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Para el futuro, aparte los poderes que se está tomando un gobierno transitorio ilegítimo de signo racista, lo peor que veo es que el candidato situado en las últimas elecciones en segundo lugar y que podía haber ganado en la segunda vuelta, Carlos Mesa al frente de Comunidad Ciudadana, está cerrando filas con el racismo, justificando hasta su carta blanca a las políticas brutalmente represivas. No he tenido trato personal, salvo algún saludo, con Mesa, pero tengo amistad con algunos colaboradores muy cercanos suyos y me consta que no son racistas o, al menos, que no se han movido políticamente por el racismo que siempre está aún en el trasfondo de la sociedad no indígena en países todavía coloniales como Bolivia. Además, Mesa, cuando fue presidente interino legítimo a mediados de los años 2000, cumplió su cometido ateniéndose a su obligación de convocar y garantizar unas elecciones generales, las primeras precisamente que ganó Evo Morales. Y Mesa no es un político cualquiera. En el exterior y particularmente en España goza de bastante audiencia y apoyo, de la audiencia y el apoyo que no tiene ni de lejos el “civismo” racista, aunque a Trump este le encante. Entre medios de (des)información, en España le respalda fuertemente el grupo PRISA, el del diario “El País” y de la cadena radiofónica SER. Detrás se encuentran los intereses corporativos de empresas españolas con nombre y apellido que habían logrado un acomodo con el evismo mediante los buenos oficios de los gobiernos españoles sin excluir a los de signo pretendidamente socialista. ¿Qué ha pasado ahora?
¿Qué está pasando en Bolivia? Por poner una comparación. Es como si en España los partidos no sólo notoriamente de derechas, como el Partido Popular y Ciudadanos, sino también los problemáticamente de izquierda, como el Partido Socialista, ante un agravamiento extremo de la crisis de Cataluña, entregaran el gobierno a Vox, a esta extrema derecha xenófoba y depredadora. Lo inconcebible en España ocurre en Bolivia. ¿Cómo puede ser? Tengo para mí que solo puede ser porque, pese a todo el esfuerzo notable de descolonización puesto en práctica a partir de la Constitución de 2009, la debida no sólo al MAS, sino también y sobre todo al Pacto de Unidad indígena-sindical, Bolivia sigue siendo una sociedad colonial, contando además a los mismos efectos coloniales con la complicidad, de las antiguas potencias imperiales comenzándose por España. En esas todavía estamos.
¿Puedo remitirme a otro libro donde trato de estas cosas? Está recién salido del horno de la editorial Olejnik: “Derecho de otras gentes entre genocidio y constitucionalidad”.

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