Por: Rodrigo Arce Rojas*
7 de setiembre, 2019.- Hemos reconocido que las relaciones entre naturaleza y sociedad humana pueden ser clasificadas en dos perspectivas fundamentales: una ontología disyuntiva cuando separamos la naturaleza de la sociedad humana y una ontología de la continuidad cuando entendemos que ambos aspectos están interrelacionados y son interdependientes.
Dependiendo de qué marco ontológico partamos podemos reconocer tres formas de entender la ecología. Así podemos reconocer las siguientes perspectivas:
Primera: Ecología sin sociedad humana. En esta perspectiva el ser humano es totalmente distinto de aquello que hemos dado a llamar “naturaleza” y que lo encerramos en expresiones bio-físico-químicas (Arce, 2019a). Esta perspectiva es coincidente con una concepción “ambiental” en sentido clásico.
Segunda: Ecología que incluye la sociedad humana pero manteniendo la primacía de la visión centrada en lo biofísico.
Tercera: Ecología en la que los aspectos biofísicos y aspectos de la sociedad humana están en interacción. Esta última perspectiva también la podemos llamar ecología en clave socioecológica.
Estas diversas perspectivas no son excluyentes y forman a la vez manifestaciones de un espectro de posibilidades significantes.
En tanto la perspectiva ecológica clásica que se refiere exclusivamente a lo biofísico, ampliaremos la discusión de la tercera perspectiva, o sea de la ecología socioecológica.
Hablar de una ecología socioecológica significa hablar del planeta como un todo, reconocer su indesligable conexión con el cosmos. Ecología, más allá de su inicial adscripción de las interrelaciones biofísicas, implica reconocer interrelaciones, interacciones, interdependencias e interdefinibilidades entre todos los elementos y fenómenos del universo explicados por la materia/masa, energía, información y sentido.
Consecuentemente implica reconocer las interrelaciones entre elementos y fenómenos tangibles e intangibles, del microcosmos y del macrocosmos, de lo que puede ser percibido y de lo que no puede ser percibido directamente pero sí sus manifestaciones.
Hablar de una ecología socioecológica significa hablar del planeta como un todo, reconocer su indesligable conexión con el cosmos
Quiere decir entonces, que hablar de ecología socioecológica implica reconocer toda la diversidad que se presenta pedagógicamente como dimensiones, campos, categorías, dominios, fenómenos, elementos, entre otros pero que presentan campos de continuidad, de convergencia, de divergencia, de traslape, de aproximaciones tangenciales, de paralelismos y de oposiciones.
Consecuentemente es preciso hablar no solo de reconocer la importancia de lo multidimensional, de lo multiescalar y de lo multitemporal como manifestaciones estanco sino también de la interdimensionalidad. Bajo esta premisa de lógica volumétrica la geometría de líneas y polígonos no ayudan a entender la complejidad de la realidad que se manifiesta en redes, en tramas, en entrelazamientos y tal vez la mejor forma de representar la realidad sea la figura de espiral de espirales. Así salimos de las limitaciones de la visualización unidimensional o bidimensional, de la relación causa y efecto, del determinismo, del tiempo en una sola dirección.
Así el ser humano puede ser entendido como un ente tecno-bio-psico-socio-
cultural.
Traducido estos elementos a las dimensiones que conocemos más inmediatamente refieren a las dimensiones personales, psicológicas sociales, institucionales, legales, políticas, económicas, culturales, ambientales, tecnológicas, epistemológicas, ontológicas, metodológicas, entre otras y las hibridaciones como las dimensiones socioeconómicas, socioambientales, biosociales, sociobiológicas, entre otras. Así el ser humano puede ser entendido como un ente tecno-bio-psico-socio-
Un quiebre en la concepción de la ecología refiere a la ontología
Una cosa es hablar del mantenimiento de la ecología de la disyunción entre el ser humano y la naturaleza y otra cosa es hablar de la ontología de la continuidad. Nosotros nos adscribimos a la ontología de la continuidad con sus múltiples expresiones:
- Somos naturaleza.
- Somos naturaleza, algunas veces resalta más nuestra condición humana, otras veces prevalece más nuestra condición no humana.
- Somos la conciencia de la naturaleza.
La concepción socioecológica de la ecología tiene mayor afinidad con otros conceptos tales como territorio, paisajes, cuenca, Hipótesis Gaia (Lovelock, 1985), enfoques bioculturales y las concepciones andino-amazónicas que dan cuenta de la estrecha interrelación entre el ser humano y la naturaleza.
Desde esa perspectiva sociecológica la concepción de la ecología tiene correspondencia con el concepto de ambiente como un todo. Visto así, es posible entender mejor las interrelaciones entre diversas herramientas tales como el ordenamiento territorial, la planificación territorial, desarrollo territorial, servicios ecosistémicos, entre otros.
Ahora bien, hay que aclarar que la visión totalizadora de la ecología (o del ambiente) podría llevar a una suerte de reduccionismo al revés en el que la mirada holística descuide los componentes o elementos. No se trata de esto, porque se reconoce las jerarquías, las estructuras anidadas que dan cuenta de la estrecha interrelación entre los diferentes niveles.
Así, es clásico mencionar la interrelación entre célula-tejidos-órganos-
Ahora bien, aunque reconocemos la existencia de la gran trama universal reconocemos que no siempre se visibilizan o se ponen de manifiesto la totalidad de interacciones. Así podremos reconocer cuencas de atracción en el que confluyen o convergen los fenómenos y podemos apreciar conexiones más evidentes y tangibles.
La perspectiva integradora valora la diversidad de elementos, componentes y procesos y reconoce los equilibrios dinámicos. Reconoce además la incompletud porque no es posible lograr tener la visión del todo. Por tanto ello da pie a reconocer la importancia de la parte en el todo y la presencia del todo en la parte.
Nuestra propuesta de concepción ampliada de la ecología no es nueva pues tiene equivalencia con la ecología profunda, la ecología integral o la ecosofía (Guattari, 2015). Pero ante la graves crisis civilizatoria que asistimos es necesario resaltarlo porque parte de las causas tienen que ver con la exacerbación del modelo civilizatorio que cosifica a la naturaleza y la convierte en una fuente inagotable de recursos basado en las insaciables ansias de crecimiento económico a todo planeta.
Existen grandes aplicaciones de una concepción expandida de la ecología
Lo primero que habría que señalar es que podemos entender mejor los conceptos de la ciudadanía planetaria, tierra patria (Morin, 1999), o también podríamos hablar de la propuesta de la Nación Humana Universal del Movimiento Humanista. Asimismo, nos sería mucho más fácil entender los conceptos de ciudadanía ecológica o la ampliación de la comunidad moral para incluir a los no humanos. Esto nos permitiría ser más sensibles a temas de bienestar animal o de bienestar de los seres vivos en general.
En esta misma perspectiva, podríamos comprender mejor las propuestas de Biocentrismo, Biodesarrollo, Bioética o Biopolítica que implican de modo general poner la vida de todos los seres en el centro de la acción humana. Podríamos entender los esfuerzos que se realizan para generar propuestas alternativas al desarrollo convencional que se resiste a abandonar su lógica de crecimiento ilimitado y trata a la naturaleza como cosas sujetas a ser explotadas (recursos).
También ayudaría mucho a comprender por qué es tan pertinente de incorporar temas que una sociedad fuertemente racional, y racionalizante, había negado hasta ahora: amor, compasión, ternura y que muy bien se explican desde una ética del cuidado (Arce, 2019b). Como señala el Papa Francisco en la Encíclica Laudato Sí en relación al cuidado de la casa común “no hay ecología sin una adecuada antropología”.
Se reconoce la vida como eje fundamental incluyendo la vida de los seres humanos y de los seres no humanos.
Ahora bien, la propuesta de una ecología socioecológica no se va a los extremos de una posición biocentrista fuerte o de una visión antropocentrista fuerte y reconoce los campos de intersección entre el biocentrismo y antropocentrismo. Se reconoce la vida como eje fundamental incluyendo la vida de los seres humanos y de los seres no humanos.
Las propuestas de ordenamiento territorial, gestión de paisajes forestales sostenibles, la gestión social del agua en las cuencas, el desarrollo territorial sustentable, la gestión biocultural, entre otras, tendrían más sentido y no se dejaría únicamente al mercado como el supuesto ordenador de usos de la tierra, cuyas consecuencias ya conocemos y sufrimos.
Finalmente, podríamos repensar nuestras estructuras administrativas que bajo enfoques sectoriales y de funciones y competencias se limitan a campos acotados de intervención carentes de visión socieocosistémica. También nos ayudaría a repensar nuestra formación que separa la ciencia de la filosofía, de la ética y de la estética. De ahí la pertinencia de un pensamiento complejo para la concepción de la ecología (Arce, 2019c) y la necesidad de enfoques interdisciplinarios para su abordaje.
Referencias bibliográficas:
- Arce, Rodrigo (22 de agosto, 2019a). El mapa de las relaciones entre la sociedad humana-naturaleza. [en línea]. SERVINDI. Disponible en: El mapa de las relaciones entre la sociedad humana-naturaleza | Servindi - Servicios de Comunicación Intercultural
- Arce, Rodrigo (25 de agosto, 2019b). Aportes a la identificación de conceptos clave sobre los contenidos de las alternativas al desarrollo [en línea]. SERVINDI. Disponible en: Aportes a la identificación de conceptos clave sobre los contenidos de las alternativas al desarrollo
- Arce, Rodrigo (30 de agosto, 2019c). Bases conceptuales para el entendimiento del pensamiento complejo. [en línea]. SERVINDI. Disponible en: Bases conceptuales para el entendimiento del pensamiento complejo.
- Comins Mingol, Irene. 2016. La Filosofía del Cuidado de la Tierra como Ecosofía. Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 67, 133-148.
- Guattari, Félix. 2015. ¿Qué es la ecosofía? Textos presentados y agenciados por Stéphane Nadaud. Buenos Aires: Editorial Cactus. 447 p.
- Morin, Edgar. 1999. Tierra patria. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión. 17 p.
- Lovelock, James. 1985. Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra. Barcelona: Ediciones Orbis, 185p.
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