Servindi, 22 octubre de 2005.- La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) aprobó el jueves 20 el Convenio sobre la Diversidad Cultural, “fundamento de paz” y “desarrollo sostenible” por 148 votos a favor, dos en contra: Estados Unidos e Israel, y cuatro abstenciones: Honduras, Nicaragua, Liberia y Australia.
El texto aprobado por la 33 Conferencia General de la UNESCO establece que la cultura es mucho más que una simple mercancía regulable por acuerdos comerciales internacionales, como propugna Estados Unidos y otorga a los Estados el derecho soberano a impulsar y proteger su producción cultural, material e inmaterial, con toda medida que consideren oportuna.
El Tratado pone de relieve igualmente que además de ser “una característica esencial de la humanidad”, la diversidad cultural es “indispensable para la paz y la seguridad en los planos local, nacional e internacional, y "móvil esencial para el desarrollo sostenible de las comunidades, pueblos y naciones”.
Declaraciones
Jacques Chirac, Presidente de Francia elogió el acuerdo de la UNESCO y lo calificó de esperanza para una globalización que respete más la identidad de los pueblos.
El acuerdo fue considerado una victoria para Francia, país que desde hace décadas defiende la “excepción cultural” e impulsa desde 2002 la iniciativa de que la UNESCO adopte con urgencia un Convenio protector de la amenazada diversidad cultural.
La iniciativa encontró un rápido eco en Canadá, luego obtuvo el activo apoyo de Brasil y España y, más recientemente, del conjunto de los 25 países miembros de la Unión Europea, tras las reticencias iniciales del Reino Unido, indicaron algunos observadores del proceso.
El mexicano Jaime Nualart, secretario técnico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) elegido presidente de la Comisión de Cultura de la 33 Conferencia General de la UNESCO, subrayó que la mayor parte de los Estados destacaron la necesidad de salvaguardar la cultura “frente a la homogeneidad y la uniformización en el contexto de la globalización”.
Con palabras de Octavio Paz, Nualart afirmó que “lo que mueve a los mundos es la interacción de las diferencias, sus atracciones y rechazos” y que “cada cultura que desaparece disminuye la posibilidad de vida”.
Nualart expresó que se trata del primer convenio internacional que vincula cultura con comercio. “Es un instrumento que habla de los bienes y servicios culturales como mercancías, pero también como portadoras de identidad. Se trata de un tema que nunca había podido entrar en la agenda de la Organización Mundial de Comercio debido a que no había instrumentos jurídicos que vincularan un tema con el otro”.
Para Nualart, es un hito histórico el que por vez primera se tome en cuenta a la cultura, como un elemento fundamental de las economías nacionales, porque al mismo tiempo representa los intereses de un número importante de creadores del mundo interesados en que su obra se dé a conocer en un mundo en el cual hay una tendencia a la homogeneización cultural.
“El Convenio dota a los distintos gobiernos de herramientas para establecer políticas públicas en materia de promoción y de estímulo a las industrias culturales - dijo Jaime Naluart- . Los gobiernos contarán con los elementos para establecer políticas que estimulen y promuevan a sus creadores y a sus industrias culturales, ya sean pequeñas o medianas, indispensable en el caso de México”.
Por su parte, el secretario de Cultura argentino, José Nun, dijo que "el convenio significa para América Latina un nuevo hito en la defensa de las industrias culturales. A partir de ahora, cada país podrá tomar las medidas que considere convenientes para proteger y promover la diversidad de sus propias expresiones culturales".
Ratificación del Convenio
Renaud Donnedieu, Ministro francés de Cultura, anunció que Francia ratificará muy pronto el Convenio que comenzará a regir tres meses después de que sea ratificada por 30 Estados.
Por su parte el mexicano Jaime Nualart señaló que “la firma representa el interés por adoptar un instrumento que reconozca la diversidad cultural a nivel legal internacional y se dote a los gobiernos de herramientas para establecer políticas públicas que protejan, promuevan, estimulen la diversidad cultural que se expresa a través de sus bienes culturales”.
Primeros impactos
Analistas advirtieron en distintos medios que la aplicación de la Convención será complicada pues Estados Unidos recalcó que el nuevo Tratado no debe interpretarse de manera que vulnere las obligaciones establecidas en otros acuerdos “como por ejemplo la Organización Mundial del Comercio (OMC)”.
Estados Unidos lamentó la adopción de la Convención y denunció que el texto fue “redactado con prisas y puede perjudicar a la libre circulación de bienes y servicios y legitimar las violaciones de los derechos humanos”.
“Muchos la utilizarán para controlar y no facilitar la circulación de los bienes culturales” dijo Louise Oliver, representante norteamericana en la UNESCO.
Rafael Segovia, representante en México de la Red Internacional para la Diversidad Cultural, celebró la aprobación de la convención y planteó que la diversidad cultural debe ser un tema incluido en la agenda de los candidatos a la Presidencia.
Una vez aprobado y ratificado tocará a la sociedad civil presionar para que cada país desarrolle políticas específicas para proteger sus manifestaciones culturales. Incluso, podría pedirse la revisión del Tratado de Libre Comercio de América Norte (TLCAN) para agregar una cláusula de exclusión de la cultura.
"Desde el punto de vista cultural el TLC nos afecta mucho. La única cláusula que tiene que ver con la cultura es una que se refiere al derecho de autor. Es bastante comercial y defiende los intereses de las empresas estadounidenses de entretenimiento. Podría pensarse en revisar el TLC, no para revocar nada, sino para agregar una cláusula que prevea la excepción cultural"
Contenidos específicos del Convenio
Pese a la crítica efectuada por voceros norteamericanos por la supuesta celeridad en la aprobación del Convenio fuentes de la UNESCO informaron que la Convención es el contrario resultado de un largo proceso de maduración, de reuniones de expertos independientes y gubernamentales, y dos años de intensas negociaciones.
El texto final de la convención refuerza la idea, ya contenida en la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001), de que la diversidad cultural debe considerarse un "patrimonio común de la humanidad”, y su defensa “un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana”.
La Convención se propone reafirmar los vínculos que unen cultura, desarrollo y diálogo y crear una plataforma innovadora de cooperación cultural internacional. Con este fin, el texto reafirma en su artículo 1 el derecho soberano de los Estados a elaborar políticas culturales con miras a “proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales”, y a “crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones libremente de forma mutuamente provechosa”.
El artículo 2 enuncia una serie de principios para garantizar que ninguna medida destinada a proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales atente contra los derechos humanos y las libertades fundamentales “como la libertad de expresión, información y comunicación”.
El “principio de apertura y equilibrio” establece que, cuando los Estados adopten medidas para favorecer la libertad de las expresiones culturales “procurarán promover de manera adecuada la apertura a otras culturas del mundo”.
Los artículos de 5 a 11 señalan los derechos y obligaciones de las partes, que incluyen una serie de políticas y medidas encaminadas a abordar la creatividad con todas sus implicaciones en el contexto actual de mundialización, donde las diversas expresiones circulan y son accesibles a todos a través de los bienes y servicios culturales.
Reconociendo el papel fundamental de la sociedad civil, las partes se esforzarán por crear un entorno que incite a los individuos y grupos sociales a “crear, producir, difundir y distribuir sus propias expresiones culturales, y tener acceso a ellas. Será preciso, además, dar la debida atención a las circunstancias y necesidades especiales de las mujeres y de distintos grupos sociales, en particular las personas pertenecientes a minorías y los pueblos autóctonos”.
La promoción de la cooperación internacional, que atañe en particular a los países en desarrollo, es también un elemento fundamental de la Convención - que se extiende de los artículos 12 a 19.
A ese respecto, se prevé la creación de un Fondo Internacional para la Diversidad Cultural cuyos recursos provendrán de contribuciones voluntarias de las partes y recursos financieros asignados por la Conferencia General de la UNESCO, así como de diversas contribuciones, donaciones o legados, y de todos los demás recursos autorizados por el reglamento del Fondo.
La preocupación de velar por la coherencia entre la Convención y los demás instrumentos internacionales existentes condujo a los Estados a incluir una disposición -artículo 20- destinada a garantizar una relación de “potenciación mutua, complementariedad y no supeditación” entre esos instrumentos. Al mismo tiempo, “ninguna disposición de la presente Convención podrá interpretarse como una modificación de los derechos y obligaciones de las partes que emanen de otros tratados internacionales en los que sean parte”.
La Convención establece también mecanismos encaminados a garantizar un funcionamiento eficaz del nuevo instrumento, entre los que figura un dispositivo no vinculante de solución de litigios que permite abordar, con una perspectiva estrictamente cultural, eventuales divergencias de puntos de vista sobre la interpretación o aplicación de determinadas reglas o principios relativos a la Convención -artículo 25-. Este mecanismo alienta primero la negociación y luego el recurso a la mediación y a los buenos oficios. En última instancia, puede iniciarse un procedimiento de conciliación. La Convención no prevé ningún mecanismo de sanciones.
Con esta Convención se completa la acción normativa orientada a defender la diversidad cultural en todas sus expresiones, y sobre todo, los dos pilares: el patrimonio y la creación contemporánea.