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La concentración mediática afecta los principios básicos del periodismo

Por Óscar Guerrero Bojorquez*

Servindi, 16 de setiembre, 2014.- La discusión internacional sobre concentración de medios pretende alertar a la ciudadanía acerca del riesgo que supone para los países democráticos y progresistas la consolidación de emporios mediáticos en un radio de influencia cada vez más amplio.

Resulta sobrecogedor constatar que la historia de la humanidad no registra paralelo alguno capaz de hacerle sombra a los niveles de acumulación de capital en manos de unos cuantos grupos de poder. Estos mismos conglomerados no han desaprovechado la oportunidad para convertir el periodismo en portavoz del sistema económico neoliberal.

El creciente deseo de copar la mayoría de medios de comunicación de masas disponibles para unificarlos en torno a unos postulados que poca afinidad tienen con el que García Márquez llamara  oficio más hermoso del mundo, hacen presagiar la llegada de tiempos tenebrosos.

Para entender a cabalidad lo que está en juego en el terreno de la prensa, es necesario enlazar con los parámetros principales por los que se rigen las sociedades de hoy en día, las mismas que se hayan fuertemente atadas a lo que el consenso académico denomina establishment. La sociedad del consumo y el dualismo compra-venta constituyen los factores más importantes de los cuales se valen los ejecutivos de los mass media para obtener mayor rentabilidad en sus negocios, tal cual se desprende de las opiniones vertidas en una entrevista por el reputado sociólogo Manuel Castells a la cadena de televisión RTVE (1).

Según Castells la regla fundamental que rige el accionar de los grupos económicos que concentran la propiedad de los medios es ganar más audiencia para ganar más dinero, restando importancia a funciones básicas del periodismo como entretener, informar, formar ciudadanos críticos y ofrecer cultura.

Esto último nos lleva al convencimiento de que nunca antes el periodismo había experimentado una metamorfosis kafkiana tan traumática, y abandonado sus nobles principios con los que se fundara, para terminar convirtiéndose en punta de lanza del capitalismo más retrógrado. En este acápite trae a colación lo expresado por César Hildebrandt en una intervención a propósito de la presentación del libro Poder Mediático: “Los medios de comunicación en el Perú y el mundo son por lo general altoparlantes del poder económico” y más adelante dejaba una sentencia demoledora diciendo que “la prensa responde ya, de un modo brutal, a los intereses de las grandes corporaciones"(2). Y es que quienes controlan el monopolio de la prensa en primer lugar no son periodistas ni gente cercana a la profesión. Quienes controlan la prensa son gente educada y formada bajo una doctrina ultraconservadora, cuyos principios se asocian al desdén de los valores compartidos.

En esta línea de pensamiento se inscriben las reflexiones del director general de “Le Monde diplomatique” Serge Halimi aparecidas en un artículo periodístico del diario “La Jornada”. En palabras de Halimi la prensa está llamada a constituirse en contrapoder (vale decir, contrapeso al poder) pero “quienes amasan grandes fortunas - en Francia, Lagardere, Arnaud, Pinot, Bouyges; en Estados Unidos y Gran Bretaña, Rupert Murdoch; en Italia Berlusconi; en América Latina, Cisneros, Slim, Azcárraga– son  al mismo tiempo fabricantes de medios de comunicación”3. En estas circunstancias la pluralidad de opinión, imprescindible en cualquier sociedad que se atribuya un carácter progresista, queda reducida a su mínima expresión.

De ahí, la necesidad de tener bien claro que factores y actores han colocado al cuarto poder en el lugar que está. Que cientos de miles marchen exigiendo apertura y pluralidad resulta fundamental y siempre pondrá contra las cuerdas a los gobiernos coaptados por el poder mediático.

Por otra parte, allí donde se constate un comportamiento paralítico de las masas y la apatía nos vuelva seres inertes, los grupos de poder mediático reforzaran sus posiciones y hasta utilizaran la mentalidad pasiva del ciudadano de a pie para dar lecciones de cómo vivir. El peligro mayor es que la maquinaria propagandística del establishment termine por conquistar las mentes de las grandes mayorías. Se debe hacer todo lo que esté al alcance para que las fuerzas progresistas en alianza con el periodismo comprometido desbaraten este nefasto proyecto.

El contexto peruano

Aterrizando en el contexto peruano, recientemente se ha dejado un mal precedente luego de que el Grupo El Comercio (GEC) se hiciera con el 54 por ciento de acciones de EPENSA, con lo cual pasa a controlar más del 78 por ciento de la venta de diarios a nivel nacional. Esta operación le otorga al GEC una indiscutible posición dominante que, dicho sea de paso, no avala la Constitución Política de 1993.

El GEC ostenta de esta manera una posición que ni siquiera los imperios mediáticos más poderosos del globo poseen. Al respecto, un grupo de periodistas, algunos ligados al diario La República, presentó un recurso de amparo ante el poder judicial pidiendo la nulidad de la transferencia de las acciones del 54 por ciento de EPENSA a favor de El Comercio esgrimiendo amenazas a la libertad de expresión y la violación del artículo 61° de la Constitución que prohíbe el acaparamiento, directa o indirectamente, por parte del Estado o particulares de la prensa, radio, la televisión y demás. Los argumentos de los demandantes son convincentes y de verdad se está frente a una situación de concentración vergonzosa.

Dicho esto, reconforta saber que los pocos periodistas comprometidos del país sugieran abrir un debate amplio donde converjan las opiniones de todos los sectores sociales en torno a una eventual regulación de los medios y los contenidos de sus publicaciones y programas. Pero contrarios a esta iniciativa la “Gran Prensa” del Perú liderada por el diario que fundara la familia Miró Quesada intenta confundir a la opinión pública con la idea de que el público es quien elige y si ellos son más leídos significa que el trabajo que realizan es reconocido. Nada más absurdo, suponer que en un país donde la gente no cuenta con las herramientas necesarias para leer, investigar y carece de la importante capacidad de discernir, pueda por arte de magia comprender los problemas más agudos de la sociedad y que siendo así recurra a un medio como El Comercio que le abre la mente a sus lectores a través de sus reportes parece más un sueño profundo de algún directivo del GEC.

Porque calidad y profesionalismo es de lo que más adolecen los distintos medios del GEC. Es irrebatible que la gente les compra más pero hay que aclarar que lo hace justamente porque no existe una opción plural de periodismo siendo presa fácil de un obscurantismo premeditado que no cree en la necesidad de investigar. Está claro que El Comercio se ha convertido hoy principalmente en un enorme catálogo de bienes y servicios del cual la sociedad del consumo se alimenta día a día. En ese sentido, que los directivos de Miró Quesada no se alegren mucho, la compra de millones de sus ejemplares es consecuencia de una de las mayores tragedias del Perú: la mentalidad paralítica de las masas consumidoras que ellos mismo se encargan de reforzar.

Mención aparte merecen los importantes aportes ligados a la independencia de los medios que hicieran Noam Chomsky y Edward Herman en una obra fundamental: “Los Guardianes de la Libertad”. El capítulo del libro que toca a la concentración mediática habla de que “las empresas dominantes dentro del ámbito de los medios de comunicación están claramente influidas por los beneficios de mercado y, a su vez, interrelacionadas con otras empresas de su cariz, con los bancos o con el gobierno"(4).

Estas denuncias de alguna manera son corroboradas por un reciente informe de la UNESCO sobre las principales tendencias para la libertad de expresión y desarrollo de los medios en América Latina y Caribe. El documento da cuenta de que “existe una tendencia a la concentración en la región, y estudios recientes muestran que los índices de concentración en la propiedad de los medios se mantienen en niveles elevados en buena parte de América Latina y el Caribe"(5).

Hoy más que nunca se torna imperativo retomar el compromiso que asumieran los países miembros de la UNESCO en la Conferencia General del año 1980 al constituirse el Programa Internacional para el Desarrollo de las Comunicaciones (PIDC). La segunda categoría analítica propuesta en el marco del PIDC establece que el estado debe garantizar la pluralidad y diversidad de los medios, la igualdad de condiciones económicas y la transparencia de la propiedad. El mismo texto afirma más adelante que la indebida concentración de la propiedad debe ser evitada. Los gobiernos deberían adoptar reglas tendientes a limitar la influencia que pueden ejercer un individuo, una familia, compañía o grupo en uno o más sectores mediáticos.

No hay pues margen para la duda, una ley internacional tiene mayor peso que una de carácter nacional. Así, la legislación internacional de derechos humanos que ampara el derecho a la libertad de expresión e información constituye un instrumento categórico de alcance global. Muchos estados dejan cabos abiertos en sus respectivas legislaciones en lo que atañe a la prensa por puro cálculo político. Tal vez ha llegado la hora de trabajar en un nuevo modelo, donde las aspiraciones políticas y ambiciones desmesuradas no utilicen a la prensa como instrumento catalizador de operaciones siniestras y se asegure el ejercicio del derecho a la comunicación de los ciudadanos y pueblos originarios.

Solo los países escandinavos han avanzado en esta dirección. En Suecia, Noruega y Dinamarca el estado destina fondos a los medios afines a todas las tendencias políticas de forma equitativa y al mismo tiempo fomenta un alturado intercambio de ideas cuidando mucho los principios del periodismo como profesión. Existe equilibrio en la propiedad de medios y también rendición de cuentas.

En algunos países como Francia y Argentina las cuotas de mercado en el sector mediático están reguladas por ley. No se permite que un solo grupo de poder preste servicios a más del 30 por ciento de la población (legislación francesa) o 35% (legislación argentina). Parece que el caso peruano entrará en la historia como el más claro ejemplo de acaparamiento mediático si no se adoptan medidas correctivas sobre la materia.

Notas

(1) Entrevista de la cadena española RTVE al sociólogo español Manuel Castells. http://www.youtube.com/watch?v=4Nli7Ysyago

(2) Presentación de libro “Poder Mediàtico”. Héctor Béjar, Alberto Adrianzén, César Hildebrandt, Juan Gargurevich, Winston Orrillo, Gorki Tapia y César Lévano. http://www.youtube.com/watch?v=Yu-gajBgC60

(3) La concentración mediática anula la crítica periodística. Diario La Jornada, México, 2009. Serge Halimi. http://www.jornada.unam.mx/2009/10/27/politica/014e1pol

(4) “Los Guardianes de la Libertad”. Sexta Edición New York, 2009. Noam Chomsky y Edward Herman.

(5) Informe de la UNESCO. Tendencias mundiales en libertad de expresión y desarrollo de los medios: Situación regional en América Latina y el Caribe. Montevideo, 2014.

Bibliografía

- Últimas Noticias del Periodismo Peruano. Lecciones y perspectivas. Lima, 2011. César Lévano.

- Diversas ediciones del diario La República entre los años 20013 y 2014.

- Concentración de medios alrededor del mundo. Ciudad de México, 2014. Eli Noam.

- La metamorfosis del periodismo. Historia de lo que permanece y de lo que cambia en el ciberperiodismo del tercer milenio. España, 2010. Xosé López García.

- Concentración económica de los medios de comunicación. Santiago de Chile, 2001. Guillermo Unkel y Esteban Geoffroy.

- Los guardianes de la libertad. Sexta Edición New York, 2009. Noam Chomsky y Edward Herman.

- Historia de la Prensa Mundial. http://evartist.narod.ru/text2/29.htm (Libro en idioma ruso).

- Concentración mediática, violencia cultural y alternativa: el caso del defensor/a del lector/a. Universidad Jaume I de España, 2011. Alex Arévalo Salinas

- Recursos de Internet ligados al tema de concentración de medios:

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*Óscar Guerrero Bojorquez es magíster en Periodismo y especialista en Problemática Internacional.

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