Por Puri Pérez Rojo*
3 de octubre, 2010.- Tanto desde la Coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo (ONGD) Estatal como desde la de Euskadi se han ido sumando las críticas a los recortes de J.L. Rodríguez Zapatero para la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Este tijeretazo supondrá una reducción de 800 millones de euros que se destinaban a la población más necesitada del planeta.
No es una buena noticia, por varias razones. No sólo porque dejará sin recursos a las personas que más lo necesitan, sino porque, además, el mensaje que se trasmite a la población es: “no son tiempos para la solidaridad”. Y también es una mala noticia porque pone en cuestión el valor de las leyes y las normativas establecidas dentro de un Estado democrático.
Sin embargo, nos resulta una noticia “cuasi” anunciada, “cuasi” esperada. Llevamos más de un año respondiendo a preguntas como “¿vosotros, en el ámbito de la cooperación, no habéis notado la crisis?” Todo el mundo considera que lo más fácil a la hora de reducir siempre es quitar a quien menos tiene o está más lejos, porque su poder de control es mínimo, su poder de influencia nulo, su poder de presión inexistente... Parece que resulta más difícil quitar a los que más tienen, los ricos.
A lo largo de los últimos 20 años, las ONGD han conseguido, mediante el apoyo de la ciudadanía, regular la cooperación internacional creando leyes donde se explica qué se entiende por cooperación, porqué se hace, y donde se especifican los compromisos establecidos por las administraciones. Así, por ejemplo, en la Ley Vasca de Cooperación se llegó a un compromiso escrito de lograr el 0,7 por ciento para el 2012. Dicho compromiso ya se ha roto por parte del Lehendakari del Gobierno Vasco, Patxi López.
Esta crisis ha sido generada por los bancos y por un sistema financiero desregulado, al que el gobierno ha prestado más de 6.000 millones de euros. Ahora es incapaz de reclamarles su devolución, cuando además los bancos están de nuevo logrando grandes beneficios con los préstamos realizados. La crisis no debe pagarla quien menos tiene y los recortes y límites imprescindibles y necesarios no deben repercutir en los más pobres.
"Las ONGD hemos hecho mal nuestra sensibilización y nuestra educación al desarrollo al no cuestionarlo y no plantear alternativas para un modelo de sociedad más justa y equitativa, empezando por cuestionar nuestro estilo de vida y modelo de consumo" |
Ahora la clase parlamentaria ha propuesto una reducción del 15 por ciento en sus salarios de forma ocasional. ¿Significa eso que en cuanto pase el temporal se los volverán a subir? La solución no pasa por medidas puntuales sino a largo plazo y mirando las desigualdades sociales. De ahí la propuesta que lanzamos de topes máximos salariales, que sus salarios y los de función pública se regulen para siempre en base a número de X veces el salario mínimo interprofesional.
Las actuaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y ahora del Banco Central Europeo (BCE) las conocemos bien en el mundo de la cooperación. Sabemos lo que han estado haciendo a muchos países en los últimos años. Sabemos las medidas que han propuesto a los gobiernos del Sur y que han ahogado a la población. Ahora nos toca aquí sufrir las consecuencias de las valoraciones negativas de los bancos internacionales. Y vamos a saberlo, porque el gobierno de Zapatero está amordazado y no es capaz de quitarse las ligaduras y la dependencia de los sistemas financieros privados.
Lograr una banca pública, que no condicione las medidas que se deben tomar desde el gobierno para salir de la crisis, reducir drásticamente el gasto militar, o aumentar los impuestos a las rentas más altas, son propuestas de izquierda, pero sobre todo serían formas más justas, éticas y morales de afrontar la crisis, para así mantener e incluso aumentar los gastos sociales y de solidaridad, en definitiva cuidar a las personas.
Este modelo de desarrollo requiere un cambio estructural profundo y no simples recortes. No es extensible y no nos sirve para llevar una vida digna a todas las personas que habitamos el planeta. No podemos seguir produciendo y consumiendo a este ritmo frenético que está acabando con el planeta y con las personas que lo habitan. Las ONGD hemos hecho mal nuestra sensibilización y nuestra educación al desarrollo al no cuestionarlo y no plantear alternativas para un modelo de sociedad más justa y equitativa, empezando por cuestionar nuestro estilo de vida y modelo de consumo. Es momento de dar este paso.
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* Puri Pérez Rojo es coordinadora de la organización de cooperación Mugarik Gabe, que trabaja para lograr un desarrollo humano equitativo y sostenible.
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Fuente: Este artículo ha sido publicado en el nº 44 de la Revista Pueblos, septiembre de 2010.
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