El problema no es de personas. El meollo está en el sistema político y mientras eso no se cambie, el problema se mantendrá latente, sin resolver.
Por Milciades Ruiz*
31 de enero, 2023,. Hemos emitido juicios sobre el movimiento social de protesta que aqueja al país en estos días, interpretándola desde nuestra perspectiva política, toda vez que las características del suceso son atípicas. No tiene orientación ideológica común, ni plataforma política. Pero entonces, ¿Qué, es lo que mueve a actuar de la misma manera en diversas regiones a la vez? Al respecto, va la siguiente nota.
La explosión social, es un producto del sistema, como hay otros, generados por las condiciones del modelo republicano vigente. Es la respuesta a la presión de la maquinaria del neoliberalismo. Su estallido puede haber sido circunstancial, pero su fermentación viene desde muy atrás. Por ello, juzgar los hechos por sus resultados y no por las causas, quizá no sea lo más apropiado.
Tenemos hábitos de raciocinio muy esquemáticos. En la izquierda se piensa que todo es culpa de la extrema derecha, y en el campo opuesto se piensa que todo es culpa de la extrema izquierda. De este esquema no salen, porque no tienen otra manera de pensar. Lo mismo sucede con quienes solo piensan en términos de burguesía y proletariado, que, en este caso, no encaja.
Pero el materialismo dialéctico, que es el eje de todas las ciencias, nos provee de muchos instrumentos de análisis. Sabemos que todo en la vida y en el universo, se desarrolla por antagonismo bipolar, como la electricidad, el bien y el mal, la vida y la muerte, etc. La sabiduría popular advierte: “Siembra vientos y cosecharás tempestades”
Nuestra historia es una larga sucesión de antagonismos bipolares, pues cada situación genera su contrario que finalmente lo supera, como lo viejo y lo nuevo. La conquista española generó el sentimiento antiespañol entre los dominados. El bloqueo contra Cuba genera un rechazo anti norteamericano y la expoliación a países pobres causa migración hacia los países depredadores.
Porque no hay acción sin reacción, la bipolaridad está en nuestro organismo. También en la mentalidad que procesa nuestro cerebro. Los impactos que recibimos, nos hacen reaccionar de distinta manera según nuestra predisposición. Si no conseguimos nuestras aspiraciones legítimas, nos invade un sentimiento de frustración que puede tornarse hostil.
pienso que en esta protesta masiva hay un componente neurológico que deberíamos tomar en cuenta. La frustración es una respuesta del organismo, desencadenada por una decepción
Por ello, pienso que en esta protesta masiva hay un componente neurológico que deberíamos tomar en cuenta. La frustración es una respuesta del organismo, desencadenada por una decepción. En el caso de personas socialmente excluidas presentan reacciones de depresión, ansiedad, desamparo como lo señalan numerosos estudios (Williams, Cheung & Choi, 2000; Eisemberger, Jarcho, Lieberman & Nalebuff, 2006). Pero si se agrupan en grandes colectividades dan rienda suelta a sus iras.
Es frecuente ver la frustración grupal entre quienes comparten las barras deportivas cuya disconformidad llega a ser violenta. Para el psicoanálisis, la conducta agresiva es resultado de un impulso interno del organismo, que se activa cuando a este, se le impide conseguir la meta que pretende alcanzar. Si el estado emocional es intenso en estos colectivos, lo más probable es que lleguen a la violencia.
No ven al estado como un amparo, sino como una negación a sus aspiraciones legítimas. Por eso, los insurrectos apedrean todo lo que signifique estado.
La colectividad peruana se siente traicionada por una falsa democracia y ha perdido la fe en los mecanismos republicanos. Repudia el sistema electoral, a los partidos políticos, a los organismos públicos y culpa al estado de todas sus frustraciones. Las mayorías no se sienten representados por los parlamentarios ni por los políticos. No ven al estado como un amparo, sino como una negación a sus aspiraciones legítimas. Por eso, los insurrectos apedrean todo lo que signifique estado.
La pérdida de fe en el sistema político lo podemos ver en las cifras electorales oficiales. La gran mayoría de electores no ha podido pasar del nivel de educación secundaria. Eso no es justo. No es lo que se aspira, pero al régimen, eso no le importa. Entonces, la frustración genera descontento que se acumula con otros de la misma causa.
En las elecciones parlamentarias de 1980, hubo 712,796 votos nulos, 403,248 votos en blanco y un ausentismo de 1´173,404 electores. En el 2021, los votos nulos subieron a 2´737 099 nulos, 2´126,712 en blanco y un ausentismo de 7´565,223. El total, de estos tres rubros en las elecciones del 2921, suman 12´429,034, cifra casi igual al número de votos válidos 12´858,829. ¿No es esto, una señal clara de disconformidad con el régimen electoral vigente?
Los más perjudicados por el deterioro del sistema son los jóvenes que constituyen la mayoría nacional. Los hemos visto que no reparan en los riesgos de la violencia y muchos de ellos terminan perdiendo la vida. Son jóvenes sin un futuro satisfactorio, como también, gran cantidad de peruanos frustrados por un sistema que los anula. El denominador común de las protestas en zonas distantes tiene este componente generacional en gran parte.
Pero es toda la población la que se siente decepcionada por el sistema republicano vigente, pues no responde a lo que uno espera de su país. Veamos otra respuesta social en el siguiente cuadro oficial.
En las encuestas nacionales de hogares que ejecuta el INEI cada año, solo un tercio de la población está conforme con el sistema político, en tanto que dos tercios no.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática-Encuesta Nacional de Hogares.
Si el pueblo se manifiesta de esta manera y nunca se le toma en cuenta; si gasta tiempo, dinero y energías reclamando de manera formal e informal, pero es ignorado, ¿Qué le queda? Ahora mismo, hipócritamente dicen los políticos: Sí, está bien, ¡Que renuncie la presidenta!, ¡Elecciones adelantadas! ¡Dialoguemos! Pero solo es un caramelo para contentar a los enojados.
El problema no es de personas. El meollo está en el sistema político y mientras eso no se cambie, el problema se mantendrá latente, sin resolver.
El problema no es de personas. El meollo está en el sistema político y mientras eso no se cambie, el problema se mantendrá latente, sin resolver. Con el sistema vigente, tampoco es viable una nueva constitución creyendo que allí, está la solución. Una constitución popular solo es factible si se cuenta en su aprobación con una representación mayoritaria que la garantice.
Finalmente debo decir que, si las causas de este estallido social son estructurales, lo que corresponde entonces es reformar la estructura republicana. Siendo así, habría que pensar en las alternativas para la refundación de una nueva república, acorde con las exigencias de nuestra época. Salvo mejor parecer.
(escrito el 31 de enero de 2023).
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* Milcíades Ruiz es especialista en desarrollo rural. Dirige el portal República Equitativa: https://republicaequitativa.wordpress.com/ - http://www.gestiones-rurales.
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