El presidente de los EE.UU. dejó sin efecto las medidas asumidas por la pasada administración de Barack Obama que buscaban reducir las emisiones de su país. Se abre la puerta para la producción de energías fósiles sin control del impacto ambiental.
Por José Díaz
Servindi, 29 de marzo, 2017.- En lo que probablemente será la tónica de todo su gobierno, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó un decreto desmantelando las medidas a favor del cambio climático aplicadas por la gestión de su antecesor, Barack Obama.
Puntualmente, el mandatario norteamericano dictaminó que se retiren las restricciones que existían sobre la industria hidrocarburífera y de energías contaminantes en aras de disminuir las emisiones. De esta manera, Trump ha conseguido desaparecer uno de los principales legados de la administración Obama.
Se trata de recuperar los puestos de trabajo, volver a cumplir sueños y hacer que América sea rica de nuevo, declaró Trump, asegurando que de esta manera se da inicio a una ‘nueva revolución energética’.
Es así como el jefe de Estado de los EE.UU. busca promover la producción de energías fósiles. Para respaldar su decisión, el mandatario republicano ha acusado a la pasada administración demócrata de “llevar a cabo una guerra contra el carbón” y de “despreciar a los trabajadores”.
Menos control ambiental
Una de las principales consecuencias de esta nueva decisión adoptada por Donald Trump, será que se abrirán las puertas a los trabajos de explotación de petróleo y gas en terrenos públicos. Esto debido a que se eliminó la obligación de tener que analizar el impacto ambiental de los proyectos.
Cuando se trata de cambio climático, queremos hacer nuestro camino y a nuestra manera, declaró Trump desde Washington.
Esta decisión sintoniza con las políticas antiambientales asumidas por Donald Trump desde su arribo a la Casa Blanca. Como se recuerda, una de las primeras fue la designación de Scott Pruitt, un negacionista del calentamiento global, como jefe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Por último, es necesario precisar que de esta manera será casi imposible que los Estados Unidos vaya a cumplir la meta de reducir sus emisiones contaminantes en un 30 por ciento de cara al 2030. Esto implicaría vulnerar el compromiso asumido por dicho país al firmar el Acuerdo de París a fines del 2015.
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