Es tarea nuestra, apoyar la reconstrucción de la misma, como también ALZAR NUESTRAS VOCES para que nuestra cultura, no se derrumbe por la indiferencia, el olvido y la desidia.
Por Elmer Antonio Torrejón Pizarro*
29 de noviembre, 2021.- Son las 05 y 30 de la mañana de un 28 de noviembre en el pueblo de la Jalca Grande, y se inicia el día para muchos agricultores amazonenses, que ya desde las 5 de la mañana están caminando a sus chacras; de pronto Guardián, el perro de don Shamuco, un campesino de la Jalca Grande, empieza a aullar mirando el horizonte, hacia el Utcubamba. Estaban (Shamuco y Guardián) caminando por la plaza de La Jalca, junto a la Iglesia colosal de Piedra, un recinto colonial declarado Patrimonio Histórico del Perú, construido en 1538 entre piedras y símbolos de la religión autóctona, y las cruces de la religión católica: un sincretismo que ha venido sobreviviendo hasta la actualidad.
“Guardían, ¿qué te pasa, porque aúllas, has visto a Juan Osito?”, gritaba don Shamuco a su perro, sin presagiar que Guardián ya “olía” lo que se venía. A las 05 y 52 de la madrugada un fuerte terremoto de 7,5 de intensidad ponía a prueba el temple y el carácter aguerrido de don Shamuco; ponía a prueba a todos los pueblos de Amazonas. “Corre Guardían, corre”, gritaba don Shamuco, “no te vaya a aplastar las piedras de la torre de nuestra iglesia”, vociferaba. Don Shamuco y su fiel Guardián resultaron ilesos; más los 483 años de una torre eterna e histórica, que venían desafiando al tiempo, cayeron al suelo; la historia de estas piedras divinamente arrumadas, se esfumaron entre las indiferencias y los 7,5 grados de magnitud de un terremoto que nos agarró (como siempre ocurre en nuestro país) NADA PREPARADOS.
Agradecemos a Dios, a nuestro Sanjuancito y al Señor de Gualamita; que este terremoto (hasta el momento) no ha dejado víctimas que lamentar; más los daños materiales son inmensos, que afectan principalmente a nuestras poblaciones vulnerables (campesinos y nativos amazonenses). Quizás uno de los mayores daños que hemos sufrido está referido a nuestro patrimonio histórico; no solamente se vino abajo la torre de la iglesia de la Jalca Grande, (Juan Osito debe estar llorando); sino también diversas iglesias de Levanto, San Francisco del Yeso, de Huancas, Olleros, las iglesias del Señor de la Buena Muerte y Santa Ana, estas últimas en Chachapoyas, han sufrido deterioros de importancia.
Todas estas iglesias, todos nuestros monumentos históricos y arqueológicos como Kuelap, Carajía, Revash, Wuanglic, Pukatambo, el Gran Vilaya, entre muchos otros TIENEN ALGO EN COMÚN; que cada día se vienen deteriorando y destruyendo debido a la INDIFERENCIA Y OLVIDO por parte de nuestras autoridades y funcionarios nacionales y regionales; indiferencia y olvido que hace más daño a nuestra cultura e historia, que un terremoto. Desde hace años y algunas décadas, muchas de NUESTRAS VOCES vienen reclamando, manifestándose y luchando para la recuperación, investigación y puesta en valor de nuestro patrimonio cultural, ya sea arqueológico y de cultura viva; pero estas nuestras voces, no son tomadas en cuenta; cierran los ojos o tapan sus oídos cuando justamente demandamos mayor atención para nuestro patrimonio.
Decía en anteriores oportunidades, "SIN CULTURA NO HAY TURISMO", y cuando se destruya la última piedra de Kuelap o el último Sarcófago de Carajía, veremos los amazonenses que los teleféricos, las agencias de turismo, el hotel 5 estrellas, los restaurantes fichos, los “gringos” dando vuelta tu plaza o las fotitos/selfies; NO SIGNIFICARON EL DESARROILLO TURISTICO. Ahí tienen, la Torre Colonial de la iglesia de la Jalca Grande, derrumbada por la indiferencia y la desidia de restaurarla e investigarla; no lo destruyó el 5,7 de magnitud de la escala de Richter.
¿QUÉ HACER AHORA? Es la pregunta que nos venimos repitiendo desde hace décadas para con nuestro patrimonio cultural de Amazonas. Que esta experiencia no tan grata, NOS SIRVA PARA VALORAR MÁS A NUESTRA CULTURA QUE AL TURISMO; apoyar urgentemente con presupuestos a la reconstrucción e investigación de nuestra cultura, y no solamente priorizar al turismo; que, al fin al cabo, “vive” de nuestra cultura y ecología. A las autoridades nacionales, regionales y locales; a sus funcionarios, PONERSE LAS PILAS DE UNA VEZ, invirtiendo el presupuesto en nuestra cultura; miren nomás Kuelap, tiene asignado desde hace años un presupuesto de poco más de 8 millones para su recuperación y restauración; PERO KUELAP Y SUS PIEDRAS, SIGUEN AGONIZANDO.
La reconstrucción de la Torre Colonial en la Jalca Grande debería ser un modelo de inversión y gestión óptima, no se debería reconstruirlo teniendo como mole una base de cemento, sin hacer estudios arqueológicos en el subsuelo (períodos prehispánico y colonial) y se reconstruya la edificación teniendo como base los puntos de vista de los arqueólogos, antropólogos e ingenieros. Que no importe más los diezmos o arreglos bajo la mesa en los futuros proyectos de reconstrucción, que la gloria, el temple y el arte de los antiguos pobladores que construyeron magníficamente esta edificación. Que importe más en la reconstrucción EL FORTALECIMIENTO Y PUESTA EN VALOR DE LA CULTURA AMAZONENSE, porque el turismo caerá por su propio peso.
Don Shamuco junto a su perro Guardián ahora está labrando su chacra, mientras el can corretea a una perdiz; por el rostro vetusto y sufrido de don Shamuco se deslizan lágrimas de rabia y dolor porque su plaza y su iglesia ya no serán lo mismo. El Juan Osito de los mitos de la Jalca Grande, si, aquel personaje cosmovisionario plasmado en una de las piedras derruidas de la Torre Colonial, seguirá esperando que sus autoridades y pobladores lo recuerden siempre y no lo olviden.
Es tarea nuestra, apoyar la reconstrucción de la misma, como también ALZAR NUESTRAS VOCES para que nuestra cultura, no se derrumbe por la indiferencia, el olvido y la desidia.
* Elmer Antonio Torrejón Pizarro es licenciado en Antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Portal Web: http://
Añadir nuevo comentario