Mientras la criminalización y los desalojos hacia los pueblos indígenas y campesinos de Paraguay funcionan como política de Estado que legitima el avance del agronegocio, la Articulación Nacional Indígena por una Vida Digna (ANIVID) se organiza para defender los territorios de manera colectiva y construir alternativas frente a la crisis climática.
Por Camila Parodi
Durante el gobierno de Mario Abdo Benítez en Paraguay, la violación de derechos y los ataques cometidos contra los pueblos indígenas y campesinos se han recrudecido. Esto no es casual; por el contrario, se da como un proceso paralelo al avance de la frontera del agronegocio y su consecuente concentración de la tierra.
Como explican las diferentes convenciones sobre derechos internacionales, para respetar los derechos de los pueblos indígenas es necesario, primero, reconocer su relación con el territorio.
Sin embargo, el Estado paraguayo desconoce, de manera cotidiana, los derechos de los pueblos; y lo hace a través de un mecanismo organizado de control: criminalización de la protesta, represión de las manifestaciones, desalojos ilegales, falta de participación y presupuesto, contaminación y envenenamiento, por nombrar algunos ejemplos.
Por ese motivo, desde el año 2020 más de 30 organizaciones y comunidades indígenas crearon la Articulación Nacional Indígena por una Vida Digna (ANIVID): una respuesta organizada ante la falta de políticas públicas de participación y reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas pero, también, una instancia de diálogo y construcción de alternativas.
Inicialmente, la ANIVID se articuló en torno a la exigencia de presupuesto para el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI). Hoy, la lucha que los encontró ha permitido la unión de los pueblos indígenas para la defensa de la tierra, sus derechos y su cultura, en el territorio paraguayo.
En Paraguay, según fuentes oficiales, el 97% de las personas indígenas tienen alguna Necesidad Básica Insatisfecha y el 65% vive en situación de pobreza. A su vez, más del 30% de las comunidades tienen dificultades para el acceso a la tierra.
Frente a este panorama, la articulación de pueblos se propone fortalecer su capacidad de exigir e incidir políticamente, de manera cada vez más protagónica. Lo hacen de manera colectiva, con asambleas y formaciones, a través del intercambio de saberes ancestrales y culturales y del trabajo cotidiano con las juventudes, para que acompañen el proceso.
Foto: La Unión (www.launion.com.py)
La recuperación y defensa de los territorios es urgente. No sólo como reconocimiento de los derechos de la naturaleza y sus defensorxs, sino también como un primer paso frente a la actual crisis climática, sobre la que los pueblos indígenas tienen mucho para decir. Para conocer sus miradas y formas de organización, BiodiversidadLA dialogó con Mario Rivarola, referente de la Organización Nacional de Aborígenes Independientes (ONAI), una de las 34 organizaciones que integran la ANIVID en Paraguay.
- Durante el gobierno de Mario Abdo Benítez, los desalojos y las violencias cometidas contra las comunidades indígenas y campesinas se han profundizado. ¿Cuál es su lectura ante esta situación?
Últimamente, sufrimos muchos atropellos en Paraguay como pueblos indígenas y campesinos, de parte del gobierno nacional, el aparato represivo, fiscales, jueces y algunos civiles armados, que son pagados por los supuestos dueños de algún negocio sojero y ganadero, principalmente extranjeros. Todos nos están atacando. Nosotros, por ejemplo, sufrimos dos violentos desalojos en el último tiempo. Nos dejaron sin nada, destruyeron nuestros cultivos y nuestras casas. Quemaron todo, mataron a nuestros animales y se robaron las cosas de valor. Nos quedamos por el suelo: mujeres, niños, niñas y ancianos sin nada, con una sola ropa, sin colchón ni frazadas. Es una atrocidad contra nuestros pueblos, contra nuestra verdad. Incluso nos han criminalizado, nos imputaron y nos sacaron una orden de captura por luchar por nuestros derechos.
- ¿Cómo se organizan para defenderse?
Nos estamos organizando junto a diferentes comunidades, para planificar una defensa propia de la tierra. Cuando hay alguna amenaza en algún territorio, nos juntamos con las otras organizaciones, incluso no indígenas, como la Federación Nacional Campesina, y coordinamos la defensa de nuestro territorio. Hemos tenido nuestros triunfos: logramos un fallo a favor nuestro a través de una medida cautelar y ahora ya estamos dentro del territorio otra vez, donde tenemos nuestra casita y nuestra vida. Pero la defensa no es solamente habitar los territorios, nosotros también cultivamos y producimos en armonía con la naturaleza. La ausencia del Estado es muy fuerte, ya que privilegia a quienes vienen de afuera más que a los sujetos de la Reforma Agraria. Nosotros y nosotras somos el verdadero sujeto de la Reforma Agraria. Ellos dicen que nosotros somos invasores, pero nosotros somos originarios de acá, somos autóctonos de estas tierras y ellos son los invasores.
- ¿Cuáles son las propuestas y experiencias cotidianas con las que los pueblos indígenas construyen alternativas a las planteadas por el gobierno?
Como pueblos indígenas, estamos construyendo una unidad a través de la Articulación Nacional Indígena por una Vida Digna. Estamos tratando de unificar fuerzas en términos gremiales y reivindicativos, para una defensa integral del territorio. Apuntamos hacia una unidad nacional para proponer nuestra participación en un espacio de poder, por ejemplo, en el Parlamento. Los candidatos nos visitan cada cinco años en la época electoral, con propuestas buenas y abordajes espectaculares, pero en realidad ellos usan ese contexto para intentar legitimarse. Por eso queremos una representación real de los pueblos indígenas, y es eso lo que estamos construyendo ahora, a pesar de todas las violencias cotidianas.
- ¿Por qué es importante, frente a la actual crisis climática, conocer las propuestas de vida digna que proponen los pueblos indígenas?
Paraguay es un país oligárquico, capitalista, salvaje. Acá los que están en el poder y en las estructuras del Estado son la oligarquía de derecha. Desde esa perspectiva se da la degradación masiva del suelo, están aniquilando al medio ambiente. Eso obedece a los intereses de producción del agronegocio, sojero y ganadero, y a su expansión, que implica la deforestación. En la región oriental, por ejemplo, prácticamente ya no hay más monte ni bosques. Solamente quedan algunas comunidades indígenas conservando un pequeño remanente de bosque. Están matando a la naturaleza, y ella responde con fuerza: lo vemos en las temperaturas extremas, las sequías e inundaciones.
Por eso es importante que los pueblos indígenas recuperen los territorios como lo estamos haciendo: de manera organizada, a través del diálogo y la unidad, pero también produciendo de manera agroecológica y en comunidad. La única manera de respetar a la Madre Naturaleza en Paraguay es cambiando al gobierno, hay que echar a este gobierno corrupto que se enraizó en el poder. Necesitamos un gobierno más democrático que, por lo menos, pueda abrir caminos a discusiones más participativas. En este contexto, somos los pueblos indígenas quienes podemos salvar a la tierra y por eso resistimos.
Nosotros no queremos usar glifosato ni otros herbicidas en nuestras chacras. Pero los sojeros no quieren saber nada, estamos rodeados por sojales y hay fumigaciones con tractores y aviones que contaminan a toda la población indígena, pero también a las escuelas y hospitales. La única salida es elevar la conciencia de la población, no solamente indígena, sino también blanca. Nos estamos organizando frente a este atropello del capitalismo contra la naturaleza. Y para ellos, la recuperación del territorio indígena es un acto contra la propiedad privada, un crimen que estamos cometiendo. Y así llaman a la policía, a los fiscales, anotan nuestros nombres y enseguida aparece una notificación que dice que estás imputado por invasión.
Los sojeros y los dueños del monocultivo de eucaliptus destruyen los montes, secan los cauces hídricos y los humedales que le dan vida a mucha gente. Todo está contaminado y eso no es delito para ellos. Para ellos lo fundamental es recaudar dinero; nosotros y nosotras tenemos otro concepto de la tierra: es nuestra madre, nos da la vida. Por eso no necesitamos ni universidad, ni farmacia, ni supermercado u hospital: en nuestro vínculo con la tierra lo tenemos todo.
- ¿Por qué es importante escuchar y conocer la mirada de los pueblos indígenas para comprender la historia de Paraguay?
Cuando éramos nosotros nomás, en la época del comunismo primitivo, no había atropello de la humanidad contra la naturaleza ni de la naturaleza contra la humanidad. Nos llevábamos bien con ella, había una reciprocidad, una relación de respeto. En Paraguay, había monte suficiente y la humanidad vivía bien, comía de la naturaleza y la naturaleza se sirvió de la humanidad. Después de la caída de la comunidad primitiva vino la esclavitud, desde el feudalismo al capitalismo.
Para nosotros, la tierra es nuestra madre. Ahí hay comida y nosotros nos pertenecemos a la tierra. Venimos de ella y, cuando llega nuestro fin, volvemos a ella y nos convertimos nuevamente en tierra. La naturaleza es el pulmón del universo, de toda la población mundial. Nosotros lamentamos mucho esta situación, donde quienes destruyen son premiados y nosotros, quienes la defendemos, discriminados y criminalizados.
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Esta nota es parte del proyecto “Biodiversidad para el sustento. La comunicación para fortalecer a indígenas y campesinos en sus acciones", realizado con el apoyo de Swift.
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