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Chile: La marcha Mapuche por el agua, por VÃctor Toledo Llancaqueo

Temuco, 24 de marzo 2006.- A inicios del nuevo gobierno otra vez los mapuches están en marcha. La movilización por el Agua realizada en la Araucanía los días 21 a 23 de marzo de 2006 fue un éxito. Un éxito en términos de inicio de un ciclo de políticas públicas. Señalemos algunos logros:

  • Abrió paso en la agenda regional a la temática del agua, la sequía y el impacto de las plantaciones forestales en las cuencas de La Araucanía;
  • Llenó de contenido el lema oficial del “gobierno de los ciudadanos”. Colocó a las nuevas autoridades regionales en la encrucijada de ser coherentes con el discurso oficial, aunque sea al inicio, y atender los legítimos planteamientos de los primeros ciudadanos de la región, los mapuches, y formulados por ellos mismos. A su modo. “Solo entran 3 a dialogar” dijo la autoridad; “Entramos 25 o ninguno” dijeron los dirigentes. Y entraron 25. Y acordaron un proceso de diálogo de políticas públicas sobre los temas propuestos por los mapuches, de autoridad a autoridad.
  • Concitó la unidad del movimiento mapuche fortaleciendo sus capacidades de incidencia pública, y renovando las energías como movimiento social, consolidando su marco discursivo territorial. Una muestra clara del protagonismo y propositividad mapuche que viene. Un dato a tener en cuenta desde el gobierno para su convocatoria oficial a un difuso dialogo de evaluación de 16 años de aciertos y errores de las políticas indigenistas.

En suma, se abrió paso en la agenda regional un asunto público transversal y denso; al mismo tiempo se vislumbra la posibilidad de otro estilo de gobernabilidad; y se reposiciona un actor social clave con su propio modo de hacer ciudadanía democrática.

Por eso la marcha fue un éxito de la ciudadanía mapuche.

No obstante, ese mismo éxito inaugural plantea nuevos desafíos para que la Marcha y las contiendas mapuches obtengan los logros a que aspiran, a la altura de los esfuerzos, caminatas y desvelos. Y que no se diluya lo logrado. Tema para otras opiniones, desde la perspectiva de la hechura y ciclo de políticas públicas.

La renovada política del agua y los recursos

En lo inmediato cabe destacar otro logro de la Marcha. Una invisible y rotunda victoria programática mapuche sobre los discursos indigenistas que modelaron la política de la transición chilena.

La Marcha de Agua termina de recuperar para el movimiento mapuche un encuadre de su propio programa de inicios de la transición, cual era la exigencia de reconocimiento de los derechos sobre los recursos naturales y territorios. Hoy nadie osaría poner en duda que las aguas forman parte central de la plataforma reivindicativa mapuche.

Tal defensa de las aguas no es nuevo. Estuvo presente con fuerza en las plataformas indígenas de 1990 y propuestas legislativas, que reivindicaban los derechos sobre el subsuelo, las riberas de mar y lagos, y las aguas.

Sin embargo esas propuestas mapuches oportunas y estratégicas, fueron postergadas y eclipsadas por el discurso indigenista chileno, que monopolizaba el debate, y planteó la falacia de que para los mapuches la prioridad era la tierra, y esas tierras eran solo las de los títulos de merced, asi como para los aymaras y atacameños la prioridad era el agua. Tal falacia indigenista de inicios de la transición, desplazó de facto al planteamiento indígena, contribuyó al masivo desconocimiento de derechos, y a la postergación de la temática de la territorialidad y los recursos naturales en las políticas públicas relativas a indígenas, las que quedaron reducidas a meras políticas sociales.

Ese episodio fue determinante del encuadre y hechura de las políticas públicas que hoy rigen. Constituye una elocuente muestra de los impactos adversos que han significado las negligencias intelectuales para las contiendas y los derechos indígenas. Y es una prueba empírica de la importancia de disputar la definición pública de los asuntos en controversia. Y la definición de los asuntos indígenas no puede ser dejada en manos de la prensa, o de la burocracia.

La mitad del éxito en políticas públicas es determinar oportunamente qué se discute, qué es lo que está en juego. Por ejemplo, disputar el rayado de cancha, lo qué se discute, definir la agenda, será buena parte de la controversia inicial de los proverbiales "100 días".

¿Cuál es el criterio, la piedra de toque para definir los asuntos indígenas en la arena pública, como materia de políticas públicas? Los derechos colectivos y los territorios.

Contribuir a recuperar la integridad del discurso de los derechos territoriales mapuche -lo que está en juego-, es parte de los logros profundos de la marcha nagche por el agua. Se suman a los aportes que ha hecho la identidad lafkenche por hacer visibles los derechos sobre el bordemar y ampliar la noción de territorio y sustentabilidad mapuche. Y concurren a los esfuerzos de quienes mantienen viva la memoria de las tierras antiguas y la validez de su reclamación, pagando un alto precio, hasta obtener una verdad judicial elemental: que los mapuches aspiran a “la recuperación de las tierras que consideran como suyas por haberlas detentado sus ancestros”. Más de una decada de esfuerzos inconmensurables tuvo que pasar para reafirmar asuntos tan básicos, una redefinición de la controversia.

Sustentabilidad territorial y el balance de 16 años

El planteamiento de los derechos territoriales mapuches sobre las tierras, aguas, subsuelo, riberas ha sido recuperado, reelaborado, y emerge recargado como asunto público. Un planteamiento soberano de derechos humanos, un reclamo de sustentabilidad,, que emerge de la experiencia de los impactos de los procesos de modernización compulsiva.

Es lo que escuchó atentamente el Relator de Naciones Unidas Para los Derechos y Libertades Fundamentales de los Indígenas, en su Misión a Chile, y que sustenta su recomendación expresa al estado:

59. “ Deberá ser revisada la legislación sectorial (tierras, aguas, minas etc.) cuyo contenido pueda entrar en contradicción con lo dispuesto en la Ley Indígena, y deberá primar el principio de la protección de los derechos humanos de los pueblos indígenas por encima de intereses comerciales y económicos particulares.”

Aun no se implementan las recomendaciones del Relator ni se atienden los reclamos de los pueblos indígenas por sus derechos territoriales. No obstante, nadie osaria hoy discutir su validez.

Sin embargo, entretanto se pugna por abrir paso a esas políticas, se siguen perdiendo recursos y vulnerando derechos. Esa es la cruda realidad.

Hoy, prácticamente, no quedan derechos de aguas superficiales que inscribir, las microcuencas se secan y no hay riego viable. Los derechos sobre las aguas subterráneas están en serio peligro después de la reforma del Código de Aguas en el 2005. El borde costero está concesionado casi en su totalidad. En el subsuelo indígena se siguen constituyendo pertenencias mineras. Por su parte las empresas forestales, alentadas por los TLCs con Corea, China, India, anuncian un incremento de sus plantaciones a razón de 100.000 hectáreas al año, y llegar a 5 millones de hectáreas plantadas al 2015. Y, contra toda racionalidad, se sigue excluyendo los proyectos de plantaciones de los estudios de impacto ambiental, y se omiten las políticas de manejo de cuencas.

Y cuando por estos días se convoca desde el Gobierno a hacer un balance de 16 años de indigenismo, necesario es decir que las responsabilidades por las pérdidas de derechos territoriales indígenas –aguas, subsuelo, riberas- no son solo de las empresas forestales, mineras y pesqueras, son también de aquellos que intermediaron los planteamientos indígenas formulados responsablemente en 1991. Baste ver las propuestas indígenas, y contrastar con el proyecto de Ley que presentó el Ejecutivo de la época.

Una responsabilidad agravada gobierno tras gobierno por quienes han promovido políticas penales y han postergado, período a período, hacerse cargo de los impactos y presiones que genera el modelo primario exportador y los tratados de libre comercio que se promueven desde el Estado, desentendiéndose de las obligaciones respecto a los pueblos indígenas y sus territorios, en dicho contexto.

Los intereses corporativos son siempre un dato conocido, asi como los duros marcos legislativos de los recursos naturales establecidos durante el gobierno militar, y la ausencia de políticas de ordenamiento sustentable en los gobiernos democráticos. Todo lo cual configura un cuadro de vulnerabilidad para los territorios indígenas en un modelo económico primario exportador, cada vez más globalizado. Sin embargo, durante tres gobiernos se ha postergado sucesivamente garantizar los derechos y la sustentabilidad de los territorios indígenas y modificar las leyes sectoriales. En subsidio, se ha repetido el eslogan vacuo del desarrollo con identidad. Identidad y desarrollo sin aguas, sin subsuelo, sin riberas, sin territorios. En suma sin derechos, ni futuro sustentable.

¿Seguirá tal política de postergación, embaucamiento discursivo, y etnocidio solapado en la actual administración? ¿O se le pondrá urgencia a las políticas de sustentabilidad y a una agenda pro derechos indígenas, a la modificación de la legislación sectorial como recomendó el Relator y exigen los mapuches?

Aún es tiempo

Y pese a todo, y por eso mismo, nuevamente están los mapuches marchando, y cada vez hilando más fino, exigiendo derechos de aguas, manejo de cuencas, espacio marino, control territorial, promoviendo sus proyectos de ley, y sus políticas, cada vez más empoderados. Es una carrera contra el tiempo. Replanteando lo que una generación atrás ya había postulado y cedido demasiado fácil. Cabe a la actual generación mapuche asegurar la sustentabilidad, la proyección en el tiempo de los territorios, en un escenario complejo y dinámico, donde se trazan las coordenadas del nuevo siglo.

En lo inmediato, si se nos permite una cita literaria de otras gentes, la marcha del agua recuerda una escena de Shakespeare, en que un personaje, tras una larga noche y viendo despuntar el alba, comenta: “es ya tan tarde, sin embargo podemos decir que es temprano”.

La marcha mapuche del agua convocada por el tam tam de los kultrunes de Malleco tuvo algo de esa tenaz esperanza que se renueva cuando termina la larga noche y empieza el amanecer. Es lo que nos dice Raiman y las machis del Lumaco y los cientos de mujeres, niños, hombres y ancianos que marcharon. Es tan tarde, y sin embargo aun es temprano para defender los derechos y la sustentabilidad territorial: las tierras, las riberas, el subsuelo, los conocimientos, la biodiversidad, las aguas. Todas las aguas.

Fuente: http://www.politicaspublicas.cl, tomado de Mapuexpress

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