Las disputas al interior del partido de gobierno, donde se cuestiona la falta de espacio de diálogo y consenso, denotan inmadurez política y dan paso a acciones de opositores.
Por Jorge Agurto
Servindi, 21 de diciembre, 2021.- Luego de que la mayoría de la bancada de Perú Libre no apoyara la moción de vacancia contra la presidenta del congreso, se ha evidenciado el agravamiento de las disputas internas entre las facciones del partido de gobierno.
El reciente caso división de la bancada oficialista no es el primero que se presenta en el parlamento. Una situación similar ocurrió en agosto del 2021, cuando Renovación Popular perdió a tres congresistas.
La primera agrupación es de izquierda; la segunda es de derecha. Pero ambas tienen comportamientos similares en la manera centralista y autoritaria de conducir sus acciones que terminan resquebrajando el consenso y la unidad.
Mentes rígidas
En un artículo anterior escribía sobre la crisis del pensamiento autoritario frente al pensamiento flexible.
Allí sostenía que "las mentes rígidas se basan en creencias cerradas y dogmáticas. Las que las poseen se creen dueñas de la verdad. Por esto caen con facilidad en la irracionalidad y tienen distorsiones cognitivas".
Como ejemplo de ello estaba el grupo parlamentario de Renovación Popular al mando del impertérrito almirante Jorge Montoya e integrado por militares y actores religiosos.
En este caso examinaremos el caso de Perú Libre, partido que dirige Vladimir Cerrón y se autodefine como marxista, leninista y mariateguista.
Punto de quiebre
La gota que derramó el vaso fue el desplante del partido Perú Libre de no respaldar la moción presentada por el congresista Guillermo Bermejo para censurar a la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva.
Razones para censurarla sobraban. Especialmente grave fue lanzar críticas para deslegitimar al Presidente de la República ante parlamentarios españoles, siendo ella representante de un poder del Estado.
Pero el ala cerronista de Perú Libre decidió dar una lección a Bermejo y dejarlo. De 37 miembros de la bancada, Bermejo obtuvo solo 20 votos, 16 de la bancada de Perú Libre y 4 de la bancada Juntos por el Perú.
Lo más grave y extraño es que luego de la votación la presidenta del Congreso se acercó al escaño de Guido Bellido, uno de los más representativos del grupo cerronista, para celebrar como un triunfo el resultado de la votación.
Una imagen vale más que mil palabras. Guido Bellido y María del Carmen Alva celebrando efusivamente la votación que libra a la presidenta de responsabilidad. Para Perú Libre fue un "acto circunstancial y anecdótico" aunque 16 de sus congresistas se abstuvieron de forma inexplicable.
La renuncia de Bermejo, seguida de Hamlet Echevarría (Cajamarca) y de Betsy Chavez (Tacna) pone de manifiesto una crisis interna de varias dimensiones, y que se evidencia en la forma cómo explica el partido la salida de los renunciantes.
En un pronunciamiento difundido el 17 de diciembre Perú Libre afirma:
“Ninguno de los renunciantes tiene vínculo de militancia con el Partido Perú Libre. Ahora se comprueba que el acercamiento fue solo una oportunidad.
Los renunciantes hace mucho tiempo tomaban acciones unilaterales al margen de la dirección, sin llevar una vida partidaria disciplinada".
Las contradicciones saltan a la vista. Si no eran militantes entonces eran invitados. Si eran invitados es lógico que no tengan "una vida partidaria disciplinada".
En el caso particular de la congresista y actual ministra de Trabajo, Betssy Chávez, ella sí estuvo inscrita al partido desde el 2016, como eela misma lo recordó.
Entre las razones de su renuncia, Chávez señaló "la constante divergencia sobre la naturaleza democrática de una bancada, en la que se supone debería primar el diálogo y ánimo de consenso".
Enfrentamientos aprovechados
Mientras la bancada de Perú Libre se fracciona y debilita, el pleno del Congreso aprobó una norma abiertamente inconstitucional, que limita el referéndum para la reforma constitucional.
El lesivo dictamen fue aprobado con 76 votos a favor, 43 en contra y tres abstenciones y busca anular la recolección de firmas a favor de un referéndum para cambiar la Constitución, uno de cuyos impulsores más visibles es Guillermo Bermejo.
La iniciativa de la fujimorista Patricia Juárez, presidenta de la Comisión de Constitución, obtuvo el respaldo de Fuerza Popular, Renovación Popular, Avanza País, Alianza para el Progreso (APP), Acción Popular y Podemos Perú.
De igual forma, en otra acción de grupos opositores, se presentó un recurso de amparo contra la recolección de firmas para un referéndum de la Asamblea Constituyente en un Juzgado de La Libertad.
Por su lado, el ministro de Justicia, Aníbal Torres, se pronunció sobre estas acciones y señaló que no se puede “usurpar el poder originario y soberano del pueblo de expresar en democracia su voluntad mediante en referéndum”.
Ningún órgano constituido está por encima del poder constituyente. Nadie puede usurpar el poder originario y soberano del pueblo de expresar en democracia su voluntad mediante referéndum. Solo la tiranía de un órgano constituido puede limitar o suprimir el poder soberano.
— Aníbal Torres V. (@anibaltorresv) December 19, 2021
Esa no fue la única norma que aprobó el Congreso para bloquear importantes iniciativas populares. Otra fue el rechazo a elevar los impuestos a las empresas mineras que hubiera permitido mayores ingresos fiscales para atender tantas necesidades insatisfechas.
Inmadurez política y panorama incierto
Cuando Pedro Castillo nombró a un segundo gabinete cambiando a Guido Bellido, la crítica de Perú Libre se enfiló contra los mal llamados “caviares”, un calificativo absurdo que de tanto ampliarse ya no connota nada.
A pesar que nunca comen caviar –estrictamente hablando los huevos de esturión– ahora todos son caviares: Verónika Mendoza, Mirtha Vásquez, Pedro Francke, Guillermo Bermejo, entre muchos otros, que se han vuelto blanco de la crítica de derecha y del ala cerronista.
Cuando se nombró el gabinete presidido por Mirtha Vásquez la ira del sector cerronista salió a la luz reclamando su "cuota de poder". No se pensó en la idoneidad y el manejo de la crisis política sino en el "cuoteo" partidario.
Las criticas se enfilaron contra Betssy Chávez, militante de Perú Libre, nombrada ministra de Trabajo, y quizás uno de los mejores cuadros políticos que Perú Libre llevó al Congreso de la República.
El 15 de octubre tanto Betssy Chávez como Dina Boluarte, ambas militantes de Perú Libre y ministros de estado, deslindaron con la crítica cerronista en una carta pública difundida el 15 de octubre.
En dicho mensaje llaman a la madurez política y poner por delante los intereses de la patria. El gobierno “debe gobernar para todos los peruanos” y “no es patrimonio de un solo partido o líder político”, algo básico que parece no entender Vladimir Cerrón.
Por lo visto, el sector cerronista de Perú Libre tiene una visión sectaria y de grupo de la política, anquilosada en una forma dogmática y caudillesca de entender el poder político.
En este sentido, se aleja de José Carlos Mariátegui La Chira, para quien el Socialismo era en esencia una obra creadora de cultura política y la construcción del frente único, una de sus herramientas esenciales.
Ajeno a los intereses de capilla o de secta, Mariátegui propugnó trabajar por unir a todos los sectores populares tras una labor docente, pedagógica de clase, que lo puso a la cabeza del debate ideológico de la época.
La histórica revista Amauta, el periódico Labor y la actividad bibliográfica de la Editorial Obrera Claridad son muestras de cómo entendía Mariátegui la labor política socialista, algo muy reñido y distante de la forma poco realista de cómo el sector cerronista entiende la lucha política.
En lugar de ayudar a gobernar construyendo consensos –incluso con fuerzas disímiles– que le permitan hacer un buen gobierno democrático que defienda los intereses nacionales el grupo cerronista se ha vuelto una piedra en el zapato de Castillo.
El panorama es incierto si consideramos que la extrema derecha peruana se encuentra obnubilada por vacar a Pedro Castillo a cualquier costo y propiciar el adelanto de las elecciones en la que espera imponer un gobierno favorable a los intereses empresariales y a los suyos propios.
De ser así, los sectores que se reclaman del pueblo –ya sean progresistas, de izquierda o socialistas– habrán perdido una oportunidad única e histórica de entenderse y hacer un gobierno popular y democrático que demuestra que es posible construir país por la vía democrática.
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