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Crisis de identidad: “Soy José Mamani”, por Eland Vera

Foto: La Negra

“Soy José Mamani” es una obra teatral de profundo sentido ético, pedagógico y terapéutico. Es de esas obras que trascienden el análisis y el goce estético, es una herramienta para sensibilizar al corazón, animar al espíritu y sanar la identidad deteriorada que muchos peruanos cargamos.

Por Eland Vera*

8 de julio, 2022.- Es parte de la rica tradición cultural puneña el surgimiento y desenvolvimiento de agrupaciones o asociaciones que cultivan diferentes manifestaciones artísticas, tradicionales y modernas. En los últimos años han surgido asociaciones dedicadas al campo del audiovisual, el cine y las artes escénicas, dentro de estas últimas destaca nítidamente la asociación cultural La Negra, liderada por Julissa Paredes Ramirez.

Resulta que La Negra ha puesto en escena una obra teatral desafiante e interpeladora, ensamblada en una puesta en escena sutil, ordenada y de gran simbolismo. Se trata de “Soy José Mamani”. Escrita por el ariqueño Fernando Montanares. La obra ya ha sido montada previamente en Chile. La diferencia es que la versión peruana o más precisamente puneña, tiene un aderezo especial, pues los grandes temas y subtemas que subyacen logran encajar de manera acertada con nuestras vicisitudes y enredos nacionales. La obra ha recorrido con gran acogida las ciudades de Lima, Tacna, Puno y Cusco.

La pieza teatral nos presenta los diálogos de consultorio entre una psicóloga y José Mamani, un adolescente de origen aimara que rechaza el mundo cultural de sus ancestros, anhela ser lo más occidental posible y dejar de ser “eso” (leit motiv de su condición indígena que nos acompaña durante la obra).

La crisis juvenil de identidad, razón por la cual la madre de José lo manda a terapia, es la superficie visible de las fuerzas ocultas y contradictorias que desgarran a no pocos peruanos

La crisis juvenil de identidad, razón por la cual la madre de José lo manda a terapia, es la superficie visible de las fuerzas ocultas y contradictorias que desgarran a no pocos peruanos. Por un lado, el mundo cultural indígena con su potente carga expresiva. En la obra, las imágenes proyectadas de las danzas autóctonas de los campesinos y el crecimiento acelerado del fruto de la papa ofrecen un bello preciosismo audiovisual y lírico. Y de otro lado, la aculturación de José expresada en monólogos que destilan su afán por ser un joven urbano moderno sometido a los encantos de la cultura occidental.

Una mirada cruda y plana nos diría que estamos frente a un joven alienado que visita a la psicóloga. Pero hay algunos mensajes potentes que es importante mencionar. Las sesiones de consultorio son el signo índice (pequeña parte de un todo) que se halla conectada a los vestíbulos interiores y traumáticos de nuestra historia nacional.

José no quiere recordar de dónde proceden y dónde están enterrados sus abuelos. La labor inquisidora de la psicóloga está dirigida a auscultar orígenes y develar la matriz cultural de nuestro adolescente. Los peruanos somos hechura indígena, procedemos de un mundo andino amazónico que ha soportado la imposición colonial, la discriminación y el racismo. Producto de ello buscamos la salida del blanqueamiento, operación perversa que se ve expresada en José. Se trata de la colonialidad del ser que mueve los hilos de la aculturación. Lo extradiegético (aquello que no aparece en el encuadre escénico), es decir, la migración, el racismo, la madre, los abuelos o la hegemonía cultural tienen unos lazos de acero con la diégesis minimalista organizada alrededor de la comunicación interpersonal entre un paciente y su terapeuta.

“Soy José Mamani” es una obra teatral de profundo sentido ético, pedagógico y terapéutico. Es de esas obras que trascienden el análisis y el goce estético, es una herramienta para sensibilizar al corazón, animar al espíritu y sanar la identidad deteriorada que muchos peruanos cargamos.

Hay un José Mamani instalado en la vida cotidiana de tantos peruanos que no han logrado realizar un sano ajuste de cuentas con su pasado, tomar conciencia y dar el salto personal que deseamos para nuestros conciudadanos. En esa línea, es maravillosa la elección de la psicóloga como el puente que le permitirá a José Mamani superar sus vicisitudes: se trata de una mujer y por tanto todo lo que implica para un varón y para la cultura, la energía vital regeneradora de la presencia sanadora de la mujer. Y también es crucial la decisión frontal de elegir a la Psicología como la profesión bienhechora que nos acompañará en el recorrido de la sanación y la terapia.

Finalmente, la dirección de Julissa Paredes es disciplinada y soberbia, la actuación de Gustavo Quispe (como José Mamani) y Romina Paredes (la psicóloga) cumplen el objetivo de conmovernos. Sería largo mencionar a todo el equipo que ha permitido la realización, así como los auspiciadores, pero deseo expresar mi reconocimiento y aplauso. Hacer teatro de calidad en el Perú y más aún desde el interior del país es una tarea de titanes que debemos respaldar y apoyar efectivamente.

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