La pandemia del COVID-19 impone una carga adicional a los frágiles sistemas políticos y sociales. Consecuencia de ello se agudiza la crisis económica y alimentaria, así como los conflictos sociales y los desastres naturales.
InterPressService, 24 de setiembre, 2020.- El hambre aguda aumenta en países vulnerables que ya atravesaban crisis alimentarias antes de la aparición en escena del nuevo coronavirus, así lo indica un informe divulgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El caso número uno es el de la República Democrática del Congo, de cuyos 87 millones de habitantes 21,8 millones padecen inseguridad alimentaria aguda, según la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias que es integrada por la FAO, la Unión Europea y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En ese país centroafricano las medidas control relacionadas con la COVID-19 agravaron los factores del hambre preexistentes: inseguridad, conflicto armado, crisis económica prolongada y fuertes lluvias e inundaciones.
Otros casos severos son Nigeria, en cuya zona norte el hambre aguda aumentó 73 %, alcanzando a 8,7 millones de personas. En Somalia se incrementó hasta en un 67 % afectando a 3.5 millones de ciudadanos. En Sudán creció hasta un 64 %, esto provocó que uno de cada cuatro habitantes padezca esta crisis alimentaria.
En cuanto a la prevalencia de la inseguridad alimentaria, experimentaron alzas de más de 10 puntos porcentuales en Honduras, Lesotho y Somalia y República Centroafricana, donde la mitad de la población, 10 de sus 20 millones de habitantes, necesita ayuda urgente.
Un grupo de mujeres prepara alimentos en un campamento de la Organización de las Naciones Unidas para desplazados por conflictos armados en la República Democrática del Congo. Foto: Jacques David
La inseguridad alimentaria aguda o hambre aguda se produce cuando la incapacidad de una persona de consumir alimentos suficientes pone su vida o sus medios de vida en peligro inmediato, según los parámetros de la FAO y el PMA.
El hambre crónica es un parámetro distinto, empleado por las agencias de la ONU, y se refiere a cuando una persona no puede consumir alimentos suficientes para mantener un estilo de vida normal y activo durante un período prolongado.
En el 2019 alrededor de 690 millones de personas padecían esta situación. La FAO y el PMA alertan que en el 2020 entre 83 y 132 millones pueden sumarse a esta lamentable cifra, todo dependerá del comportamiento de la economía en medio de la pandemia.
De esa cifra de 2019, había unos 135 millones de personas en situación de hambre aguda en 55 naciones y otros 183 millones en 47 países fueron clasificados en situación de estrés, es decir, que podrían caer en hambre aguda si se ven afectados por nuevas conmociones o factores estresantes, como la COVID-19.
La clasificación señaló 27 países donde se prevé el mayor deterioro de las condiciones de alimentación, la mayoría de ellos en África al sur del Sahara, pero hay cuatro asiáticos: Afganistán, Bangladesh, Iraq y Siria, y cinco latinoamericanos: El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Venezuela.
La COVID-19 señala el informe, “impone una carga adicional a los frágiles sistemas políticos y sociales, agravando los riesgos existentes, incluidos los conflictos, las crisis económicas, los desastres naturales, los climas extremos y su variabilidad, y las enfermedades y plagas de los animales y las plantas”.
Aunque los mercados y las cadenas de suministro de alimentos se han estabilizado tras las interrupciones iniciales originadas por la pandemia del coronavirus, “las deficiencias estructurales en los países con crisis alimentarias persisten con perturbaciones a la producción agrícola y otros eslabones de la cadena de suministros”, se agregó.
Hay un impacto diferenciado de género y las mujeres y las niñas se ven más afectadas por las medidas de contención (acceso al mercado, o a recoger agua y leña) o porque resultan desfavorecidas ante hombres y niños varones en la cantidad y calidad de alimentos disponibles en los hogares.
El director general de la FAO, Qu Dongyu, destacó la importancia de la “diferenciación mundial” base de la iniciativa “Mano de la mano” que busca vincular a países desarrollados con las naciones más necesitadas para transformar sus sistemas agroalimentarios e impulsar el desarrollo rural sostenible.
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Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2020/09/crece-hambre-donde-ya-faltaban-alimen...
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— Servindi (@Servindi) June 17, 2020
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