Por Thalif Deen
IPS.- A pesar de los numerosos tratados internacionales contra la discriminación, la desigualdad de género en perjuicio de las mujeres está extendida y profundamente arraigada en muchas culturas, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
"Las creencias y tradiciones culturales son frecuentemente más fuertes que las leyes", declaró este miércoles a la prensa la directora ejecutiva de esa agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Thoraya Obaid.
Advirtió, sin embargo, que el respeto a las tradiciones culturales no significa que se acepten prácticas perjudiciales o abusos de derechos humanos. "Todo lo contrario", aseguró.
Entre esas prácticas inaceptables mencionó los matrimonios de niñas, la mutilación genital femenina, los asesinatos "por honor" y la extendida desigualdad de género, que son vistas como normas culturales en algunas sociedades.
Al difundir el informe anual de la UNFPA, Estado de la Población Mundial 2008, Obaid dijo que la cultura es creada por la gente y por lo tanto puede ser cambiada.
"La cultura es la forma en que pensamos, actuamos y lo que creemos. Los valores y las prácticas que violan los derechos humanos pueden encontrarse en todas las culturas", señaló.
El UNFPA ha estado librando una larga batalla contra dos prácticas que se presentan, principalmente, en los países en desarrollo: los matrimonios de niñas y la mutilación genital femenina.
"En muchos países son ilegales y, sin embargo, persisten, porque están muy enraizadas en la cultura", afirmó Obaid.
Tamara Kreinin, directora ejecutiva del Programa Mujer y Población de la Fundación de las Naciones Unidas, admitió que es complejo abordar el tema de esas prácticas perjudiciales, a las que añadió la oposición al derecho de las mujeres a la información y servicios de planificación familiar.
De todas formas, declaró a IPS, "la asociación del UNFPA y otras agencias con organizaciones locales de mujeres y de defensa de los derechos humanos es absolutamente crucial para poner fin a lo que constituye una violación sistemática de los derechos humanos, cometida a través de esas prácticas".
El informe del UNFPA señala que el poder cultural opera a través de la coerción, "que puede ser visible, estar oculta en las estructuras del gobierno y las leyes, o estar arraigada en la percepción que de sí mismas tienen las personas".
El estudio destaca que los avances en materia de igualdad de género jamás se han concretado sin dar una batalla cultural.
Las mujeres en América Latina, por ejemplo, tuvieron éxito en su intento de visibilizar la violencia de género y lograron que se aprueben leyes contra ella. Pero, agrega el UNFPA, hacer que se cumpla esa legislación continúa siendo un problema.
"Es riesgoso hacer generalizaciones sobre las culturas y particularmente peligroso juzgar a una con las normas y valores de otra", advirtió el informe.
Incluso en el marco de una misma cultura no todas las personas están de acuerdo con sus normas y valores, destaca el estudio, agregando que, de hecho, el cambio se produce cuando la gente se resiste ante las presión cultural.
El movimiento hacia la igualdad de género es un buen ejemplo sobre cómo funciona ese mecanismo, según el UNFPA.
Mujeres y niñas constituyen tres quintas partes de los 1.000 millones de personas más pobres del mundo, las mujeres representan dos tercios de los 960 millones de adultos que no saben leer y las niñas 70 por ciento de quienes, estando en edad escolar, no asisten a clases.
Pero la desigualdad de género es un hecho de la vida al que hay que resignarse en la mayoría de las sociedades.
Las normas y tradiciones culturales pueden perpetuar la violencia de género y tanto las mujeres como los hombres pueden "aprender" a ignorar el tema, dice el informe.
Es importante, agrega, hacer alianzas con líderes y formadores de opinión, al igual que con personas y organizaciones que trabajan en el terreno.
"Algunas veces, los propios guardianes de la cultura son quienes promueven los derechos de las mujeres", señaló.
Kreinin afirmó que el UNFPA y otras agencias de la ONU tienen un mandato, derivado de los acuerdos internacionales sobre derechos humanos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para identificar estrategias que aseguren que la cultura no se emplee para violar los derechos de las mujeres.
"Hay organizaciones no gubernamentales en todos los países del mundo dispuestas a tomar el liderazgo para implementar esas estrategias, para poner fin a esas prácticas perjudiciales", agregó.
Esos grupos son socios clave de las agencias de la ONU y otras partes interesadas, particularmente para plantear a sus gobiernos que cumplan sus obligaciones internacionales de promover, proteger y asegurar los derechos de las mujeres, a través de leyes que se cumplan completamente, políticas y programas, dijo Kreinin.
"Existe una sinergia que surge del trabajo del UNFPA en estrecha colaboración con esas organizaciones no gubernamentales locales para abordar estos temas desafiantes. La efectividad de ambos se ve incrementada", señaló.
"Mi organización, la Fundación de las Naciones Unidas, a veces interviene para asegurar que florezcan esas asociaciones. También trabajamos para fortalecer la habilidad de los grupos civiles locales para usar los acuerdos internacionales y sus vínculos con la ONU para aumentar el impacto de su labor", explicó Kreinin.
La consecuencia más importante de esas asociaciones entre la ONU y las organizaciones no gubernamentales locales es que las vidas y el bienestar de muchas mujeres y niñas serán preservados más temprano que tarde, concluyó.
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