Por José Ragas
NoticiasSER, 7 de febrero, 2018.- Con el 50 aniversario de la Reforma Agraria (1969) aproximándose, es de esperar que nuevos trabajos aparezcan para entender mejor este fenómeno. No es que estemos precisamente huérfanos de dichos estudios: en los últimos años han aparecido algunos de ellos, especialmente testimonios, que nos han permitido conocer de primera mano cómo se experimentó uno de los fenómenos más radicales de la historia contemporánea del país.
En 2001, Charlotte Burenius retornó a la famosa Hacienda Huando, propiedad de su familia hasta 1969, para conversar con el dirigente sindicalista Zózimo Torres que participó en la expropiación de la misma. Enrique Mayer, en un libro que es un clásico contemporáneo, brindó una perspectiva más elaborada en Cuentos feos de la Reforma Agraria.
Dos libros recientes, publicados en inglés, rescatan las trayectorias vitales y políticas de líderes campesinos: Mariano y Nazario Turpo (Earth Beings. Ecologies of Practice Across Andean Worlds, por Marisol de la Cadena) y Manuel Llamojha Mitma (Now Peru is Mine. The Life and Times of a Campesino Activist, co-escrito con Jaymie Patricia Heilman).
A este ilustre grupo de trabajos hay que agregar la reciente publicación de Mercedes Crisóstomo Meza, Urin Parcco y Hanan Parcco. Memorias sobre el tiempo de la hacienda y la reforma agraria: testimonios de sus protagonistas (Lima: CISEPA, 2017). Antropóloga de formación, Crisóstomo Meza ha editado un número importante de testimonios de comuneros de Buenos Aires Parco Chacapunco y San José de Parco Alto, en la provincia de Angaraes, Huancavelica.
Ella y un equipo de investigadores de la PUCP y la UNSCH, grabaron y transcribieron estas versiones, dándole forma al volumen que aquí comentamos. El proyecto puede parecer sencillo en sí mismo, pero es tremendamente significativo. Cada uno de estos testimonios va acompañado del nombre del o de la comunero/a y de su respectiva foto a color.
Los más de sesenta testimonios incluyen a comuneros, hombres y mujeres, que presenciaron la Reforma Agraria cuando rozaban la mayoría de edad o eran ya adultos de 40 años. Los entrevistados respondieron a una serie de preguntas que buscaban comprender qué hacían antes de la Reforma, cómo se produjo esta y cuál es su opinión sobre Juan Velasco Alvarado o los antiguos terratenientes.
La evocación del periodo de la hacienda destaca por su coherencia en cuanto a las injusticias y abusos que ahí se desarrollaban. Una experiencia que unía a varios de ellos es el haber trabajado en la casa hacienda como pongos a las órdenes del patrón, en condiciones sumamente precarias y humillantes. “Los gamonales nos hacían sufrir”, dice Igidia Buendía. Otros no solo comparten esta impresión sino que la asocian con su condición de analfabetos, lo que facilitaba su explotación.
Uno de los recuerdos más vívidos de la llegada de la reforma fue la imagen del patron huyendo a toda prisa, siendo perseguido “con huaraca” por los antiguos pongos y ahora comuneros. El fin de la hacienda permitió que muchos de ellos, sobre todo los niños, pudiesen asistir a la escuela y trabajasen sus propias tierras. Otros rememoran la reforma como un periodo de intensa movilización, donde habrían asistido a un mitin presidido por el mismo Velasco Alvarado y gritando a voz en cuello: “¡Que viva Velasco Alvarado y que mueran los gamonales!”.
Esta nueva etapa, ya sin hacendados, favoreció la creación de asambleas y la toma de decisiones por los mismos comuneros. No siempre la reforma salió como lo esperaban los tecnócratas del Gobierno Militar, y al menos en una ocasión los comuneros se opusieron a que la SAIS entrara porque “eran ingenieros (…) eran como los hacendados”.
Se trata, como lo mencionamos líneas arriba, de una importante contribución al estudio de la Reforma Agraria desde quienes la experimentaron. Si bien en una lectura inicial dichas versiones pueden parecer hasta cierto punto repetitivas, es necesario entenderlas como parte de la narrativa colectiva que se ha creado desde 1969 (algo que Ponciano del Pino explora muy bien en su reciente libro, En nombre del gobierno). La información recopilada es muy rica y estos testimonios bien pueden ser utilizados fuera del espacio académico, como en aulas con estudiantes.
Solo queda esperar a que este trabajo inspire otros proyectos similares de recuperación de la memoria colectiva, al igual que de otros estudios de carácter comparativo. Y que ojalá se retome con más fuerza la catalogación –ya no dire digitalización para no pecar de ingenuo– del Archivo del Fuero Agrario, que custodia el Archivo General de la Nación, con los documentos requisados de las haciendas.
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