Reciente informe de la OPS revela graves consecuencias en salud mental en países de América, a partir de la pandemia, y exige a los gobiernos garantizar ayuda psicológica gratuita.
Servindi, 8 de diciembre, 2021.- Una reciente investigación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicada en la revista médica The Lancet Regional Health reveló severos efectos de la pandemia en la salud psicológica a nivel mundial.
“Los gobiernos deben ver la pandemia del COVID-19 como una oportunidad para reforzar sus sistemas de salud mental en preparación para futuras emergencias”, expresa la OPS en el informe, además de otras recomendaciones.
Se señala que la situación actual se debe a la falta de inversiones financieras y recursos humanos en los servicios de ese ámbito antes de la pandemia, además de políticas para abordar las brechas.
Empeoramiento progresivo de salud mental
“Los datos sugieren que la salud mental ha empeorado progresivamente en muchos países de las Américas durante el primer año de la pandemia”, señala el informe, que detalla cifras de países de América.
En Estados Unidos, las tasas de ansiedad y depresión alcanzaron el 37 % y 30 %, lo cual difiere mucho de las cifras de 2019.
Por su lado, en Canadá la cantidad de personas con ansiedad se cuadruplicó y la relacionada a depresión se duplicó. En Brasil, la tasa de ansiedad llegó a 61 % y la de depresión a 44 %.
Mientras tanto, en Perú el registro de pacientes con síntomas depresivos durante la cuarentena obligatoria en 2020 (34 %) quintuplicó el porcentaje de 2018 (6 %).
Foto: Consultorio de salud mental en Perú - Ministerio de Salud
Cabe recalcar que la pandemia de COVID-19 también ha contribuido a la recaída y a la exacerbación de los síntomas de salud mental en personas con afecciones psicológicas preexistentes, se señala.
Por otra parte, las personas que fueron infectadas por COVID-19 y están en recuperación, presentan altas tasas de impacto de salud mental, la cual aumenta en casos de quienes tienen antecedentes relacionados a ansiedad, insomnio o demencia.
Otros impactos
Entre otros hechos que afectan a la salud psicológica y emocional que aumentaron en pandemia están los altos índices de violencia doméstica y maltrato infantil, lo cual se triplicó a diferencia de años anteriores.
También, el informe resalta la pérdida de seres queridos y la adversidad en entornos familiares a la que se enfrentan niños y adolescentes, además de la interrupción de sus aprendizajes sociales por el cierre de escuelas.
Cabe mencionar que, el documento también hace referencia a la salud mental en pueblos indígenas. Si bien los datos son limitados, “es evidente que las poblaciones indígenas se vieron afectadas negativamente”, expresa.
Esto se señala teniendo en cuenta que antes de la pandemia, se conocía que el porcentaje de personas con estos problemas en comunidades indígenas era mayor que en poblaciones no indígenas.
“La mayor susceptibilidad al COVID-19 y los problemas de salud mental relacionados, así como las tasas desproporcionadas de condiciones de salud mental preexistentes, han sido factores relevantes”, explica la OPS.
Recomendaciones para gobiernos
En primer lugar, el documento coloca a modo de recordatorio que la salud mental es un derecho humano fundamental.
“Durante una crisis de la magnitud de la pandemia de COVID-19, todas las personas deben tener un acceso igual e ininterrumpido a una SMAPS (Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Emergencias) de calidad que satisfaga sus necesidades”, señala.
Asimismo, para garantizar el acceso de servicios de salud mental, exige que los países lleguen a las poblaciones que han demostrado tener una mayor necesidad de atención, como lo son las comunidades indígenas.
“Deben aplicarse políticas adecuadas para prevenir y mitigar las consecuencias de las desigualdades sociales, la violencia y la discriminación contra estos grupos”, se lee en el documento.
Para finalizar, entre propuestas para financiar la atención a la salud mental con fuentes alternativas, la OPS señala que podría utilizarse los impuestos sobre tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas.
Señala que esto podría “reducir simultáneamente el consumo de productos nocivos que contribuyen a la enfermedad y la mortalidad prematura y aumentar la movilización de recursos nacionales para la salud mental”.
- Encuentra el documento Strengthening mental health responses to COVID-19 inthe Americas: A health policy analysis and recommendations completo aquí.
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