Durante siglos diferentes pueblos indígenas han usado sus conocimientos para adaptarse a condiciones hostiles y vivir en armonía con la naturaleza. La pérdida del conocimiento tradicional perjudica la capacidad de los pueblos indígenas para adaptarse a prevenir y reducir el impacto de los desastres naturales. Se ha vuelto vital para estas poblaciones restaurar y revitalizar el conocimiento que durante siglos ha sido clave para su sobrevivencia.
Por Giorgia Magni*
4 de septiembre, 2016.- “La preparación para el futuro empieza con las lecciones del pasado”. Estas son las palabras de Tuimoce Fuluna Tikoidelaimakotu, un joven de un asentamiento Korova en Fiyi.
Las “lecciones del pasado” a las que hace referencia son aquellas que están integradas en los conocimientos tradicionales de su comunidad, y que han sido pasadas de una generación a otra. Como se demuestra en más detalle en el Informe GEM 2016, que será publicado el 6 de septiembre, estas lecciones son vitales para entender cómo podemos proteger nuestro entorno, y, por ello, debe ser la responsabilidad de todos protegerlas.
Tuimoce cuenta una historia de cómo, durante siglos, diferentes pueblos indígenas han usado sus conocimientos para adaptarse a condiciones hostiles y vivir en armonía con la naturaleza, encontrando formas de navegar los océanos para buscar nuevas tierras para el cultivo y nuevas fuentes de agua al agotarse las reservas existentes.
Hoy, estos conocimientos tradicionales son más importantes que nunca. Amenazados por los efectos negativos del cambio climático y el impacto adverso de la industrialización, se ha vuelto vital para estas poblaciones restaurar y revitalizar el conocimiento que durante siglos ha sido clave para su sobrevivencia.
Testimonios, como el de Tuimoce, son muy importantes porque demuestran el importante papel que juegan las generaciones más jóvenes en la preservación del conocimiento tradicional en las comunidades indígenas. Como indica la investigación que hice para un documento de referencia del Informe GEM que será publicado próximamente, mantener vivo este conocimiento es esencial para prevenir su pérdida.
Investigaciones recientes sobre el cambio climático sugieren que la pérdida del conocimiento tradicional perjudica la capacidad de los pueblos indígenas para adaptarse a, prevenir y reducir los desastres naturales, lo que a su vez aumenta su vulnerabilidad y los riesgos que enfrentan.
Sin embargo, evitar que las comunidades indígenas pierdan sus fuentes tradicionales de conocimiento no es tarea fácil, y el aprendizaje formal es uno de los desafíos principales. El uso de un idioma dominante en la escuela, por ejemplo, puede crear una barrera a la inclusión de las poblaciones indígenas en las escuelas. Los currículos o libros de texto que carecen de relevancia local y devalúan el conocimiento indígena pueden entrar en conflicto con las enseñanzas tradicionales.
Se ha intentado integrar el conocimiento y las prácticas tradicionales en la educación formal en muchas partes del mundo; pero estos intentos hasta ahora han sido insuficientes para tener un impacto demostrable.
La investigación indica que el único modo de rectificar este problema es involucrar a las comunidades indígenas en el diseño y la implementación de las políticas de educación.
No obstante, a pesar de este tipo de esfuerzo, el estatus del conocimiento tradicional sigue siendo menor que el de otro sistemas de conocimiento. Esto resulta del estigma que asocia ‘indígena’ con subdesarrollo, un estigma que, durante siglos, ha impregnado la retórica de los diferentes espacios políticos a lo largo del mundo.
En estos espacios, la gente no ha entendido que lo que ven no es el subdesarrollo, si no simplemente una noción del desarrollo que es diferente a la suya. La noción del desarrollo que se les pide que tomen en cuenta integra el punto de vista de los pueblos indígenas e incluye principios específicos como el derecho a la tierra y a los recursos, la cultura e identidad, y la autodeterminación.
Una parte integral de dicho punto de vista es el ‘buen vivir’, donde la naturaleza es un ser viviente que tiene una relación interdependiente, balanceada y complementaria con los humanos. La comunidad, y no el individuo, es el referente principal para la propiedad natural y cultural.
La armonía dentro de las comunidades indígenas se alcanza a través de un sistema de igualdad de y respeto para todos sus miembros, pero en particular las mujeres y los mayores como los principales depositarios y transmisores del conocimiento tradicional. La protección de estos valores centrales se ha vuelto la base de la resistencia de los pueblos indígenas a diversas políticas y proyectos de desarrollo que han afectado negativamente a sus poblaciones, incluyendo algunos tipos de educación.
Durante siglos, las poblaciones indígenas han sufrido la invasión y la opresión, y, a menudo, han visto como el conocimiento occidental, que se les ha impuesto a través de instituciones occidentales, ha eclipsado su conocimiento. Sin embargo, las poblaciones indígenas han logrado sobrevivir, adaptándose, de muchas maneras, a condiciones políticas y climáticas adversas y creando sistemas de subsistencia sostenibles.
Sus diversas formas de conocimiento, profundamente ancladas en sus relaciones con el medio ambiente y en la cohesión cultural, han ayudado a muchas de estas comunidades a lograr un uso y una gestión más sostenible de los recursos, para proteger el medio ambiente y para desarrollar su resiliencia. Su habilidad para observar, adaptar y mitigar les ha permitido enfrentar circunstancias nuevas y complejas que a menudo han afectado seriamente su modo de vida y sus territorios.
En años recientes, la deterioración de las condiciones del planeta, así como una mayor sensibilización sobre los modos de vida sostenibles de las poblaciones indígenas, han resaltado la importancia de preservar y promover el conocimiento indígena. Sin embargo, esto no basta. Debemos darle más atención a los enlaces entre el desarrollo sostenible y el conocimiento indígena, para entender como las poblaciones indígenas en diferentes regiones del mundo han abordado desafíos ecológicos y de desarrollo.
Debemos reconocer que, gracias a sus sistemas de conocimiento, ellos también son agentes valiosos de la preservación de la biodiversidad y de la construcción de la resiliencia al cambio climático.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible cubre varios temas que afectan directamente la vida de los pueblos indígenas. La falta de acceso a una educación relevante y a una justicia equitativa, la pobreza extrema, y un cambio climático no mitigado son tan solo algunos de los desafíos que enfrentan los pueblos indígenas. Si no se encuentran soluciones urgentes, habrán consecuencias negativas tanto para la sobrevivencia de estas poblaciones como par sus valiosos sistemas de conocimiento.
Por ello es vital que la comunidad internacional empiece a reconocer a las comunidades indígenas como valiosas aliadas de los esfuerzos para reducir el cambio climático y del desarrollo sostenible.
Es urgente que empecemos a empoderar a los pueblos indígenas para que defiendan y hagan realidad sus derechos y para que sean incluidos en los procesos de toma de decisiones para nuestro futuro común, y a su vez, para que sean agentes activos el cambio.
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*Giorgia Magni es consultora en investigación sobre educación y autora de un documento de referencia para el Informe GEM 2016
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