Servindi, 25 de mayo, 2016.- La empresa United Cacao de Dennis Melka además de acaparar tierras viene implementando un controvertido programa denominado PAPEC para promover la siembra de cacao de dudoso beneficio para los agricultores de Tamshiyacu. Así lo advierte Juan Luis Dammert en un artículo resultado de su investigación en el terreno.
El Programa Alianza Producción Estratégica Cacao (PAPEC) "podría convertirse en un vehículo de superación de la pobreza para algunos agricultores de Tamshiyacu (...) Pero bien podría ser también —considerando los antecedentes de la empresa— una modalidad más de acaparamiento de tierras y afianzamiento de control territorial".
"El hecho de que los agricultores hayan firmado contratos sin quedarse siquiera con una copia de estos genera dudas legítimas sobre las buenas intenciones del programa" concluye el autor quién sugiere que se debería transparentar las condiciones de los contratos para despejar las dudas sobre el programa.
Habrá motivo para celebrar cuando los agricultores que reciben créditos ignoran las condiciones que han suscrito pues no tienen copia de los contratos que han firmado. Foto; Food and drink
A continuación el artículo de Juan Luis Dammert:
United Cacao en Tamshiyacu: acaparamiento de tierras y las dudas que deja el PAPEC
Por Juan Luis Dammert B.
24 de mayo, 2016.- Cacao del Perú Norte S.A.C. es la filial peruana de United Cacao Limited SEZC, una empresa incorporada y registrada en Islas Caimán que tiene como Presidente Ejecutivo al ciudadano checo Dennis Melka. Hace ya buen tiempo que esta operación de cacao en las inmediaciones de Tamshiyacu (distrito de Sargento Lores, provincia de Maynas, Loreto) ha sido noticia y fuente de polémica en tanto ha ocasionado la deforestación de alrededor de 3 mil hectáreas de bosques amazónicos, cifra que continúa en aumento.
Ha habido denuncias ambientalistas, presentación de evidencias de deforestación de gran escala, publicaciones periodísticas que dan cuenta de aspectos del modus operandi de la empresa, órdenes de paralización por parte del Ministerio de Agricultura, cartas de la sociedad civil a la bolsa de valores alternativa de Londres (donde cotiza United Cacao), medidas cautelares que ordenan la paralización de las operaciones y una respuesta de la empresa a la carta enviada a Londres, indicando que su situación legal está en orden.
El caso es pues complejo y polémico. Por mi parte, lo vengo investigando desde 2014, cuando hice mi primera visita a la zona, y tengo previsto escribir un texto detallado y documentado en el marco de mi tesis doctoral sobre grandes plantaciones en la Amazonía peruana. Pero, de momento, hay dos temas que no he visto recogidos en el debate público y que quisiera reseñar brevemente, en parte con la esperanza de que la empresa se manifieste oficialmente al respecto (en tanto mis pedidos de entrevistas sobre el caso no fueron atendidos).
El primer tema es el de fondo: el continuo y vigente proceso de acaparamiento de tierras de la empresa en la zona. La segunda cuestión es más específica pero posiblemente relacionada: las condiciones a través de las cuales se han otorgado líneas de crédito para el desarrollo del Programa Alianza Producción Estratégica Cacao (PAPEC), de la empresa. Ambos fueron los temas más saltantes durante mi reciente visita a la zona en la semana del 9 de mayo de 2016, en compañía del antropólogo Alberto Chirif, quien también está investigando el caso y recientemente publicó un contundente texto al respecto.
Veamos. En la discusión legal sobre la plantación se suele hacer referencia a los predios adquiridos a la Asociación de Ganaderos de Fernando Lores, conocida como “Los Bufaleros” (los 60 predios de aproximadamente 50 hectáreas cada uno, titulados en los años 90 bajo el amparo del Decreto Legislativo 838). Pues bien, más allá de esto, Cacao del Perú Norte sigue comprando tierras, en muchos casos a través de terceros, por ejemplo, en la localidad llamada Centro Industrial. A septiembre de 2015, la compañía declaraba en reportes de la Bolsa de Valores de Lima que tenía a su nombre 3,787 hectáreas de terreno agrícola titulado. Si bien hay agricultores, empleados de la empresa, vecinos de Tamshiyacu y autoridades locales que ven favorablemente la presencia de la empresa en el distrito, los casos de desposesión de campesinos y destrucción ambiental son también evidentes (visita de campo de la semana del 9 de mayo). De acuerdo con las múltiples entrevistas realizadas, la empresa, a pesar de las denuncias, conflictos y órdenes de paralización, sigue adquiriendo tierras en Tamshiyacu.
Por otro lado, durante el mes de abril estuvo en la zona una brigada de la Dirección de Saneamiento Físico y Legal de la Propiedad Agraria (DISAFILPA) de Loreto, en una campaña de titulación gratuita. Esta campaña es parte de una campaña de alcance regional, con objetivos de titulación que trascienden el ámbito de Tamshiyacu. Sin embargo, diversos entrevistados en la zona sostienen que la empresa ha impulsado activamente aquellos casos de titulación en los cuales los potenciales titulares tienen disposición a venderle sus tierras a Cacao del Perú Norte. Por su parte, varios agricultores que tienen disputas de tierras con la empresa afirman no haber podido acceder a la titulación en esta campaña. Funcionarios de DISAFILPA entrevistados al respecto rechazaron cualquier asociación irregular con la empresa para digitar qué predios se priorizarán para la titulación. El alcalde distrital de Fernando Lores mantuvo una posición similar. Es esperable que Cacao del Perú Norte manifieste también no tener nada que ver con un proceso de titulación estatal como el que se está llevando a cabo en Tamshiyacu. Solo el tiempo mostrará qué porcentaje de predios titulados son posteriormente vendidos a la empresa (y con qué rapidez), o cuántos de estos entran al negocio del cacao en alianza con esta. Como me explicaron en DISAFILPA: no hay intencionalidad de titular para que luego le vendan a la empresa, pero una vez titulado, el agricultor es libre de vender si lo estima conveniente.
Solo el tiempo mostrará qué porcentaje de predios titulados son posteriormente vendidos a la empresa (y con qué rapidez), o cuántos de estos entran al negocio del cacao en alianza con esta.
¿Hasta dónde llega la ambición de tierras de esta empresa?
De momento, United Cacao haría bien en detallar cuál es su proyección de expansión en la zona y a través de qué mecanismos. Si consideramos además que el mismo grupo económico presentó solicitudes de adjudicación directa al Estado para aproximadamente 45 mil hectáreas en la zona (para cultivos de palma aceitera), uno se pregunta, ¿hasta dónde llega la ambición de tierras de esta empresa? Sobre el proyecto de cacao actual, Dennis Melka declaraba en 2015:
“Estamos muy contentos por el progreso que la Compañía ha tenido a lo que va del año 2015. Ahora somos la plantación de cacao más grande en el Perú, la cual es la locación de más bajo costo para la producción de cacao a nivel global y, para fin de año, esperamos ser la plantación de cacao más grande en América Latina. Una vez se finalice la siembra de la plantación de propiedad de la compañía a principios de 2017, nosotros esperamos ser la plantación de cacao corporativa más grande del mundo” (Reporte Semestral por el Periodo Terminado al 30 de Junio de 2015).
En ese contexto de expansión se viene desarrollando en Tamshiyacu el programa PAPEC. ¿Es esta también una estrategia de acaparamiento de tierras? En un comunicado de prensa del 20 de abril de 2015, la empresa anunciaba el inicio del PAPEC. En resumen, el comunicado indica que se trata de un programa de financiamiento a pequeños productores agrarios mediante el cual la compañía brinda “financiamiento de bajo costo” para el cultivo de cacao CCN-51, “asegurado por la tierra plantada”, a familias locales a las que luego se les compra las semillas de cacao húmedo para su secado y fermento por parte de la compañía.
El objetivo del PAPEC es alcanzar 3250 hectáreas sembradas por pequeños productores para el 2018, sujeto a que la compañía consiga suficiente capital de trabajo para expandir el programa a gran escala y que instale un módulo de micro-finanzas. Si esto prospera, la compañía duplicaría su área sembrada a 6,500 hectáreas. La intención, siempre de acuerdo con el comunicado de la empresa, es que los participantes del PAPEC accedan a certificaciones internacionales para que la comercialización internacional del cacao se realice a precios adecuados.
El comunicado indica además que el programa fue lanzado oficialmente el 17 de abril de 2015 y que 150 familias participan en su primera fase, cada una con 1 hectárea. El objetivo era que estas hectáreas se siembren antes del 31 de diciembre de 2015, con las semillas, fertilizantes y equipos financiados con los recursos actuales de la compañía. Al respecto Melka declaró que “PAPEC es una iniciativa increíblemente poderosa para profundizar nuestra relación con las comunidades locales y reducir la pobreza en los alrededores de operaciones existente. Adicionalmente, le permite a United Cacao una oportunidad única para incrementar sus ganancias en el largo plazo al expandir el área sembrada…” (traducción propia). El comunicado cierra con declaraciones de un (supuesto) dirigente local que señala que el programa sacará a cientos de familias de la pobreza y que la comunidad en su conjunto respalda firmemente a United Cacao.
Pues bien, en la visita de la semana del 9 de mayo entrevistamos a varios agricultores que participan del PAPEC. Muchos de estos fueron identificados a través de la propia lista que la empresa ha colgado en su página web, donde hay información de 59 de ellos y no de los 150 que señala el comunicado de respuesta a la carta de la sociedad civil a la Bolsa de Londres. La empresa, que aparentemente ha constituido para este programa una “Cooperativa de Cacao Peruano S.A.C.”, lanzó el programa en el festejo de su segundo aniversario y lo ha venido anunciando como una gran oportunidad para que agricultores locales accedan a créditos y salgan de la pobreza. Como es lógico, estos créditos son reembolsables. Y acá es dónde viene el detalle: ¿cuáles son las condiciones por las cuales los agricultores reciben créditos y apoyo para la siembra de cacao? Es un misterio, por la sencilla razón de que los agricultores embarcados en el PAPEC no cuentan con una copia de los contratos que han firmado con la empresa. Muchos de ellos, la mayoría tal vez, ni siquiera leyeron estos contratos. En algunos casos el ingeniero a cargo les leyó una parte del acuerdo, pero no todo, a pesar de que los contratos eran largos. Algunos entrevistados hablaron de “50 páginas”, otro señaló de forma más específica que se firmaron 3 copias de 7 páginas cada una y que la empresa se llevó todas las copias.
Algunos entrevistados señalan que les han pedido estos contratos a la empresa, pero sin éxito. Para los agricultores más suspicaces, habría una cláusula de garantía de pago a través de la tierra, es decir, que si no se paga, los agricultores pierden su tierra
Algunos entrevistados señalan que les han pedido estos contratos a la empresa, pero sin éxito. Para los agricultores más suspicaces, habría una cláusula de garantía de pago a través de la tierra, es decir, que si no se paga, los agricultores pierden su tierra (en el propio comunicado de la empresa citado arriba se habla de que el financiamiento está “asegurado por la tierra plantada”, aunque según algunas versiones la garantía no está solo en la tierra plantada sino en el total del predio del agricultor. Nuevamente, habría que saber qué estipulan los contratos para hablar a ciencia cierta. Pero a pesar de las sospechas que pueda haber, a algunos agricultores el tema no les preocupa en absoluto: confían plenamente en que con sus ventas de cacao pagarán el monto adeudado y luego obtendrán utilidades consistentes.
Como vemos, pues, hay mucha especulación alrededor de los contratos del PAPEC. Esta especulación podría superarse fácilmente si se conocieran los términos de estos contratos. Más allá del contenido de estos, que está por verse, es sumamente preocupante que haya habido una firma de contratos sistemática sin que los agentes más débiles hayan leído lo que firmaban, y más aún, que no hayan conservado una copia en su poder.
Lo que sí queda claro es que el apoyo no es gratuito, sino que tiene un costo aproximado de poco más de 2 mil soles por hectárea para el agricultor (presumiblemente luego del primer año el costo es considerablemente menor, ya que consiste básicamente en mantenimiento). En la imagen abajo vemos un desagregado de los costos de los servicios brindados por la empresa.
Los nombres y señas del agricultor en cuestión han sido borrados por cuestiones de confidencialidad. Si bien los agricultores entrevistados no tenían copias de los contratos, sí tenían comprobantes de entrega de insumos y “actas de injertación” del cacao otorgado e injertado por la empresa. En la lista que aparece en la imagen, los insumos y herramientas suben a 1058.90 soles, la instalación de la plantación, 634 soles, los fertilizantes 170.80 y la asistencia técnica por un año, 239 soles, lo que da un total de 2102.70 soles. En uno de los casos que encontramos, el agricultor había recibido bienes del programa, por los que se habían firmado actas de entrega. Sin embargo, el agricultor se negaba a firmar el contrato sin antes revisarlo con calma. Ante esta situación, le fue exigida la devolución del equivalente al monto correspondiente (como pudimos comprobar en el campo al visualizar la carta de la empresa solicitando este reembolso). Para el resto, como señalamos, no está claro cuáles son los términos de pago ni las consecuencias de no pagar, en tanto los agricultores entrevistados no cuentan con copias de los contratos, a pesar de que el programa fue lanzado hace más de un año y ya pasó tiempo de sobra como para que las copias viajen a Lima, Iquitos o Pucallpa y sean devueltas firmadas.
El estado de las hectáreas sembradas, en términos agronómicos, es variado. Visitamos algunas parcelas, por lo que no es posible hacer afirmaciones definitivas. En algunos casos, el cacao ha crecido poco más de un metro de altura y aparenta buena salud, aunque los cacaos nativos sembrados por los agricultores parecen estar mejor que los injertados por la empresa. Pero en general, incluso entre los agricultores más agradecidos por el programa, había quejas de servicios agronómicos deficientes y esporádicos. Algunos agricultores nos mostraron el estado de sus cultivos de cacao, sembrados en el marco del PAPEC. Abajo se observan dos imágenes que muestran cultivos en mal estado.
El estado de los cultivos varía de acuerdo a muchos factores: calidad del suelo, instalación adecuada, manejo agronómico, mantenimiento, etc. Puede haber casos en los que la responsabilidad está en los malos manejos del agricultor. Pero, ¿cómo se determina esto? ¿Qué pasa en los casos en que los cultivos fracasan? ¿Quién asume los costos? Todas estas condiciones deberían estar especificadas en los contratos, que como vimos, no están disponibles.
El PAPEC es un proyecto ambicioso, que según las declaraciones arriba citadas podría alcanzar 3250 hectáreas en Tamshiyacu. A la fecha hay 150 hectáreas en manos de agricultores de la zona. La Imagen 4, abajo, muestra en amarillo la distribución espacial de una muestra de 59 agricultores que están en el PAPEC. Como es visible, el espacio ocupado por el proyecto trasciende largamente el ámbito de Tamshiyacu y se extiende por varios kilómetros a la redonda. Por la dejadez de los técnicos de la empresa a cargo del programa, descrita por los agricultores, uno pensaría que esta primera fase es una especie de proyecto piloto. No está claro dónde se ubicarían el resto de las 3250 hectáreas que se señalan como objetivo para el PAPEC, ni menos sobre qué tipo de suelos (y con qué coberturas) se instalarían estos nuevos cultivos.
Las alianzas estratégicas entre grandes plantaciones y pequeños productores pueden ser modelos de desarrollo exitosos, como ha ocurrido en varias localidades, dentro y fuera del Perú. En el Perú, el caso famoso que viene a la mente es el de José Carlos Mariátegui y Palmas del Espino en Uchiza, Tocache. Ahí se logró una articulación exitosa en la que los asociados de Mariátegui crecieron económicamente en alianza con la empresa. Es decir, el concepto en sí mismo de alianzas productivas entre grandes y pequeños, puede funcionar, aunque no en cualquier tipo de condiciones. La literatura especializada hace referencia a condiciones mínimas de gobernanza, donde destaca el rol del Estado para garantizar que los arreglos no se desvirtúen sino que generen desarrollo (ver por ejemplo el estudio de Fort y Vargas en este libro de Grade).
En Tamshiyacu, el PAPEC podría convertirse en un vehículo de superación de la pobreza para algunos agricultores de Tamshiyacu, como publicita United Cacao. Pero bien podría ser también –considerando los antecedentes de la empresa– una modalidad más de acaparamiento de tierras y afianzamiento de control territorial. El Estado, como era de esperar, no supervisa ni remotamente esta iniciativa. El hecho de que los agricultores hayan firmado contratos sin quedarse siquiera con una copia de estos genera dudas legítimas sobre las buenas intenciones del programa. Las dudas que genera el PAPEC, sin embargo, son muy fáciles de despejar. Solo es cuestión de transparentar las condiciones de los contratos. Y, como mínimo, darles una copia a todos estos agricultores.
Añadir nuevo comentario