Ideele, 1 de abril, 2011.- Pepekausita nació con el favor de los astros. Sus amigos de los primeros años en el Colegio Markham lo recuerdan como un ampuloso promotor de sí mismo. Desde temprano se había propuesto ser un triunfador. En un país de perdedores jo, jo no es ése un gran mérito Pepito, le decían sus condiscípulos.
Pero Kausita pensaba en grande. No quería ser un simple ganador: quería ser el mejor. En… ¿negocios?, sí; ¿deportes?, claro; ¿música?, tambor; ¿poder?, lógico; ¿cuánto? Todo. Faltaba más.
Debido a la actividad de sus padres, se acostumbró a una vida itinerante. Intercaló entre Suiza, Inglaterra y Estados Unidos. En uno estudió flauta, en otro composición, y en el último economía.
Los biógrafos malitos aseguran que estas continuas estadías acostumbraron a Pepito al desarraigo, lo que motivó después una confusión de identidad. Los buenitos aseguran, más bien, que esta mult-ilocalidad le forjaron una conciencia cosmopolita que amplió su visión económica y social. Conocer diversas y disímiles experiencias le permitió no atarse a una perspectiva rudimentaria y arcaica. Pepito quiso desde muy joven que su país desordenado, atrasado y tenebroso se pareciera más a los lugares que empezaba a conocer. El problema es que tanto viaje lo terminó enredando. ¿Cuál era su país y a quién se quería parecer? A cualquiera le pasa, entre tanto kilometraje.
Finalmente absorbido por los compromisos de trabajo, decidió adquirir la nacionalidad estadounidense. La misma a la que después de muchos años ha anunciado renunciar.
Un millón de amigos
Luego de los doce años de dictadura militar que fatigaron nuestra patria, el arquitecto Fernando Belaúnde fue electo por segunda vez Presidente de la República y decidió llamar a un viejo conocido para que sea su Ministro de Energía y Minas. La hora que Pepito había soñado por fin se abría camino.
Pero el oráculo prefirió guardarle su gran momento para otros tiempos. El país vivía una sangrante guerra interna que precarizaba cada vez más su economía. Con las arcas vacías, muy poco se podía hacer por el país, se decía.
Pero no solo de país vive el hombre, también pensaba. Si, de momento, no podía hacer nada por su terruño, podría tener mejores logros a nivel personal y amical.
Una de sus acciones más relevantes como Ministro fue la creación del FOCOMI, una entidad estatal fundada con el fin de ayudar a los empresarios mineros, quienes en ese momento tenían una deuda cuantiosa con el Banco Wiese. Mediante el FOCOMI los mineros pudieron cancelar sus deudas y, de pasadita salvar, al Banco de la quiebra.
Kausita es un tipo agradecido, y cree en la reciprocidad. Una vez terminada su gestión ministerial, el Banco Wiese lo nombró Director, cargo que ejerció desde el extranjero.
Luego de esta primera experiencia volvió a la empresa privada. Su historia es un devenir constante entre la empresa privada y la pública, poniendo, claro, la segunda al servicio de la primera. Cuando habla de su enorme vocación de servicio, ya sabemos entonces a qué se refiere.
Regreso con fuerza
La democracia tiene en el Perú el temperamento de una quinceañera. En los 90 volvió a desaparecer y retornó a comienzos del nuevo siglo. Con ella también regresó nuestro amigo Pepekausita, a quien si bien no hay que mezquinarle sus credenciales republicanas, durante el fujimorato declaraba en los foros internacionales su anuencia con la reformas económicas peruanas; de lo otro, chitón. Con el presidente de la transición Valentín Paniagua no tuvo mayor relación, pero sí con el que le siguió. Fue nombrado Ministro de Economía en dos ocasiones. En una de ellas fue también Premier.
Fiel a sus maneras, Kausita entró nuevamente en el sector público sin descuidar sus intereses privados. Ese tipo de gestos, como los del presidente chileno Sebastián Piñera de vender sus acciones de LAN antes de asumir la Presidencia, resultan inútiles al ojo pragmático de Kausita, quien prefiere seguir adelante con sus negocios y empresas. Por ejemplo, en una que se llama Cosapi, en la que tenía el 25% de acciones. Esta empresa es integrante del Consorcio LAP que administra el Aeropuerto Jorge Chávez.
Después de los atentados del 11 de septiembre, la exigencia internacional fue que los aeropuertos sean más seguros, lo que implicaba un importante gasto adicional con el que no contaban los flamantes concesionarios. Felizmente para ellos, sí tenían un amigo y socio en algún sillón ministerial. Entre septiembre del 2001 y junio del 2002 se dictaron cuatro decretos de urgencia para que el Estado asumiera la cobertura de riesgo en las operaciones aeroportuarias, lo que en otras circunstancias tendría que haber sido cubierto por la empresa concesionaria; en cristiano: con dinero de todos los peruanos, Pepito corrió al rescate de su propio bolsillo.
No fue ése el único caso. Durante su estadía en el MEF, uno de sus temas bandera fue la privatización de los puertos. Tampoco en este caso se trató de una cruzada desinteresada, ya que en ese periodo también era asesor de estrategia de Financiera Agunsa, una empresa del grupo chileno portuario Urenda, muy afanada en estos temas.
Pepekausita no solo fue Ministro de Economía. El Presidente necesitaba un tipo de su perfil para lograr acciones más audaces y le encargó, a mediados del 2005, la Presidencia del Consejo de Ministros, donde logró impulsar una resolución en la que se dejaba en manos de ProInversión la tarea de privatización de los puertos. Las cosas no salieron redondas, pues se había planificado entregar en concesión a un grupo chileno portuario salteándose una serie de expedientes técnicos. El rechazo de la población abortó este plan.
Una vez dejado el premierato, Kausita volvió a lo suyo con nuevos bríos. Su paso por el Estado no había pasado desapercibido. La “cosa privada” tenía mejores condiciones que ayer.
Camisea
El tema portuario no fue el único en el que dejó huella. Quizá el asunto por el que más se le recuerda y que más repercusión tuvo fue el del gas. Una suerte de incendio que el Gobierno de García y el premier-bombero de turno Velásquez Quesquén se las tuvieron que ingeniar para aplacar.
En el caso Camisea se repite un esquema que hace mucho tiempo se aplica en el Perú —como lo ha señalado con agudeza el sociólogo Francisco Durand—: en el Ministerio de Economía se suceden como una especie de carrusel de la empresa privada a la pública. Los funcionarios privados pasan a la pública para favorecer en muchos casos a la empresa privada, para luego volver a la privada y nuevamente su turno. Y así sustantivamente.
Kausita trabajó para la empresa Hunt Oil, que participa en la explotación del gas de Camisea. En calidad de asesor de esta empresa preparó la oferta que se presentó al Estado peruano. ¿Quién vio y analizó esta propuesta? Pues él mismo, jo, jo. En ese episodio, quien tanto había sostenido que no se podían revisar los contratos con las grandes empresas (Kausita es un ortodoxo cuando de estabilidad económica se trata), decidió ceder a la heterodoxia y pensó que los contratos con las transnacionales podían revisarse. Y lo hizo nomás.
La revisión consistió en realizar una serie de cambios a favor de su ex empresa. Según el contrato original firmado en el gobierno de Valentín Paniagua, el lote de petróleo 88 iba a ser destinado solo para consumo interno (teniendo en cuenta que el proceso de expansión económica que vive el país iba a necesitar de mucho más energía). Pero Kausita es buen cristiano y le gusta compartir. Mi patria es el mundo, jo, jo, decía. Según los cambios que hicieron, el lote 88 se iba a destinar también a la exportación. Los maledicientes afirmaron que puso en riesgo nuestras reservas energéticas. Lo que es seguro es que fue una bombita que pateó con flemático cariño al presente gobierno.
El premio gordo
Los últimos cinco años de Pepekausita no han sido igual a los anteriores. Sus amigos sabían que algo estaba carburando. A pesar del éxito logrado, se sentía insatisfecho. De niño se lo habían dicho: él estaba para las grandes ligas. Ya había sido Director de muchas empresas, medianas y grandes; ahora quería la empresa mayor, jo, jo. Es que para el buen Pepín, el Perú no es otra cosa que una grande empresa.
De acuerdo con sus convicciones democráticas, no dudó en reclutar en su novel partido a un grupo muy variado de personajes. A pesar de haberse definido y haber defendido las posturas más liberales de la sociedad, no vio inconveniente en unirse a un pastor evangélico que está en el otro extremo respecto de estas posturas. Tampoco le incomodó juntarse con alguien escéptico de su ortodoxia económica y de conocida trayectoria izquierdista (también en las antípodas de Kausita).
Tampoco con un distinguido comerciante cusqueño. De aquel lugar donde la falta de aire no les permite pensar bien, como afirmó hace poquitos años.
Tampoco tuvo problema en aliarse con un general implicado en relaciones con narcotraficantes. Lo presentó en público, lo apapachó y lo festejó. El susodicho hasta le bromeó con meterlo en una bolsa de polietileno si no cumplía sus promesas electorales. Pepekausita no dejaba de mirarle el voto. Cuando lo presentó, ya se conocían muchas de las cosas señaladas, pero el escándalo aún no había detonado. Es que de niño le quedó claro que Dios perdona el pecado pero no el escándalo, y él… que a veces se siente Dios, decidió no perdonar.
Hasta ahora solo hemos visto a Pepekausita en plan jovial, ganador, amigo de todos causita, choche, chévere, corriendo de lo privado a lo público, sin tiempo para culpas, ayudando a sus amigos y ayudándose a él mismo, porque no hay peor mezquindad que la que uno mismo se hace. Después de todo, mal tipo no es.
De gringo Karl a vaquero indigesto
Para quienes no lo conocen bien, Kausita da la imagen de un gringo Karl de ligas veteranas, pero ésa es solo una parte de su personalidad. Tiene también un lado impaciente, iracundo y arrebatado. El colorado no cree en nadie cuando piensa que le quieren pisar el poncho. En esas circunstancias manda a la diplomacia por un tubo y nos dice babosos, cojudos y que nos vayamos a la mierda.
[Nota de redacción: Si los adjetivos le resultaron incómodos, el autor de la nota se excusa, se exime y corre traslado al protagonista de esta historia: Pepekausita. Por si faltara más, adjuntamos la documentación:
- “No entiendo por qué usted lee esas babosadas que publica WikiLeaks.” (Cuando un periodista le preguntó su opinión sobre el wiki link que informaba sobre la relación entre narcotráfico y militares.)
- “Sí [postularé], para darle la contra a todas las ‘cojudeces’ que dicen.” (Cuando un periodista arequipeño le preguntó acerca de su responsabilidad en el contrato de Camisea.)
- “A la mierda con las tachas, a la mierda…” (Cuando un periodista le preguntó por una tacha interpuesta en contra de su candidatura.)]
Como hemos visto, Pepekausita tiene cierta predilección por los periodistas de provincia. Resultaría impensable verlo en esa actitud frente a un periodista de la BBC o del New York Times. Dijimos que es cosmopolita pero sin llegar al extremo. Y ese extremo parece ser el Ande.
En las elecciones del 2006 intentaba comprender por qué la gente del sur se inclinó mayoritariamente por el candidato Ollanta Humala. La respuesta no la encontró en los libros; tampoco se la dieron sus amigos del club Bilberg. La respuesta la sacó del forro: “La altura les impide que el oxígeno llegue al cerebro. Eso es fatal y funesto”.
Pero ya muy pocos se acuerdan de ello. Como su nombre lo indica, Kausita quiere ser amigo de todos, y de hecho muchos lo quieren. De otra forma no se explica que tenga gratuitamente una hora todas las semanas en la radio más escuchada del Perú y una columna en un periódico. Además, es el único caso en el que un candidato con 5% de aprobación en las encuestas sea el más entrevistado en la televisión. ¿Cómo lo hace Pepekausita? Desde que salió oficialmente a la palestra, las encuestas lo incluyeron, los analistas lo engrieron y los periodistas lo solicitaron. Hasta el profeta nacional ha vaticinado que pasará a la segunda vuelta con Toledo. Ahora que está alrededor del 15% en las encuestas, siente que el día soñado por fin llegó.
Mientras los analistas hablan del cuento de la bocina, el uso de redes sociales y lo carismático que resultó el gringo después de todo, la mayoría olvida que cuando estaba en el rincón de las ánimas nunca dejó de salir en los periódicos y ser invitado principal de los programas. Además de una millonaria campaña que dice está costeando con la venta de su casa de playa.
La impresión que generalmente causa Kausita es la de una imperturbable ortodoxia y celos de estabilidad jurídica y económica. Pero sus hechos lo desdicen. Hace poco, en plena campaña municipal, dijo que la victoria de la candidata Susana Villarán podría causar pánico financiero. La respuesta de los opinólogos no fue tan amable. El tiro le salió por la culata: a Kausita lo llamaron desde Pepekuko hasta Pepekaka.
Luego se reveló que usó la misma maña el 2006 con la intención de frenar al candidato antisistema. Estuvo llamando a sus amigos periodistas para que le hagan la gauchada de colocar información sobre la convulsión económica que se vendría después de elegir a dicho candidato. Solo se trata de revisar los periódicos de la época para ver en cuántos y quiénes pegó su prédica.
Últimamente, para armar la lista al Congreso no le importó mandar al diablo la aburrida institucionalidad y acoger a una señora que no había pasado el filtro de su partido. Fue así como reclutó a una tal Lourdes Alcorta, amiguísima de militares y muy peleada con asuntos como la CVR y los Derechos Humanos.
Pero otras veces es muy cumplido. Fue uno de los primeros candidatos en presentar su curriculum vitae y un informe de sus propiedades. Pero para no aburrir al Jurado, solo consignó sus cargos públicos desde el 2001. Nada de lo que trabajó para el sector privado. Y solo sus propiedades individuales. Por ahí hablaban de unas propiedades en Estados Unidos, pero para qué decirlo. No son de él sino de su esposa.
¿Hasta cuándo le durará la buena estrella a Kausita? Difícil saberlo en el voluble voto peruano. Hasta el momento la viene haciendo linda si tenemos en cuenta su performance inicial. La cosa podría parecer más increíble y fenomenal si no tenemos en cuenta el apoyo de los grandes electores y la amnesia nacional.
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Fuente: Revista Ideele, del Instituto de Defensa Legal (IDL), N° 206, marzo de 2011: http://www.revistaideele.com/idl/node/936
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