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Colombia: ¿Por qué ganó el NO y que sigue?

Foto: Daniel Gómez

IWGIA, 9 de octubre, 2016.- Entrevista con Efraín Jaramillo Jaramillo, Director del Colectivo de Trabajo Jenzera sobre el plebiscito para refrendar el Acuerdo de La Habana entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)

- ¿Cuál es el escenario que se le presenta a Colombia después de que ganó el NO y los colombianos no aprobaron el Acuerdo de paz firmado entre el gobierno y las FARC?

Efraín Jaramillo Jaramillo (EJJ): El peor escenario que podemos esperar los colombianos es que volvamos a la guerra y nos encontremos de nuevo para hablar de paz dentro de 50.000 o más muertos. Además que nadie garantiza que esa fase no sea más degradada e irracional que la que hemos vivido en estos últimos 50 años.

El presidente Santos ha dicho que el plazo del cese al fuego bilateral expira el 31 de octubre, pero que puede ser ampliado. A pesar de esta salvedad, esta situación tiene a todos, no solo a los altos mandos militares y a los jefes de frentes guerrilleros, sino a todos los colombianos con los pelos de punta.

En consecuencia, el mejor escenario posible, es que las partes (uribistas, santistas y las FARC) convengan las modificaciones al texto del Acuerdo, desentraben el proceso y nos devuelvan la tranquilidad.

- Esta es una de las pocas veces en el mundo que un presidente en ejercicio pierde un plebiscito. ¿Que fue lo que sucedió?

EJJ: Si, En contravía de todas las encuestas y de las expectativas de los colombianos y del gobierno, el SI perdió. Tenía todo de su lado para ganar, pero perdió. Los analistas de la política colombiana mencionan muy variadas razones para este fiasco del gobierno, y personalmente del presidente Juan Manuel Santos:

Primero: Pesa mucho sobre los colombianos los 52 años de atrocidades de las FARC; la desconfianza de muchas personas en una guerrilla que ha producido miles de víctimas y que mostró su arrogancia en muchas de sus declaraciones y posiciones, también contribuyeron a que muchas personas votaran por el NO al Acuerdo, o sencillamente se distanciaran del proceso y se abstuvieran de votar. Esto fue aprovechado hábilmente por el uribismo y otros sectores que estaban en contra del Acuerdo.

Segundo: Se subestimó el rechazo al gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Todos los analistas coinciden en que para tramitar con éxito un plebiscito es fundamental el liderazgo de quien lo convoca. Y Juan Manuel Santos, que lo convocó se encuentra en un nivel muy bajo de credibilidad, por su mal desempeño en materia social y económica, pues se dedicó a hacer la paz y se desentendió de todo los demás asuntos del país.

Tercero: La soberbia de las FARC y del Presidente Juan Manuel Santos. Las FARC mostró todo menos humildad durante el proceso de negociación, una conducta que era clave para inclinar a los indecisos hacia el SI. Y los analistas consideran desproporcionado que el presidente y los promotores del SI hubiesen celebrado con arrogancia por tanto tiempo una victoria que terminó siendo negada.

Cuarto: A las negociaciones de la Habana siempre se opuso la derecha ideológica de los partidos Conservador y Centro Democrático, en cabeza de ella el ex presidente Álvaro Uribe y el recién destituido procurador de la Nación, Alejandro Ordoñez, que ya sin la armadura, la espada y la cruz con las cuales ejerció el cargo de procurador, se lanzó lanza en ristre contra el Acuerdo, descalificado el plebiscito con una insólita impronta religiosa: “Nada más peligroso que los plebiscitos. La democracia plebiscitaria mató a Cristo y escogió a Barrabás".

A estas cabezas se unieron el ex presidente conservador Andrés Pastrana, (un “cadáver” político que resucitó con el triunfo del NO), por cierto rara avis dentro de su partido, el ex vicepresidente de Uribe, Francisco Santos (otro cadáver resucitado), la ex candidata presidencial del partido conservador Marta Lucía Ramírez y otras figuras menores del conservadurismo.

Todos ellos se opusieron al proceso de paz, pero de una manera desleal con el país, recurriendo con frecuencia a la tergiversación de los hechos y a la falsedad, cuando no a la distorsión con afirmaciones temerarias y delirantes como aquellas de que el Estado se rindió ante las FARC, que el presidente Santos sería un comunista camuflado que le estaba entregando el país al castro-chavismo, que la guerrilla se igualó con las Fuerzas Armadas, que el Acuerdo destruye el agro, que crea un tribunal de las FARC, que permite el lavado de activos… y aún, que la “oligarquía comunista” pactó con las FARC, el mayor cartel del narcotráfico más grande del mundo.

En todo caso, fueron efectivos estos mensajes (repetidos en letanía, día y noche), en un país desconfiado y cansado de las FARC e inconforme con el desempeño del gobierno en casi todos los campos. A esto se puede añadir otras circunstancias negativas como el poco tiempo de preparación para las elecciones, las dudas sobre el contenido del Acuerdo y las críticas a algunos puntos que para muchos ciudadanos resultan difíciles de aceptar, como:

1), que el Acuerdo violaba el Estatuto de Roma, que en su artículo 77 exige reclusión para delitos atroces y la Convención Americana de Derechos Humanos, que exige sanciones severas para esos delitos; y

2), que el Gobierno asignó a las FARC 10 curules en el Congreso y otras 16 curules que surgirán de circunscripciones exclusivas para candidatos de las FARC o afines a ellos, en lugares donde han tenido presencia, para un total de 26 curules, que los promotores del NO han considerado como concesiones políticas exageradas.

Quinto: Pero en estas elecciones también hubo de “todo como en botica” como se dice coloquialmente, y sectores conservadores, ligados a las iglesias cristianas, que alertaron a sus fieles de que el Acuerdo de la Habana tiene una marcada “ideología de Género” que destruye la familia, pues otorga derechos a la comunidad LGBTI y permite el matrimonio gay y la adopción de niños por parejas homosexuales.

Estas iglesias que también se reclaman de ser artífices del triunfo del NO, anteponen sus juicios morales, a los derechos sociales y políticos de los colombianos. ¿No sería este proceder de estos líderes religiosos una de esas tantas ‘banalidades del mal’? que existen en el mundo, como diría Hannah Arendt.

Pero otra actitud que asombró a los colombianos fue la asumida por los jerarcas de iglesia católica que al principio respaldaron la solución negociada al conflicto y el proceso de paz, pero no promovieron el voto a favor del acuerdo en un país que sigue siendo mayoritariamente católico.

Sexto: Hay un hecho que fue relevante para el triunfo del NO, y que permite comparar el resultado del plebiscito con el resultado del Referéndum en el Reino Unido para su permanencia en la del Unión Europea, el llamado ‘Brexit’. La gran mayoría de los jóvenes allá, como acá, se abstuvieron de votar. Rodrigo Uprimny una semana antes del plebiscito, en una excelente columna, premonitoria de lo que podía pasar en Colombia(1 ), señalaba lo que podría ser una lección del Brexit para los jóvenes de Colombia:

Este plebiscito es más importante para los jóvenes pues podrán gozar más de la paz o tendrán que sufrir más años de guerra. Algo semejante ocurrió en el Reino Unido, pues la permanencia o salida de la Unión Europea afectaba más directamente a los jóvenes. Pero la paradoja fue que los jóvenes, que con una visión de futuro querían permanecer en la Unión Europea, votaron mucho menos que los mayores, que temerosos del futuro y nostálgicos del pasado, favorecieron el Brexit. Y eso tuvo una incidencia decisiva en los resultados, por lo cual muchos jóvenes británicos lamentan hoy que su apatía les haya arrebatado su futuro. Esperemos que eso no les suceda a los jóvenes colombianos.

Y así sucedió. Los jóvenes no votaron, o votaron menos de lo que les correspondería hacer pensando en su futuro. Y para terminar de empeorar las cosas para el SI, algunos jóvenes fueron alentados por el llamado Movimiento Libertario, que promovió la abstención en las redes sociales, arguyendo que ni el SI ni el NO ofrecían verdaderas soluciones a la violencia en Colombia.

- ¿Y ahora que sigue? ¿Habrían razones para pensar que es posible un nuevo Acuerdo, en el sentido de que las partes cedan en algo, con el fin de desentrabar el proceso?

EJJ: Es curioso, pero todos estos atributos perversos que le endilgaron al plebiscito las cabezas promotoras del NO, desaparecieron con su triunfo. Hoy estos líderes opositores no sólo están envalentonados, sino que con su triunfo se sienten legitimados para “cambiar el rumbo” a las negociaciones.

No obstante hay señales que pueden llamar al optimismo. Las cabezas visibles del desencuentro actual son el presidente Santos y el ex presidente Uribe. Ellos son los que han liderado la confrontación armada contra la insurgencia guerrillera en estos últimos años y vivido los horrores morales de la guerra. A ellos se suma el tercer actor, las FARC.

Estos tres actores dicen querer lo mejor para Colombia y aunque desde hace tiempo venían hablando de que la guerra no era el camino, “si les tocaba volverían a hacerla”, se volvieron más sensatos y comenzaron a hablar con fervor sobre la paz. Y habrá que creerles esta contrición. Pero algo más creíble es que cada uno de estos actores tienen sus propios intereses que no quieren poner en riesgo, veamos:

- Santos, al perder el plebiscito quedó sin juego político y de perder el proceso de paz, su gobierno habrá sido un fracaso. Necesita rescatar el proceso de paz y llevarlo a buen término. Además que pondría en el limbo sus aspiraciones al premio Nobel de Paz.

- Por su lado Las FARC necesitan de la paz más que Santos. Eso lo sabe su jefe Timochenko. Por eso es que han dado pasos de muy difícil reversa militar. La generación de Timochenko, que no es la misma que la del legendario fundador Tirofijo, ha entendido que con las armas no pueden tomarse el poder. Peor aún, que la próxima guerra será una guerra a muerte. Esta es una razón decisiva por la cual se espera que cedan en sus pretensiones.

- En tanto Uribe, que se jacta de haberle ganado la contienda a Santos, se puede dar el lujo de ser generoso con los vencidos. Pero ojo, esto lo hace porque no le conviene cargar con el San Benito de haber puesto al país al borde de la ingobernabilidad, pues lo que a él verdaderamente le importa es poder decidir sobre la próxima presidencia en el 2018.

Estas circunstancias son las que permiten pensar que es posible que estos líderes lleguen a acuerdos para desentrabar el proceso de paz.

- ¿Se abre entonces una puerta de esperanza para la paz en Colombia?

EJJ: El 5 de octubre se dio una gran marcha de los estudiantes en toda Colombia, para defender lo que dice el artículo 22 de la Constitución Política de Colombia de 1991, de que “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Los estudiantes en Bogotá, marcharon por las principales calles de la ciudad, la mayoría vestidos de blanco y portando banderas blancas y velones. Como pocas veces en la historia, llenaron la plaza de Bolívar.

Aunque al inicio de la concentración se escucharon consignas a favor de la paz, y se entonó el himno nacional, la mayor parte de la marcha transcurrió en silencio, recordando la “marcha del silencio” promovida por el líder popular “Jorge Eliecer Gaitán, cuyo asesinato a mediados del siglo pasado, originó la llamada “Violencia”, era que causó la muerte de cerca de 300.000 colombianos en los años 50. Esto nos recordó a los más viejos aquella hermosa canción de Violeta Parra: “Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías...”

- ¿Crees que si llegasen a darse cambios en el Acuerdo, estos podrían afectar los puntos del capítulo étnico aprobado en la Habana?

EJJ: Aquí todo puede pasar. Como se dice, que en política no hay sorpresas, sino sorprendidos, es posible que esos derechos ya adquiridos puedan ser vulnerados.

No sería la primera vez que los derechos de los indígenas y los afrocolombianos sean sobreseídos en aras de intereses mayores, los llamados intereses nacionales. Antier el presidente de la Federación de Ganaderos, FEDEGAN, el uribista José Félix Lafaurie, soltó la lengua en el programa de Semana en Vivo y habló de lo que según él podría suceder a Colombia si las comunidades rurales (indígenas, afrocolombianos y campesinos) haciendo uso de los derechos que les confiere el Acuerdo, impiden la explotación de hidrocarburos en sus territorios… “…sencillamente acabarían con el país…”

Muchas cosas van a estar en juego en esta contienda por los cambios en el Acuerdo de La Habana, y puede ser que algunos artículos del capítulo étnico sean sacrificados, sobre todo los que tienen que ver con los derechos a la consulta previa en materia de explotación del subsuelo en territorios indígenas. Como dice el refrán, “cuando dos elefantes se pelean las más perjudicadas son las hormigas”.

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Fuente: IWGIA: http://www.iwgia.org/noticias/buscar-noticias?news_id=1405
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