IPS, 16 de agosto, 2021.- Más de 80 por ciento de los 250 000 civiles desplazados por la guerra en Afganistán desde mayo son mujeres y niños, informó este viernes 13 la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), mientras naufragan los pedidos de alto el fuego y solución negociada al conflicto armado.
Se trata de “una estadística asombrosa. Hay que dar la voz de alarma sobre el precio desproporcionado que (los civiles) están pagando por lo que está ocurriendo en el terreno”, observó en esta ciudad suiza la portavoz de Acnur, Shabia Mantoo.
Mientras Estados Unidos y sus aliados aceleran el retiro de su personal militar y civil, en las últimas semanas arreciaron los combates, en 32 de las 34 provincias de Afganistán, entre el ejército nacional y la milicia fundamentalista islámica talibán.
El talibán controla 242 distritos, contra solo 65 en manos del gobierno y otros 100 están en disputa, según medios de prensa, pues los insurgentes islamistas se hicieron en pocos días con una decena de importantes ciudades y se colocaron en posición de cercar y avanzar sobre la capital, Kabul.
La última evaluación de la inteligencia militar estadounidense sugiere que la capital afgana podría quedar bajo la presión de los insurgentes en 30 días.
El conflicto “se ha acelerado mucho más rápido de lo que todos preveíamos y la situación tiene todas las características de una catástrofe humanitaria”, observó el portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Tomson Phiri.
Hasta junio, las agencias de las Naciones Unidas registraron 1659 muertos y casi 4000 civiles heridos en medio de la confrontación, y a esas cifras se agregan reportes de centenares de caídos en el marco de los combates en julio y lo que va de agosto.
De acuerdo con esos informes, en el primer semestre de 2021 murieron y resultaron heridos más mujeres y niños que en los seis primeros meses de cualquier año desde que se iniciaron los registros de estos hechos en Afganistán en 2009.
También en lo que va de año abandonaron sus hogares para huir de la violencia unas 400 000 personas, en este país de 38 millones de habitantes y en el que, hasta 2020, décadas de conflicto desplazaron internamente a 2,6 millones de personas y empujaron al exterior a otros 2,7 millones, principalmente a Pakistán e Irán.
Miles de afganos abandonan sus hogares ante el temor de que los talibanes vuelvan a imponer un gobierno brutal y represivo. Esa milicia ya gobernó el país desde mediados de la década de 1990 hasta la invasión liderada por Estados Unidos en octubre de 2011, tras los atentados del 11 de septiembre de ese año.
Mantoo señaló que casi 120 000 afganos huyeron este año de las zonas rurales y las ciudades de provincia hacia la zona de Kabul, y a los trabajadores humanitarios les preocupa especialmente que los combates se desplacen cada vez más a zonas urbanas muy pobladas, donde puede haber un mayor número de víctimas.
Los combates también han creado nuevas dificultades para llegar a las comunidades que necesitan alimentos y equipos o enseres de primeros auxilios. El PMA, dijo Phiri ha ayudado a 4,1 millones de personas con alimentos “pero no es suficiente”, porque suman 18,4 millones quienes necesitan ayuda humanitaria.
Mantoo también pidió a la comunidad internacional, en particular a los países vecinos, “mantener sus fronteras abiertas”, ya que la “imposibilidad de buscar un lugar seguro puede poner en riesgo innumerables vidas de civiles”.
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, había pedido un cese de las hostilidades y que las partes llegasen a un compromiso político, con impulso de países concernidos por el conflicto.
“Los Estados tienen el deber de utilizar cualquier influencia que tengan para aliviar la situación y revitalizar los procesos de paz. Se debe poner fin a los combates”, expuso Bachelet en una declaración el 10 de agosto.
En Doha se desarrollaron esta semana conversaciones entre las partes en conflicto y representantes de Alemania, China, Estados Unidos, Pakistán, Reino Unido, Rusia y Uzbekistán, sin éxito visible.
Los observadores internacionales suscribieron una declaración instando a “un inmediato cese de la violencia y las hostilidades sobre las ciudades”, y aseveraron que no reconocerán a ningún régimen que se instaure por la fuerza en Afganistán.
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