Por Daniel Mathews*
10 de mayo, 2019.- En la frontera entre Putumayo (Colombia) y Sucumbíos (Ecuador) disidencias de las FARC, el ELN y bandas criminales de ambos países tienen confinados a cerca de mil miembros de la comunidad Siona. Sin embargo, no son ellos los únicos que sufren. El conflicto ha afectado a colombianos pero también a peruanos y ecuatorianos.
Gabriel Sulca, ciudadano peruano, desapareció el 6 de diciembre del 2012 y hasta ahora no se sabe nada de su paradero. Gabriel hizo un viaje en bicicleta, recorriendo toda la costa peruana y cruzando Ecuador, finalmente llegó a Colombia y su intención era navegar por el río Putumayo y entrar por Leticia, pero desapareció a la altura de Piñuña. Obviamente no sabía lo peligroso de la zona.
En lo que respecta al Ecuador podemos recordar que hace más de un año, en marzo de 2018, tres miembros del periódico El Comercio de Ecuador fueron asesinados en la frontera colombo-ecuatoriana por disidentes de la extinta guerrilla de las Farc bajo el mando de alias Guacho.
El equipo periodístico del diario ecuatoriano había ido a cubrir la difícil situación de orden público que vive Esmeraldas, una provincia del norte del vecino país, por cuenta de las disputas entre grupos criminales por las rutas del narcotráfico.
Obviamente los que más sufren la arremetida del narcotráfico son los indígenas colombianos. Según informa el diario El Espectador mil personas de tres de los seis resguardos y cabildos de su comunidad están confinadas debido a las amenazas y enfrentamientos entre los grupos armados.
Además, en las inmediaciones de sus asentamientos hay laboratorios de procesamiento de cocaína y existe la constante amenaza de la siembra de minas antipersonales.
Frente a esta grave situación los gobiernos implicados han demostrado su total inoperancia. Es una zona donde el gobierno está en manos del narcotráfico que tiene su propio ejército, relaciones internacionales, economía ligada a la banca internacional.
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*Daniel Mathews, es socio del Centro Cultural, Musical y Social Breña y autor de notas sobre cultura popular urbana en La Mula. En la década del 80 participó en las comparsas de son de los diablos que organizaba el Movimiento Francisco Congo con el grupo teatral Yuyachkani. En el año 2004 actuó de capataz en el Cuadro Negro de autoría colectiva (Centro Musical Victoria) en las conmemoraciones del sesquicentenario de la abolición de la esclavitud en el Perú organizadas por el CEDET.
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