Servindi, 31 de diciembre, 2009.-Â El sacerdote Fermín Rodríguez Campoamor calificó de "documento histórico" la carta que expone las razones por las cuales Jesús Manacés Valverde y María del Carmen Gómez Calleja decidieron no avalar ni suscribir el informe final de la Comision Investigadora de los Sucesos de Bagua.
En un comentario ingresado al blog de Servindi el sacerdote de la Parroquia de Santa María de Nieva, provincia de Condorcanqui, región Amazonas, agradeció a ambos miembros el "servicio histórico que han prestado a la causa del pueblo indígena" defendiendo las pretensiones de "lavar la cara del gobierno" por los demás miembros de la comisión.
El párroco calificó de "alucinante" el afán de criminalizar cualquier contacto humano que alguien haya tenido con los manifestantes "y llamarle por eso azuzador y responsable de los 33 cadáveres".
La "obsesión de ver responsables de todos los males en los demás sobre todo si pertenecen a algún tipo de asociación, agrupación, partido, nación, ONG o iglesia acrecienta la sospecha de que se andan buscando chivos expiatorios de las propias culpas que no se quieren confesar" afirmó el padre Fermín.
Asimismo, calificó de "fantasía peliculera" y "disparatada" la versión de que "los misioneros de Jaén, los del Norte, son los malos de la película que incitan a pelear, mientras los misioneros del Sur son los santos y pacificadores". Sobre esto no se aporta ninguna prueba dijo Rodríguez Campoamor.
Los manifestantes indígenas "ejercitaban el noble y democrático derecho de manifestarse públicamente, como responsables ciudadanos, en defensa de sus derechos como pueblos reconocidos en la Constitución" señala el párroco en otro aparte de su comentario.
El padre concluye en que "el mayor error del Estado es tardar tanto tiempo en no reconocer sus errores patentes a toda la población".
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Comentario del padre Fermín Rodríguez Campoamor
Es preciso felicitar muy efusivamente a los dos disidentes y agradecerles el histórico servicio que han prestado a la causa del pueblo indígena saliendo valientemente en su defensa en contra de las pretensiones de los demás integrantes de la misma mesa y de quienes los eligieron, por lo que se ve, no para que investigaran a fondo y con honradez y libertad las verdaderas causas de nuestra tragedia del 5 de Junio sino para "lavar la cara" del gobierno impidiendo por todos los medios que el documento pusiese en duda la "inocencia" de los ministros y generales implicados a quienes todos los peruanos que disponían de ojos y oídos aquel terrible día 5, conocen perfectamente.
No se puede ocultar la luz del sol. Mantener la obstinación de repetir que lo que ven todos no es la luz del sol sino una alucinación colectiva, canta a voces que aquí hay gato/a encerrado de grandes dimensiones con categoría ya de tigrillo/a o tigrazo/a.
El afán de criminalizar cualquier contacto humano que alguien haya podido tener con los manifestantes en los días previos y siguientes al día 5, -aunque sólo fuese darles la mano o una palmada, un plátano, un vaso de agua, unos soles o una palabra de compasión y aliento- y llamarle por eso azuzador y responsable de los 33 cadáveres, resulta, sí, alucinante.
Esa obsesión de ver responsables de todos los males en los demás sobre todo si pertenecen a algún tipo de asociación, agrupación, partido, nación, ONG o iglesia acrecienta la sospecha de que se andan buscando chivos expiatorios de las propias culpas que no se quieren confesar.
Pero la aportación acaso más original por disparatada ha sido la declaración de que los misioneros de Jaén, los del Norte son los malos de la película que incitan a pelear mientras los misioneros del Sur son los santos y pacificadores. Por supuesto no se da ninguna prueba de esta fantasía peliculera.
El mayor error del Estado es tardar tanto tiempo en no reconocer sus errores patentes a toda la población.
Su penúltimo error y engaño ha sido esta mesa de diálogo minada por las posiciones apriorísticas contrapuestas que imposibilitaban de raíz cualquier resultado positivo en favor del entendimiento y la pacificación.
Un terrible primer error inmediatamente, después de apagarse la mortal balacea del día 5, fueron los más burdos y apasionantes insultos lanzados desde las bocas de ministras/os de entonces y de los que, a posteriori, recibirían el premio muy especial de un ministerio por la calidad y el calor de todo lo que gritó contra unos manifestantes indígenas que ejercitaban el noble y democrático derecho de manifestarse públicamente, como responsables ciudadanos, en defensa de sus derechos como pueblos reconocidos en la Constitución.
El documento ya criticado por tantos se desmoronaba por sí solo como un panetón bamba hinchado con bomba pero la ráfaga de los 45 puntos del informe de nuestros dos meritísimos disidentes -él y ella- han reventado el engendro como un globo.
Jesús Manasés y Maria del Carmen Gómez, su escrito en forma de carta al Ministro de Agricultura, es ya un documento histórico y contiene todas las virtudes de que adolece el documento que con razón (con 45 razones!) se negaron a firmar. Un buen servicio al pueblo indígena. Enhorabuena.
Fermín Rodríguez Campoamor
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