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La mofa de la muerte, por José Luis Aliaga Pereira 

 

La mofa de la muerte

Por José Luis Aliaga Pereira*

13 de febrero, 2023.- Jamás imaginé que una despedida se iba a convertir en un acto tan importante para mí y para los compas, como si se tratara de un viaje sin retorno, que nos separaría para siempre, que este seria un verdadero adiós. 

Desde Celendín a Lima, en defensa de nuestra secuestrada patria, viajamos para unirnos a los que están en esta brega por su definitiva liberación, después de tantos años de permanente ultraje: un grupo de altos mandos corruptos, agudizaron todo presionando al presidente de la república recién electo para que firmará los contratos Ley, que vencen este año 2023, con las empresas transnacionales en especial las mineras. Un contrato ley realizado por gente corrupta (fujimontesinistas) socaba la soberanía nacional y el pueblo cada día lo tiene más claro. Así lo comprendió el presidente Pedro Castillo y anunció que no firmaría esos contratos. Los que le dieron el golpe o, mejor dicho, los que le tendieron la trampa, planificaron ésta con los verdaderos interesados, beneficiarios de este sistema corrupto. Ahora el presidente pasa sus días en la cárcel y el "nuevo" gobierno ha hecho de la llamada democracia un remedo porque el pueblo cuando sale a las calles a reclamar sus derechos, es reprimido brutalmente, hasta con la muerte.

De los anteriores presidentes ninguno se salva de estar comprometido con el poder que maneja todo; si alguno no está en la cárcel está con comparecencia o cobardemente muerto por su propia mano. El abuso y la corrupción campea en los niveles más altos del gobierno peruano. Es doloroso decirlo, una cúpula delincuencial maneja los poderes del estado, la policía nacional y el ejército peruano. 

La renuncia de Dina Boluarte, el cierre del Congreso y la Asamblea Constituyente son los principales reclamos de la población que exigen en las calles nuestros hermanos y hermanas encabezados por los compañeros del sur del país; antes lo hicieron desde sus ciudades de origen pero fueron duramente reprimidos y nadie hizo caso de sus demandas y, es más, la prensa nacional lo silencia todo. Hasta el abuso de la policía y el ejército peruano. Los asesinatos han llegado a más de 60. 

Celendín, ha sufrido este mismo ataque por parte de los personajes que manejan el poder; por ello, ha iniciando movilizaciones y vigilias para concientizar al pueblo desde los días que encarcelaron al presidente. Al comienzo asistieron pocas personas; pero, después, conforme se presentaban videos que la gran prensa parametrada no hace, el aumento de público es notorio y va creciendo. De igual manera se reunió la cantidad necesaria de dinero para que una comisión voluntaria viaje a la ciudad de Lima para manifestar, con hechos, su respaldo a los hermanos del sur que llevan luchando más de cuarenta días contra el intento de instalar una dictadura solapada como democracia en nuestra patria. 

La tarde nublada del martes 7 de febrero de 2023, fue testiga de la despedida, junto a la filmación del conteo de dinero recibido que recaudó una comisión del pueblo, en una especie de ánfora, como colaboración para el viaje a Lima de un grupo de celendinos. Después, llegó la despedida. Una actividad a la que no había dado tanta importancia pero que, conforme se desarrollaba e iba acercándose la hora de partida, golpeaba corazones. Muchos de los que se quedaban fueron invadidos por la tristeza y preocupación. El gobierno de Boluarte estaba matando. Dos de ellos subieron al ómnibus que trasladaba a los que viajaban y con palabras entrecortadas no llegaron a terminar su discurso porque el llanto lo interrumpió. La gravedad de lo que estába ocurriendo, hablaba de la importancia de la participación de todo el pueblo peruano para impedir que esto termine en DICTADURA ¡La Mamapacha será la que decida! 

Después de instalarnos en la ciudad de Lima, de inmediato nos trasladamos a la Plaza Dos de Mayo. Una multitud increíble poblaba este histórico lugar. Empezamos a desenvolver y armar banderas. La mayoría de luchadores que nos rodeaban nos miraban con desconfianza. Sus rostros y banderas que sostenían los identificaban como compañeros del sur de nuestro país. 

— ¿De dónde son ustedes? —nos preguntaron, cuando la bandera celendina ya flameaba en los aires de la plaza. 

Miré de reojo al que habló y contesté:

— De Cajamarca. 

— Tenemos mucho que reclamar al norte y en especial a Cajamarca. 

— ¿Cuál es el reclamo compañero? —le respondí sin temor. 

— No vemos acción alguna de su parte que nos indique que están en contra de este gobierno usurpador genocida y vendepatria. 

— Compañero —le respondí—. Nuestra lucha contra este poder corrupto y mentiroso no es de hoy, es de varios años atrás. Hicimos retroceder a la policía y el ejército que querían destruir nuestras lagunas y bofedales. Nos asesinaron a cuatro compañeros y hasta hoy sus botas no pisan suelo celendino con esas intenciones. Quizás lo hagan si dejamos que esta dictadura se instale. Por eso estamos acá. 

— Los hechos hablarán, compañero —nos dijeron y la bandera celendina se ensoñereó, desde ese momento, en las calles de Lima y en nuestros hombros guardabamos el luto, por los compas asesinados, con otra bandera que llevaba los colores negro, blanco y negro. 

Las acciones que en los pocos días fueron encomendadas a los que fuimos de Cajamarca y por ende a Celendín se desarrollaron puntualmente en los alrededores del mercado de Huamantanga, plaza Dos de Mayo, Av. Abancay, Huaycán y Plaza San Martín. 

Solo me quiero referir a los hechos de la Av. Abancay: 

Una colorida y hermosa marcha rodeó casi todo el centro de Lima: las avenidas Alfonso Ugarte, Grau, Abancay estaban ocupadas por una multitud que aclamaba y lanzaba, como si fueran armas, sus arengas contra este gobierno, exigiendo la renuncia de la presidenta usurpadora, el cierre del Congreso y Asamblea Constituyente. 

Casi al final de la tarde, Celendín—Cajamarca y todos los compañeros colmábamos la avenida Abancay y, de pronto, vimos que se retiraban los compas de la CGTP quienes vestían polos rojos y encabezaron la marcha. La multitud les gritó ¡Traidores! ¡Ustedes son los nuevos traidores! Una comisión de este grupo había ingresado al Congreso sin consultar con el resto. 

¿Qué habrá pasado allá arriba en el congreso, con estos señores de la CGTP? ¿Quién les nombró como integrantes de comisión de diálogo si no había tal? Estas fueron algunas de las interrogantes que el pueblo se hacía? 

Celendín y Cajamarca, entre el Jr. Huallaga y Abancay, a dos cuadras del Congreso, arengaban y entonaban canciones contra el gobierno. Inesperadamente aparecieron dos hombres con cascos blancos que reunieron a todo un grupo de gente para decirles que la avenida Abancay y todas sus intersecciones habían sido cerradas y que los policias no dejaban salir  a nadie, y que, posiblemente, estén preparando una emboscada con bombas lacrimógenas para detenernos.

En efecto, todas las calles que atraviesan la Av. Abancay fueron cerradas y estaban custodiadas por numerosos policías. El Congreso de la República también era un verdadero fortín, columnas de incontables policias lo resguardaban. 

Cerca al parque Universitario un grupo de policías sorprendían, al ver pasar a los manifestantes preocupados y asustados luego de pasar por toda la avenida Abancay y parte la Av. Colmena cuyas salidas laterales permanecían cerradas hasta llegar a la plaza San Martin, burlándose en grupo cuando nos veían pasar con la cara compungida. El oficial daba la orden y todos se mofaban hablando entre dientes:

— Uuuuuu, uuuuu, uuuuu. Jujuju. Jajaja. 

— Tranquilos, tranquilos —les dije, sin miedo, bajando varias veces mi brazo. 

En esos momentos sentí mi piel escarapelarse y recordé una escena de una película nazi o de la gestapo, no recuerdo el nombre, cuando encarcelaban o perseguían a los judíos para incinerarlos, después. 

Fueron cinco días de lucha frontal e intensa por las calles de Lima. No sabíamos lo que lba a pasar. 

Hoy, domingo 12 de febrero de 2023, hemos llegado a Celendín, un pueblo chico. Los policías nos conocen y, al vernos, nos miran sorprendidos, quizás, pienso, soñaron que alguno de nosotros no regresaríamos.

¡Fuerza, fuerza, compañeros que la lucha es dura, pero venceremos!
 

 

 

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* José Luis Aliaga Pereira es comunicador y escritor cajamarquino. Es autor del libro “Grama Arisca, cuentos, relatos y anécdotas” y el cuento largo “El milagroso Taita Ishico”. Próximamente publicará "El cazador de viudas frescas y otros cuentos".

 

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