Cuando digo que es necesaria una autorización social (para la explotación minera), sé lo que significa. Sin el respaldo de la población, podrías perder el negocio. Podrían forzarte a salir de sus comunidades, y no vas a poder hacer nada, así tengas el apoyo del gobierno". ¿Quién dice esto con tanto conocimiento de causa? ¡Kurlander!
El ex directivo de Newmont entregó a Lowell Bergman del diario The New York Times copias de las auditorías ambientales que "confirman muchos de los reclamos de los campesinos". Sí, como lo leen: información de la propia empresa minera que ratifica la veracidad de las denuncias de los pobladores: "La desaparición de los peces y la contaminación de lagos, corrientes y canales contaminados, al menos en un caso con cianuro", señala el reportero.
Los resultados, según Lowell, nunca fueron hechos públicos por Newmont.
Citó como ejemplo Quebrada Honda, que en 1997 registraba 13 peces por kilómetro, y en 2000 no había ningún ejemplar.
Kurlander advirtió en una comunicación escrita a sus superiores que con la expansión de la mina "eliminamos muchas salvaguardias ambientales que estaban comprendidas en la ejecución de los planes de la gerencia ambiental".
Y el 18 de de enero de 2001 propuso a sus jefes y directivos, y él mismo, como castigo, redujeran sus primas entre 50 y 100 por ciento. Y que la medida se hiciera pública. Solo algunos hicieron un gesto simbólico. Kurlander, decepcionado, se fue de Newmont. Ya no lo necesitaban más.
Datos
Testigo. Al referirse a Newmont, Lowell Bergman dice en "Frontline" que se trata de la "problemática y oscura historia de acusaciones de corrupción y soborno, detrás de una exitosa compañía".
Sitios. La historia completa del New York Times está en: www.nytimes.com/2005/10/25/international/americas/25GOLD.html; y la de "Frontline" en: www.pbs.org/frontlineworld/stories/peru404/
Newmont decepcionada por los reportes
Antes de la difusión de los reportajes sobre Yanacocha difundidos por The New York Times y "Frontline", Newmont Mining difundió un comunicado en los Estados Unidos sobre el contenido de la investigación. Señala que la empresa "cooperó intensamente con los periodistas de acuerdo con sus prácticas de transparencia y comunicación abierta, y se les abrieron las puertas de la mina". Newmont señala que decidieron apoyar el trabajo de los reporteros para demostrar el esfuerzo de la compañía en materia de protección del medio ambiente, apoyo a las comunidades adyacentes a los centros de explotación y "el rechazo a los estereotipos negativos que se aplican a la industria de la minería". Pero, seguidamente, Newmont Mining expresó su decepción por las historias del periódico neoyorkino y del programa de televisión. A pesar de haber contribuido con los periodistas, sus conclusiones "son muy negativas", señala la empresa, porque muchas de las aseveraciones no son ciertas y pudieron ser respondidas por Newmont si los reporteros las planteaban en su momento. Por ejemplo, Newmont rechaza que la explotación minera sea una "amenaza para la existencia de las comunidades" porque se usan químicos durante el proceso de industrialización. "Cumplimos rigurosamente el Código de Control de Cianuro", alegó la empresa.
|
Fuente: Diario La República, Jueves 27 de Octubre de 2005