Mujer guaraní. Foto: Romanisches Seminar |
Adital.- Hoy día 07 de febrero, más de mil líderes indígenas de Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, recuerdan los 250 años de la caída de la resistencia del pueblo Guaraní contra los ejércitos de España y Portugal. Desde el último viernes 03, los indígenas están reunidos en São Gabriel, en Río Grande do Sul, en la Asamblea Continental del Pueblo Guaraní, donde también homenajean al líder de la resistencia, Sepé Tiaraju.
Según informaciones del Concejo Indigenista Misionero (CIMI), a comienzos del 2005, surgió la idea de realizar un encuentro de los diversos grupos y subgrupos de la Nación Guaraní, presente en por lo menos cinco países de América del Sur. Al comienzo de la Asamblea Continental Guaraní, se realizó un minuto de silencio por la memoria de Sepé Tiaraju. Fue un minuto también por la memoria de los 1.500 Guaraníes asesinados por los ejércitos de España y Portugal.
Caciques guaraníes. Foto: Centro de Medios Independiente |
La Asamblea culmina mañana con un acto en memoria de Sepé Tiaraju, en São Gabriel, en la fecha y lugar de la muerte del líder guaraní. Son 250 años de la Masacre de Caiboaté, con el martirio de 1500 guaraníes misioneros. El día 07 de febrero de 1756, tres días antes de la masacre, en lugar no muy distante, caía en combate Sepé Tiaraju, considerado, en las propias crónicas de guerra del ejército portugués, "su mayor general". Lejos de la leyenda, Sepé es un sujeto histórico concreto y datado, alférez y corregidor del Pueblo de São Miguel Arcanjo y uno de los principales comandantes de la resistencia guaraní-misionera en la época de la implementación del Tratado de Madrid en tierras del hoy Río Grande do Sul.
Según el fraile Sério Antônio Görgen, sus virtudes personales, el conjunto de los hechos que lo involucran y las circunstancias de su muerte, hicieron de él algo que va más allá de su papel de personaje individual. Se transformó en el símbolo de la síntesis histórica de lucha, de los sueños, de los hechos, del proyecto, del heroísmo de un pueblo. Es un mito fundador y se transforma en un símbolo. Es el mayor símbolo de un proyecto de civilización que fue brutalmente interrumpido pero que continúa vivo como sueño colectivo de una sociedad de iguales.
En la Masacre de Caiboaté - un análisis detallado de los documentos históricos nos muestra que no hubo "batalla" propiamente dicha - el 10 de febrero de 1756, y no tuvo lugar solamente el asesinato de 1500 indios guaraníes; se asesinaba allí un proyecto de civilización. Un proyecto lleno de contradicciones, propias del tiempo, pero pleno de afirmaciones, conquistas y valores, impropios para la época. Basta decir que allí entre los siete pueblos misioneros no existían esclavos, destino triste que se propagaba en casi todas partes del mundo donde llegaba la llamada civilización cristiana europea.
Desde el jueves 02, a la noche, comenzaron a llegar a São Gabriel, las primeras delegaciones indígenas. Vinieron de Marabá, sudeste del Estado de Pará, los primeros líderes Guaraníes. La delegación, que partió el domingo, día 29, cruzó siete estados en cinco días de viaje, hasta llegar finalmente a São Gabriel. Estos Guaraníes viven en una comunidad de aproximadamente 80 personas en la tierra indígena Nova Jacunda. Originarios del sur del País, este pueblo se afincó en el sudeste de Pará a comienzos del siglo pasado después de ser sucesivamente expulsado de sus tierras.
El viernes 03, llegan ómnibus con representaciones Guaraníes venidos de Mato Grosso do Sul, Río de Janeiro, São Paulo, Paraná, Minas Gerais, Espírito Santo, Paraguay, Argentina, Bolivia y de estados del Nordeste.
Para los indígenas, dos siglos después, los imperios dejaron de ser Portugal y España, pero no dejaron de existir. Actualmente, los pueblos indígenas luchan contra potencias económicas del mundo contemporáneo y contra sus empresas transnacionales que quieren a toda costa las tierras productivas donde este pueblo lucha para sobrevivir. "Cerca del 70% de las tierras indígenas de Brasil están ocupadas por otras personas, sobre todo por quienes tienen poder financiero, por proyectos del agronegocio, madereras, por el garimpo (búsqueda de piedras preciosas)", afirmó Don Franco Masserdotti, presidente del Consejo Indigenista Misionero, que también participa de la Asamblea.
"Brasil tiene espacio para que todos vivan. Y todos necesitan tierra. Precisamos de producción de alimentos. Tenemos 54 millones de brasileños que no comen todos los días. Hoy toda la producción está entregada a siete grandes multinacionales. Es contra eso que luchamos", cuestionó Paulo Facioni, de la Vía Campesina, que también organiza los encuentros.
Traducción: Daniel Barrantes - [email protected]
Fuente: Agencia de Información Fray Tito para América Latina - Adital
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¿Quién fue Sepé Tiaraju?
Fue un indígena guaraní. Patriarca de la Causa Indígena. Era corregidor de la Misión de San Miguel y se hizo cacique general de la guerra guaraní, que se desencadenó con la firma del Tratado de Madrid en 1750, que dividía las tierras guaraníes entre Portugal y España. A consecuencia de esto, los indios recibieron órdenes de abandonar ciudades y tierras, llevándose apenas los bienes inmuebles y el ganado desplazándose al otro lado del Reio Uruguay. Conscientes de su derecho, los indios no aceptaron esta orden absurda y, liderados por Sepé, declararon la guerra a los dominadores.
Ante el ejército mando español declaró Sepé, con altiva dignidad: “¡Esta tierra tiene dueño! ¡Nos fue dada por Dios y San Miguel! ¡Sólo ellos tienen derecho de desheredarnos!” Este grito de resistencia guaraní se esparció por todas las reducciones, que se levantaron para la lucha contra los ejércitos españoles y portugueses. La guerra duró cuatro años, de 1752 a 1756. hasta que el día 7 de febrero de 1756, en los campos de San Gabriel, RS, en la batalla de Caiboaté, Sepé Tiaraju es apresado y muerto. Tres días después los invasores dominaban todo, matando más de 1500 indios y destruyendo las siete ciudades que formaban las siete reducciones.
El pueblo vio en la cabeza de Tiaraju una estrella de elegido y lo canonizó invocándolo como San Sepé, símbolo de la confianza en Dios, de la dignidad y de la resistencia.
Fuente: Martirologio Latinoamericano
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