- El acelerado proceso del cambio climático viene ocasionando impactos –generalmente negativos– en los medios de vida de las poblaciones locales, lo que acrecienta los niveles de vulnerabilidad de ellos mismos y de los ecosistemas de los cuales dependen.
Por Wagner Silva*
04 de abril, 2013.- En la región San Martín, los ecosistemas del Área de Conservación Regional (ACR) Cordillera Escalera y los habitantes ubicados en su ámbito son altamente vulnerables frente al cambio climático. En el área se conservan 80 249 hectáreas de bosques nubosos, y sus ecosistemas tienen especial importancia por su alta diversidad de flora y fauna y por su función captadora y alma-cenadora de agua, liberada a través de las filtraciones, y que da origen a numerosos ríos, quebradas y lagunas distribuidas en cinco cuencas hidrográficas. En general, los bienes y servicios ecosistémicos del ACR benefician a unas 150 000 personas, en ciudades y comunidades rurales de las provincias de San Martín y Lamas, en San Martín, y de la provincia de Alto Amazonas en Loreto.
En el marco de la actualización del Plan Maestro del ACR Cordillera Escalera, la jefatura del área, con el apoyo del PDRS-GIZ, tomó la importante decisión de impulsar un diagnóstico de la percepción de los poblados asentados en el ámbito del ACR con respecto al cambio climático. Así, se han podido identificar efectos como la creciente presencia de plagas, la pérdida de semillas, la disminución de las cosechas, la floración y maduración precoz de los frutos, cambios en las campañas de siembra y cosecha de diversos cultivos, el incremento de enfermedades en aves de corral, la erosión de las laderas, inundaciones, quebradas secas, el alejamiento de especies de caza y aves, vientos huracanados y enfermedades recurrentes ocasionadas por la variabilidad de la temperatura y las lluvias tales como el dengue, la fiebre amarilla, el cólera y afecciones broncorrespiratorias.
En palabras de Don Alfonso Flores Flores de la Asociación Alto Shilcayo: “…las aves que antes anunciaban la lluvia, ahora ya se equivocan, el clima nos engaña a todos, parece que va a llover, total sale un solazo… ya no es como antes, el clima muy pronto ‘tempera’…”, y de Don Segundo Pizango Napo de la Comunidad Nativa de Charapillo de la etnia Shawi: “…con estas lluvias muy fuertes los niños no pueden ir a la escuela y los adultos no podemos ir a la chacra… cambiamos de lugar a nuestras chacras con tantas inun-daciones… tratamos de adelantar al invierno nuestros sembríos para que no se malogren, y cuando hace mucho verano, tampoco se puede trabajar”. En general, los testimonios hacen referencia a que antes “era muy fresco, lluvioso y con poco verano”, “el clima era ordenado y favorable en todo aspecto” y las lluvias venían acompañadas de truenos, ventarrones y más frío.
Desde hace muchos años, los pobladores locales han sentido estas variaciones y han sabido “acomodarse a los cambios del tiempo”, trasmitiendo de generación en generación conocimientos y recomendaciones tradicionales para predecir el tiempo y “remediar” los impactos del cambio, a través del desarrollo de medidas de adaptación en las chacras y la comunidad. Todo este conocimiento etnoclimático, relacionado con el manejo de indicadores biológicos y climáticos, ha sido recogido en el mencionado diagnóstico.
Entre los indicadores referidos al anuncio de un día o una temporada de lluvias, muchos tienen que ver con el comportamiento de las aves como, por ejemplo, el canto de ciertas especies, la migración de garzas a otras zonas, el revoloteo de golondrinas o la realización de “danzas”. Otros indicadores previos a la lluvia son, por ejemplo, que algunos animales de corral tosan o estornuden; que ciertas especies de monos griten; que algunos insectos abunden en los caminos rurales; que las boas cambien de piel; que los peces salten en el río; y que el sapo “walo” cante en grupo. Los pobladores también mencionan que, antes de las lluvias, las mordeduras de serpiente o cicatrices en el cuerpo punzan, el reumatismo comienza a doler, en el bosque comienzan a caer palos, hay abundante neblina y se escuchan ruidos en las montañas.
Con relación a las olas de calor o las sequías se ha registrado, por ejemplo, que el canto de algunas aves desde las primeras horas de la mañana anuncia días de sol; que las aves que prefieren climas húmedos migran hacia otras zonas; y que algunos mamíferos salen del bosque en busca de agua.
Además, en época de verano, algunos insectos abundan y atacan los cultivos, como el suri, el papaso o las abejas.
Gracias a este amplio conocimiento de los indicadores biológicos y climáticos, la población asentada en el ámbito del ACR realiza valiosas acciones de adaptación espontánea y reducción de los impactos del cambio climático. Así, por ejemplo, las fuentes de agua que se han secado o están en proceso de secarse son recuperadas mediante la siembra de plantas criadoras de agua como el ojé, el aguaje, el bombonaje o el yacushimbillo. Asimismo, las comunidades nativas de Lamas poseen secretos para recuperar los pozos tales como en luna nueva verter leche materna cerca del pozo, enterrar la nariz del chancho, evitar hacer disparos con escopeta, y realizar un “pago” a los espíritus o las madres del bosque usando un “mapacho” (cigarro local), chicha de maíz o aguardiente. Sus conocimientos se reflejan en el cuidado de las montañas, la regeneración natural de las cabeceras de cuencas y fajas marginales de las quebradas, la siembra de cultivos en zonas con nuevas condiciones de clima y suelo o la predicción de buenas cosechas y siembras, entre otros.
Actualmente, se vienen desarrollando actividades compatibles con la conservación del ACR Cordillera Escalera en un contexto de adaptación al cambio climático, tales como el ecoturismo, la agroforestería, la producción de miel, la crianza de animales silvestres, el aprovechamiento de plantas medicinales, el control biológico de plagas, la recuperación de los ojos de agua en la zona de amortiguamiento con plantas criadoras de agua, los cambios de usos del suelo para una mejor producción de cultivos comerciales, la diversificación de cultivos, la creación de asociaciones de conservación, el aprovechamiento sostenible de los productos de la biodiversidad y la difusión de saberes locales.
En términos generales, a menudo se observa que los conocimientos y las formas de vida de las comunidades son rechazados o no son tomados en cuenta en los procesos de planificación de su propio desarrollo. En tal sentido, en la definición, el diseño y la adopción de estrategias para la adaptación al cambio climático se debe partir de las comunidades y sus valiosos conocimientos ancestrales.
La Jefatura del ACR Cordillera Escalera viene promoviendo la participación y el empoderamiento de la población e insertando sus saberes en el Plan Maestro del área, con el propósito de que sean incluidos y tomados en consideración en los proyectos de inversión pública y los planes de acción y de desarrollo del ACR y su zona de amortiguamiento.
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*Wagner Silva es asesor técnico en la región San Martín del Programa de Desarrollo Sostenible GIZ.
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Fuente: Programa de Desarrollo Sostenible - GIZ: http://www.pdrs.org.pe/node/2817
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