El presente artículo es una valioso aporte de Leonor Zalabata, mujer del pueblo Arhuaco, al tema de la seguridad alimentaria a partir de la experiencia de un pueblo indígena, en un agravado contexto de violencia social y política. Fue publicado en la revista Semillas de junio 2005, dedicada a la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y la soberanía alimentaria, y es una oportunidad para invitar a nuestros lectores interesados en dichos temas para visitar el sitio web del Grupo Semillas que desde Colombia cumple un rol muy importante en el debate y promoción de dichos temas: www.semillas.org.co
territorio propio, tradición propia,
y conocimientos propios,
es un Pueblo libre”
Ubicación geográfica
La característica central de la ecorregión de la Sierra Nevada de Santa Marta, es ser una cadena de cumbres, con montes y nevados, en una montaña aislada, separada de la cadena de los Andes que recorre Colombia. Alcanza una altitud de 5.684 metros a sólo 46 kilómetros de la Costa Caribe. La Sierra Nevada es la cumbre costera más alta del Mundo y abarca un área de unos 12.600 kilómetros cuadrados (el 60% del área total de la ecorregión). Gracias a su variabilidad altitudinal, como a su localización, ubicada a 11 grados de latitud norte, la Sierra Nevada contiene un mosaico de biomas de trascendencia global (posee casi todas las zonas climáticas que pueden darse en América Tropical). En la región habitan cuatro resguardos indígenas, y cuatro pueblos indígenas.
Pueblo Arhuaco
La civilización Tayrona estuvo bien establecida y desarrollada. Antes de la llegada de los españoles a las Costas de Santa Marta, esta población practicaba una agricultura altamente extensiva, y se movía entre las diferentes altitudes desde el nivel del mar hasta las tierras más alta, de acuerdo con un calendario ritual, que permitía tener vastos conocimientos tradicionales sobre cada una de las complejas variedades de productos. La conquista destruyó gran parte de esta civilización y obligaron a su población a vivir solamente en las partes más altas de la Sierra, lo que rompió con el equilibrio del sistema productivo.
Hoy en día en el pueblo Arhuaco, somos aproximadamente 25 mil indígenas, ubicados en el resguardo Arhuaco, en el territorio tradicional de la Sierra Nevada, con 42 asentamientos organizados a través de la Confederación Indígena Tayrona, bajo la dirección política y cultural de las autoridades tradicionales. Los Arhuacos conservamos el legado de unidad en la cosmovisión con los pueblos indígenas koguí y Wiwas y nos relacionamos con el pueblo Kankuamo, quienes adelantan un proceso de reconstrucción cultural.
Contexto de la seguridad de los alimentos
La garantía de tener los alimentos necesarios para el bienestar y proyección de la alimentación, no la encontramos únicamente en el requerimiento físico y el consumo, sino en una respuesta integral de nuestros territorios y nuestra cultura, de tenencia actual y futura de nuestros propios valores y el reconocimiento tecnológico tradicional propio. Esta ha sido la manera de resistir en medio de la guerra que ha llegado a nuestras comunidades y a nuestros territorios, por que hemos demostrado que no tenemos necesidad de hacer parte del conflicto armado, para la solución de nuestras deficiencias y necesidades colectivas.
A pesar de las acciones y recursos institucionales aplicados para solucionar la problemática indígena en la Sierra Nevada de Santa Marta, gran parte de estos esfuerzos no han tenido los efectos esperados, puesto que no se han canalizado adecuadamente los procedimientos y las formas para interactuar con los pueblos indígenas, alrededor de los valores, los propósitos y los derechos indígenas, que son los caminos para garantizar la presencia indígena en la humanidad.
En tal sentido, el pueblo Arhuaco, ha reafirmado la necesidad de impulsar, afianzar y potenciar el manejo y uso derivado de su visión cultural, la tenencia de latierra dentro del territorio, el reconocimiento de las especies nativas y endémicas de nuestro territorio, el desarrollo de nuestros cultivos para uso alimenticio a partir de semillas propias y las prácticas de nuestras costumbres, técnicas y rituales que se consagran en la ley de origen, para nuestros cultivos.
Uno de los aspectos de gran relevancia en los procesos de producción, reproducción y conservación de los alimentos del pueblo Arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta, son las autoridades y las comunidades tradicionales locales, dentro del marco general que establece la tradición. Esto es lo que determina las razones para que exista una real conciencia de los patrones culturales; que permiten la conservación y el mantenimiento del equilibrio entre el hombre y la naturaleza como garantía para el autoabastecimiento de alimentos, para el cuerpo y para el alma.
Como se explica claramente, “nuestro territorio es importante no sólo por la diversidad biológica, sino porque existe una cultura que está basada en la concepción integral y sagrada del espacio que habitamos, sustentada en el desarrollo de los conocimientos tradicionales, que han sido heredados de generación en generación, desde la creación del mundo hasta hoy, para el uso y manejo de nuestros recursos y el desenvolvimiento de nuestra cultura y nuestros valores. En otras palabras, los conocimientos tradicionales para el manejo del territorio están ligados íntimamente al espacio geográfico, topográfico y ambiental; para asegurar la soberanía de la producción alimentaria y la perpetuidad de la cultura que sabe y conoce de su espacio físico”.
Nuestras prácticas tradicionales
Cabe destacar que la alimentación propia y la resistencia del pueblo Arhuaco no está basada en la coyuntura de los actores armados sino en la conciencia de un sistema que es propio, que reconoce nuestro territorio sagrado de acuerdo a los astros, el ciclo de lluvias, el cambio de clima etc., y que la guerra y el conflicto armado, no es un elemento que fundamenta el impulso de la soberanía alimentaria del pueblo Arhuaco o los pueblos indígenas de la Sierra Nevada. Han sido y son prácticas de conservación, de uso razonable y de íntima relación con nuestras plantas de interés local para la alimentación; para la salud, para la vivienda, para los cuidados de los valores ambientales, valores tradicionales, y para los asuntos de la agricultura y la ganadería.
Con conflicto o sin conflicto, siempre hemos dependido de la relación con nuestros valores agrícolas, para la sobrevivencia de las personas, la familia y las comunidades, al igual que los animales domésticos y silvestres. No es tradicional comercializar los alimentos (tabla 1), y cuando esto ocurre se hace por solidaridad o para favorecernos unos a otros, pero el objetivo no es acumular el capital y depender de la venta de estos productos de la tierra. Se trata de cuidar la tierra y recibir sus beneficios, se trata de un dominio de nuestros valores culturales, que desaparecerán en la medida que desaparezcamos como Pueblo con valores tradicionales o que desaparezcan las semillas de nuestras tierras, o perdamos el territorio. No somos herederos de inventos, somos herederos de los bienes de la naturaleza.
Tabla 1. Obtención y reproducción de plantas alimenticias, medicinales y ornamentales entre otras
Plantas |
Variedades |
Plátano y banano |
Dominico; francé; sentao; manzano; maritú; emperatriz; montuno; cuatrofilo; etc. |
Tubérculos |
Perico; malanga; ñame; arracacha; papa; batata; yuca; pica-pica hiru; etc. |
Granos |
Maíz (variedades); guandul – kankuku; fríjol amarillo; caraota; arveja; etc. |
Huertas, hortalizas y plantas medicinales |
Col; repollo; tomate; cilantro; ajo; cebollón; ají; ahuyama; manzanilla; matricaria; limonaria; etc. |
Frutales, silvestres o cultivados |
Naranja; limón; tomate de árbol; piña; toronja; manzana propia; mora; guayaba; granadilla; maracuyá; guanábana. |
Valores culturales |
Coca; ambira; umutiki; torko; tinki; etc. |
Valores comerciales |
Aguacate; café; etc. |
Arquitectura y Artes |
Macana; caña lata; carrizo; ucha; colegallo; seneywya; torko; punkiri; etc. |
Otros |
Kanunka, siunka (variedades de algodones); caña- panela; maderable; cedros; quina; cotoprí; algarrobo; mamoncillo; guamo; brasil; ceiba; caracolí; puy; carreto. |
Con relación al tema de la guerra y el conflicto armado en nuestros territorios, éste no ha sido superior al aprovisionamiento de la naturaleza, de elementos básicos para resolver desde nuestra cosmovisión nuestra alimentación, la reproducción de nuestra cultura y técnicas, el desarrollo de nuestras tradiciones, el mantenimiento de los valores ambientales (manantiales, control de erosión, fertilización de la tierra), y la construcción de nuestras viviendas. Cada una de esos valores cumplen múltiples funciones vitales; en el territorio, en la alimentación de la gente y en la protección de los animales.
Con los recursos naturales mantenemos la autodeterminación; como pueblo indígena diferente, garantizamos el equilibrio de la naturaleza, cuidamos la tierra, resolvemos nuestras necesidades básicas culturales, reproducimos nuestros conocimientos tradicionales y mantenemos nuestra economía propia.
Desde un principio ha sido preocupación de la organización indígena y del quehacer institucional, consciente de que se está en un territorio ancestral, propender por el desarrollo armónico de los procesos dentro de la comunidad, sobre todo, lo referente a los patrimonios culturales que se gestan desde el seno de la comunidad y comienza por el fortalecimiento a las autoridades tradicionales.
En este sentido y en vista de que es necesario fortalecer las acciones de conservación y producción de los alimentos con las técnicas experimentadas, con el objeto preciso de alimentar nuestras familias, nuestras tierras, nuestro medio ambiente en la Sierra Nevada de Santa Marta, vemos que es necesario afianzar el saber cultural a partir de procesos reales que fortalezcan a las comunidades y que estén dirigidos a través de las autoridades propias. La intromisión de ideologías, educación inadecuada, el desconocimiento de prácticas cotidianas, la subestimación y subvaloración de los seres de la tierra comenzando por la manipulación de la naturaleza, ha alterado la estabilidad cultural, social y económica de los pueblos, creando dependencias que dan como resultado explotación, pobreza, discriminación cultural, política y económica. La violencia en nuestros territorios, ha exigido disminuir algunas prácticas agrícolas y culturales y ha entorpecido el desenvolvimiento de nuestros intercambios de alimentos. Sin embargo, la presión en la restricción alimentaria ha generado rescate, reproducción, de nuestros valores alimenticios que no se reproducen en las mismas condiciones por el desequilibrio ecológico que azota la humanidad, pero han sostenido nuestro ámbito alimenticio.
Durante mucho tiempo hemos aprendido a aprovechar la riqueza natural de la tierra, de manera integral como máxima connotación ancestral, respetándola y logrando convivir en equilibrio y armonía con nuestro entorno. Nuestras prácticas de supervivencia son el resultado del desarrollo tecnológico de todos los siglos y responden estrictamente a nuestra misión de proteger la madre, para salvar la vida.
Las estrategias y acciones que han contribuido al tema de la seguridad alimentaria como mecanismo de resistencia ante el conflicto histórico, social, político, económico y armado, ha sido la delimitación territorial, el reconocimiento de la jerarquía ambiental del territorio indígena, el reconocimiento de la importancia de la diferencia cultural, y además ha sido una estrategia para la conservación de la diversidad biológica la consolidación territorial. Sigue siendo el más importante reto de los pueblos indígenas la recuperación del territorio hasta donde llegue su ámbito cultural y tradicional.
Dificultades para avanzar y consolidar las propuestas de producción alternativas
El Estado colombiano carece de una política indígena, que tenga en cuenta medidas de protección o programas, que contribuyan a mantener los valores de la alimentación que incentiven las semillas tradicionales o que brinden el apoyo necesario para asegurar la permanencia de la autonomía de los productos agrícolas de la alimentación. Los derechos para la producción no existen, la tendencia de fomento ha estado mas orientada al monocultivo para la producción comercial, como el café, en donde el productor tiene muchas dificultades para tener beneficios justos, y se basan en técnicas ajenas que crean dependencias.
También, en menor escala y por fuera de programas estatales significativos se han incorporado valores alimenticios a través de las huertas tradicionales y en muchos casos se ha introducido semillas de hortalizas etc. Con todos estos productos se obtienen experiencias en el manejo, pero todavía no tienen una incorporación al quehacer agrícola tradicional y pasan a hacer actividades agrícolas de coyuntura, siendo necesario encontrar el equilibrio con el entorno, el ambiente y también reconocer sus orígenes padres y madres en este territorio.
Amenazas a la seguridad alimentaría
Los pueblos indígenas podríamos afirmar que actualmente existe una fuerte amenaza contra la seguridad alimentaría y a los derechos a una alimentación soberana; entendiendo ésta, como la capacidad colectiva de nuestros conocimientos tradicionales, las tecnologías ancestrales, la autoridad moral para convivir entre las comunidades y la permanencia de la naturaleza como referente irrevocable en nuestras tradiciones, y también la práctica de los individuos y las comunidades, contenida en nuestra identidad.
El conflicto armado interno de Colombia ha acelerado el alto riesgo de la permanencia de la vida, la dignidad, la confianza, el respeto, el derecho de alimentarnos de acuerdo a nuestras costumbres y nuestras tradiciones de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y de todo el país. El sistema político administrativo de Colombia, con o sin políticas de Estado ha tenido la responsabilidad del histórico conflicto cultural, económico, social y político, que ha originado desencadenamientos de desorientación, suplantación, eliminación de pueblos, pérdida de territorios y de hecho limitando las prácticas de nuestras tradiciones. Esto se debe a que las políticas gubernamentales, vienen generalmente implementadas por un connotado desconocimiento de concertación o consulta, y por la negación a ejercer el derecho humano para tomar decisiones con respecto a nuestros destinos.
Los pueblos indígenas, en vez de obtener los alimentos productos de nuestras tierras, crecidas con el espíritu de nuestra Fe y cuidados por el desarrollo de nuestras prácticas tradicionales; el gobierno colombiano, orienta desde sus instituciones los programas de ayuda alimentaria, a través de la entrega de raciones alimentarías, las cuales son almacenadas y conservadas con productos químicos, para evitar las plagas que los puedan atacar. Estos alimentos son entregados a las comunidades a través de diversas estrategias: colectivamente, mediante los restaurantes escolares, puestos de salud y programas para los mayores de edad. Esta situación ha generado la dependencia de las personas y las comunidades, a las instituciones gubernamentales que ofrecen esta ayuda. Luego estas acciones son registradas en el plan de inversión del Estado como solución a la grave carencia de alimentos o de crisis humanitaria y como una solución para reducir los índices de la mala alimentación y marginación de los pueblos indígenas. Entonces, ¿para quién es funcional este tipo de administración de alimentos institucionales?, ¿acaso no es cuestión de dignidad o de derechos humanos tener nuestros propios alimentos, y no los posibles alimentos transgénicos?
El Tratado de Libre Comercio, TLC, sumado a la incertidumbre de la política nacional sobre la seguridad de los alimentos de los pueblos indígenas, no permitirá la garantía del principio de autonomía de los pueblos indígenas, consagrados en la constitución política de Colombia y en las normas internacionales, que reconocen estos derechos. Adicionalmente estas políticas, no han definido quiénes son los verdaderos propietarios de nuestros bienes territoriales y culturales, y tampoco han permitido establecer si todo puede ser considerado como mercancía dentro de una negociación.
“La seguridad y soberanía de los alimentos, los llevamos por dentro”
Fuente: Revista Semillas Nº 24-25, junio 2005, dedicado al tema: Experiencias locales en soberanía alimentaria en medio del conflicto armado.