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Por lucir una wayuuchein (vestido de la mujer wayuu)

Mujeres portando el vestido tradicional de la mujer wayuu. Foto: Yanama

Por Olimpia Palmar*

25 de noviembre, 2013.- En Venezuela usar una wayuushein (vestido de la mujer wayuu) es sinónimo de contrabandistas, bachaqueras (recolectoras de alimentos) y es ver a la responsable de la escasez de alimentos en las ciudades como Maracaibo, San Francisco y otras cercanas a la frontera con Colombia. Esta semejanza que hacen de la mujer wayuu con actividades ilícitas ha generado no solo una discriminación aberrante sino la criminalización de la columna social del pueblo wayuu

que se ha manifestado en insultos, golpes físicos , persecución psicológica, calificativos por los medios de comunicación y redes sociales , además acentúa la vergüenza étnica en la población joven.

Si bien, en la crisis alimentaria en Venezuela influyen aspectos que ni siquiera nosotras entendemos como el caso del control del dólar y el dólar paralelo, la inflación que según el BCV alcanza un acumulado del 39,6 %, la devaluación de la moneda y la misma polarización reinante que te obliga hacer colas para adquirir productos de la cesta básica y que un día un kilo de arroz te cueste 30 y al otro 40.

Esto refleja inmediatamente una falta de política pública con enfoque diferencial al indígena. Si en las grandes ciudades se hacen colas para adquirir los productos de la cesta, en las comunidades indígenas no hay quien garantice tu derecho a la alimentación, es decir la crisis alimentaria se siente y se vive de manera ahogante, y te obliga a ir a las ciudades a buscar tus alimentos.

Entonces por salir a buscar qué comer te señalan de bachaquear los alimentos para Colombia porque llevas a tu pareja, primas, tías, pues solo quiero confesarles que la búsqueda de la comida es una actividad colectiva para este pueblo y si hemos ido a buscarla a la ciudad es porque no la tenemos en nuestro territorio, y porque hace muchos años nos hicieron creer que sembrar era un acto de pobreza y para lograr el desarrollo de la nación tenías que estudiar y emplearte en el gobierno o en las grandes empresas que hoy ocupan nuestro territorio ancestral.

Pero también quiero aclarar que si vamos 8, 12, 15 o más mujeres al supermercado a comprar comida estamos haciendo uso de nuestras costumbres, tal como lo expresa la Constitución y no estamos ejerciendo ninguna actividad ilícita. Tampoco es nuestra culpa que Maikou (maizal) ahora sea Colombia y el principal mercado de alimentos y combustible venezolano. Para nuestras abuelas era una comunidad más del territorio wayuu, así como Ichitki, Suchiima, Jepira, Siapana, Jalaa´la entre otras y así la percibimos nosotras las mujeres wayuu, sabemos reconocemos y auto demarcamos nuestro territorio como uno sólo.

Con esta narración quiero expresarles que hay una violación latente contra nosotras las mujeres wayuu, que no nos están dejando caminos dentro de nuestro tejido social y cultural, y ahora que hablo de reflexiones me viene a la mente dos casos muy puntuales donde han asesinado a mujeres indígenas wayuu: el caso de Zoe López que la asesinó el Ejército por cargar arroz en un vehículo 350 y el de Erly que la asesinó su cuñado en la Parroquia Sinamaica. Ambos casos están impunes y yo me atrevería a afirmar que es por la única razón de ser mujeres indígenas.

El asesinato de mujeres no está permitido dentro de los códigos penales y de honor de la nación wayuu por su condición de dadora de vida y es la única que hereda el clan, por lo que cuando asesinan a una mujer exterminan un clan e incluso exterminan al pueblo wayuu, ya que son ellas las que heredan la sangre y sin sangre de mujer no hay nación wayuu.

Para el estado Venezolano el problema de “contrabando” se resuelve con presencia militar y la calidad de vida del wayuu se proyecta en el consumo (vivienda, programas sociales de educación, salud y distribución de bolsas de comida), pero el pueblo wayuu demanda la construcción de un modelo alternativo de desarrollo y buen vivir, con garantías de territorio, alimentación, educación, economía, fuentes de trabajo propios, además que permita la armonía con la madre tierra (Mma) y este es el reto que tenemos las mujeres wayuu para garantizar la pervivencia del pueblo en el tiempo y en el espacio.

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*Olimpia Palmar es una joven comunicadora indígena wayuu, miembro de la Red de Comunicadoras Indígenas Fe y Alegría.

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Fuente: Radio Fe y Alegría: http://radiofeyalegrianoticias.net/por-lucir-una-wayuuchein-opinion/

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